El cantor que nació maduro
Hoy cumpliría cien años quien fue símbolo del espectáculo nacional, que unió en los años ‘30 y ‘40 al tango y al cine como industrias florecientes. Semblanza de un cantor, galán y director.
30.11.2012 | Por Irene Amuchástegui
La predilección que el cine nacional tuvo, en alguna época, por la recreación de la historia del tango, habilita algunos ligeros y voluntarios anacronismos. En la pantalla, la imagen de Hugo del Carril apareció varias veces asociada a las primeras décadas del siglo XX porteño, desplazamiento que le sentaba a la perfección a su estilo de galán-cantor (ejerció los dos roles con sutileza exquisita). Lo hemos visto defendiendo el honor del proscripto tango criollo o contrabandeando un 2x4 en el salón del piano de una ruborizada damita-joven, y aún en épocas del proto-tango, cantando bajo la lona del circo o pulsando en la guitarra la introducción de unas décimas payadoriles, iluminándose a candil, trasladándose en coche a caballo o gastando polainas. Mejor no podría reencarnar el repertorio, la estética y la épica fundadora de aquel tiempo.
Sin embargo, el tango ya había traspasado los zaguanes y entraba adecentado a los círculos de la élite, para cuando Piero Bruno Hugo Fontana nació, el 30 de noviembre de 1912. Precisamente ese año el tango había sido aprobado por la aristocracia porteña reunida por el barón Demarchi en el Palais de Glace, tras escuchar a la orquesta típica de Genaro Spósito y ver bailar a dos parejas.
Lejos de ser un pionero, Hugo del Carril podría ser considerado epígono de una época del espectáculo nacional: la que en los años ‘30 y ‘40 unió al tango y el cine como industrias florecientes. El tramo que le tocó recorrer comenzó justo donde moría la huella de Gardel, y llegó hasta la marquesina de S iempre fuimos compañeros , compartida con Donald (el del sucundum ) en la era del eastmancolor , pasando por algunas de las mejores páginas del repertorio del tango-canción de las décadas doradas. No exageraba al afirmar: “Hice mucha acrobacia dentro del arte popular...”.
Piero Fontana, nacido de un matrimonio de inmigrantes italianos y criado por una pareja de inmigrantes franceses, selló sus primeras lealtades en el barrio de Flores, con amigos que conservó toda su vida y paisajes a los que siempre siguió apegado. Comenzó como speaker en Radio El Pueblo, donde hacía algunas intervenciones como estribillista de las orquestas que se presentaban en vivo, procurando variar el seudónimo y el estilo: Hugo Font, Carlos Cáceres, Pierrot, Oro Cáceres...
Su primera grabación -como estribillista de la orquesta de Edgardo Donato- es de 1935, precisamente, el año de la muerte de Carlos Gardel. En la carrera por imponer un sucesor de Gardel, Luminton apostó fuerte a Hugo del Carril, cuyos talentos se fueron revelando como en un juego de cajas chinas: el disco lo mostró como un cantor delicado y singularmente maduro (se diría que nació maduro); el cine descubrió su prestancia; por añadidura, y esto ni en sueños se pretendía de un cantor-galán, resultó ser buen actor.
En su plenitud vocal sin vanaglorias, tanto como en la digna economía de su voz menguante, Del Carril puso la técnica al servicio de los matices. Se formó entre 1935 y 1942 con la soprano napolitana Elvira Colonnese -que a finales del siglo anterior había inaugurado el Teatro Argentino de La Plata-. Si el tango dramático convenía a su caudal excepcional, la cuerda romántica y la milonga suburbana eran por igual afines a su sensibilidad, y ocasionalmente amplió el arco de géneros en la tradición del cantor nacional -hizo cueca, pasodoble, candombe, bolero-. Sus acompañamientos más habituales en los discos fueron la orquesta dirigida por Tito Ribero, y las guitarras, amoldadas a un fraseo acompasado al que se sujetaba por convicción. De su versatilidad no hay dudas: podía alternar el melodrama con la picardía, la sobriedad con el swing, una campera melancolía con una marcha sindical.
Por encima de formidables versiones - Yo soy aquel muchacho , Esta noche me emborracho , la sublime grabación de Betinotti que entrama la milonga urbana con la milonga payadoril, su favorita Madame Yvonne , por mencionar un puñado-, Hugo del Carril será para siempre “la voz de la marcha”. Se dice que Homero Manzi lo acercó al ideario del peronismo, y que por mediación de Nelly Omar volvió a entrar en contacto con Eva Duarte -con quien había compartido el set de La cabalgata del circo -. En 1949 cantó los Versos de un payador a la señora Eva Perón y los Versos de un payador al General Juan Perón , de Manzi, además de grabar Los muchachos peronistas , con orquesta de Domingo Maraffiotti y coro de Fanny Day.
“Los sueños de mi padre y de mi abuelo, los cristalizó Perón. Entonces: ¿cómo puedo dejar de ser peronista?”, decía. Sus propios sueños quedaron truncos. Después del golpe que derrocó a Perón en 1955, Del Carril fue preso y perseguido (antes, lo había proscripto el temible subsecretario de Informaciones de Perón, Raúl Apold).
“Muchas de mis aspiraciones artísticas fueron envejeciendo conmigo”, cavilaba. Con una sosegada resignación, observó: “El tango perdió su idioma propio. Perdió la imagen y el argumento del arrabal, del suburbio de adoquín, barro y lata...”. Al recibir a la decaída diva Fanny Navarro en el set de La calesita , en 1962, la animó con nostálgico entusiasmo: “Hay olor a cine de antes...”.
Murió el 13 de agosto de 1989.
Entre el romanticismo melancólico y la crueldad
Horacio Fernández
http://www.clarin.com/espectaculos/personajes/romanticismo-melancolico-crueldad_0_820118007.html
Hugo del Carril trató de plasmar en las quince películas que dirigió lo que fue el motivo de sus inquietudes: “Que en mi país no haya ni pobres ni necesitados”.
Su asociación con el cine comenzó como actor, en 1937, cuando Manuel Romero lo contrató para grabar unos tangos en Los muchachos de antes no usaban gomina , donde actuó con Florencio Parravicini. El sello Lumiton lo contrató para tres películas, La vuelta de Rocha , Tres anclados en París yMadreselva . En 1941 estuvo en el gran éxito que fue La canción de los barrios . Y también trabajó junto a Eva Duarte en La cabalgata del circo . El cine despertó en él un interés mucho más intenso que el tango porque le daba un espacio mayor para expresarse.
La cualidad esencial de su cine fue la sinceridad. Sólo filmó asuntos en los que creía y con los que se sentía comprometido. Por un lado, su obra recorrió una especie de cuerda tensa, a uno de cuyos lados había un romanticismo melancólico, y del otro una fascinación ante la crueldad. Su romanticismo incluyó aparte de una lírica añoranza de ideales femeninos (en todos sus filmes menos en La Quintrala y Tierras blancas hay una heroína sensible y frágil), una solidaridad con la gente humilde y sus dramas. EnHistoria del 900 , su opera prima, el “malo” es simplemente un malevo; en Surcos de sangre la mezquindad de un padre que perjudica además a un grupo de trabajadores de la tierra; en Las aguas bajan turbias , quizá el mejor de sus filmes, la sociedad posibilita una explotación más que inhumana; en Más allá del olvido , se hace más romántica y toca la redención de una prostituta.
Se reconoce que su cine estuvo tocado por la sinceridad, y cuando no cayó en el melodrama, se manifestó con un realismo romántico que lo caracterizó. Con los años, sus filmes están disponibles para quien quiera descubrir a una figura clave de nuestra cinematografía.
Un artista de esos que hacen falta
Por Raúl Lavié
http://www.clarin.com/espectaculos/personajes/artista-hacen-falta_0_820118008.html
Lo admiré en el cine y llegué a conocerlo en la intimidad de su casa, con su familia. Hugo Del Carril era un artista de esos que hacen falta, y además un tipo afable, gran conversador que sabía escuchar.
Cuando irrumpió lo tenía todo: buena pinta, buena voz... y un desempeño muy correcto ya en sus comienzos como actor. Vocalmente, me gusta mucho la época en la que filmaPobre mi madre querida , cuando conjuga el registro amplio con la madurez interpretativa.
Podría haberse quedado con eso, pero se enamoró del otro lado de la cámara y buscó hacer sus propias películas, relacionadas con lo social. Era necesario un director como él, que rescatara nuestras raíces y las plasmara en el celuloide, un poco al estilo de Demare. Nadie tomó esa posta.
Entre los proyectos que no llegó a concretar, hay una película en la que me propuso actuar. La trama giraba en torno a una aparición de la Virgen en un paraje, un fenómeno popular de fe que tenía sus derivaciones. Un guión testimonial. No pudo ser.
EN EL LUNA PARK, UN HOMENAJE POR EL CENTENARIO DE HUGO DEL CARRIL
El cantor que puso el cuerpo
La Orquesta de Buenos Aires, Raúl Lavié, Alberto Podestá, Néstor Fabián, Alberto Bianco y Hugo Marcel son sólo algunos de los músicos que participarán del encuentro, precedido por el descubrimiento de una estatua en la esquina de Corrientes y Madero.
Por Cristian Vitale
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-27171-2012-11-30.html
Hugo del Carril no llegó hasta hoy. No alcanzó a cumplir los cien años que una gran mesa estaría festejando en plena primavera peronista, pero los 77 que vivió fueron bien intensos. Fue actor, locutor de radio y cantor de tangos. Fue cineasta, obrero fabril y militante. Fue carismático. Besó a Evita en La cabalgata del circo y conoció a Juan Perón cuando aún era ministro de Guerra. Fue la “voz oficial” de la marcha y dirigió una de las películas más fuertes y profundas de la historia del cine argentino: Las aguas bajan turbias. Fue perseguido, encarcelado y festejado. Fue intrínseca e inmensamente popular. Fue un grande de verdad y, como tal, será homenajeado esta noche con una gran fiesta en el Luna Park cuando, a partir de las 19, la esquina de Corrientes y Madero reciba a la Orquesta de la Ciudad de Buenos Aires, el Sexteto Galván, su hijo Hugo, Raúl Lavié, Alberto Podestá, Néstor Fabián, Alberto Bianco, Hugo Marcel, Néstor Rolán, Daniel Cortéz, Chiqui Pereyra, Daniel Oliveira, el grupo de guitarras Las Bordonas y Manuel Núñez, unidos para recordar su legado. “Hugo es un símbolo cultural muy importante, tanto para los cantantes de tango, para los amantes de cine, para nosotros, como para el pueblo cultural... en fin, un símbolo muy fuerte para una gran generación de argentinos”, introduce Raúl Lavié palpitando el encuentro que se podrá ver en vivo a través del sitio www.wzlargentina.com.
“De chiquito no me daba cuenta el porqué del cariño que él recibía a cada instante en la calle, en el colegio, en un café o donde fuese”, recuerda Del Carril hijo. “Con los años me di cuenta de que no solo lo admiraban y querían por ser un buen cantor o actor o director de cine, sino porque en su vida privada se comportó de una manera coherente con sus pensamientos, su hombría de bien y su línea de conducta. Su lealtad y compromiso con lo que creía lo llevaron a ser admirado y respetado por propios y ajenos, por sus pares en la vida artística y también por sus adversarios en política.” El evento, que fue precedido por el descubrimiento de una estatua del artista Fernando Pugliese en Corrientes y Madero, contará con la actuación de bailarines, la conducción de Silvio Soldán y la presencia, entre otras figuras de la cultura, de Jairo y Juan Darthés. “Tanto él como yo éramos peronistas y, excepto porque él era de Racing y yo de Boca, teníamos mucho en común”, se ríe Néstor Fabián, que también le pondrá voz al convite. “A ambos nos tocó sufrir mucho en la dictadura. Mi madre adoptiva estaba en una Unidad Básica de Avellaneda cuando vinieron las botas, y a mi familia le tocó muy de cerca el período militar. Para Hugo fue igual, quedó desempleado, nadie quería darle trabajo y además fue preso. Cuando me convocaron me sentí muy feliz, porque voy a cantar ‘Tiempos viejos’, una creación suya”, sostiene el cantor que compartió ruta con Del Carril acompañando a Mariano Mores.
Hugo Marcel, otro de los partícipes, también pasó tiempos duros junto a Del Carril. Recuerda prohibiciones “por compartir la misma pasión”, también haber regresado con Perón (“él en el primer viaje, yo en el último”, evoca) y una rémora que los mantuvo alejados por un tiempo. “Era la campaña electoral de marzo de 1972. Yo organizaba el carnaval en vísperas de elecciones en Nueva Chicago, un club peronista que estaba en una zona peronista... bueno, en esa época todo el país era peronista (risas). En los festejos iban a estar Leonardo Favio y otros artistas de nuestra tendencia, entonces yo hablé con Lorenzo Miguel, secretario general del la UOM, y le comenté que me gustaría que Hugo encabezara, ya que era la figura más representativa. Me dijo ‘poné tranquilo el nombre en el afiche’. Hice el afiche, puse avisos en diarios, y un domingo a la noche, en el programa El tango del millón de Canal 11, Hugo pidió un segundo para denunciar que había gente que estaba usando su nombre sin autorización. Yo vivía a quince cuadras del canal, así que agarré el auto y fui, pero no llegué a tiempo. Lo encontré en la puerta y lo encaré: ‘No se lo voy a perdonar’, le dije, y entonces hice el descargo en otro medio, expliqué que el error lo había cometido Lorenzo Miguel y que era un pecado que no se hubiera informado antes de hablar. En ese momento quedó una relación horrible, hasta que llegaron las elecciones, ganó Perón y estando los dos en el Hotel Plaza antes de que el General asumiera, vi que Hugo caminó hacia mí... pensé que me iba a dar un bastonazo y, en el medio de ese silencio, se acercó y me dijo: ‘¿Hasta cuando vamos a estar enojados, tocayo? Dame un abrazo, compañero’.”
Manuel Núñez, que también será parte, es el único guitarrista vivo entre los cinco que acompañaron a Del Carril. Fue quien reemplazó a Roberto Puccio, que falleció mientras formaba parte del grupo del cantor, y se quedó con él durante 30 años. “Lo recuerdo como una excelente persona, muy cariñoso con los compañeros y querido por todo el mundo. Tocamos juntos 30 años pero, además, tuvimos un criadero de nutrias en Chascomús. Hugo me pasaba a buscar los viernes y nos íbamos a actuar a Capital el fin de semana. Allí estuvimos seis meses y luego trasladamos el criadero a Tigre, por idea suya, que decía que allí podríamos criar más animales. En Tigre estuvimos tres años más, hasta que las inundaciones terminaron con nuestro emprendimiento”, evoca, y reengancha Lavié: “Cuando falleció Gardel se buscaba un personaje que estuviera a su altura y ese lugar lo ocupó Del Carril, que era muy pintón y tenía muy buena voz. Fue una persona que se jugó por sus ideales, abrazó la causa del peronismo en un momento en que no era tan fácil. El se jugó todo por eso y por ello no le fue bien. Estuvo prohibido y luego no se le permitió continuar con su carrera tan fácilmente, tuvo muchas trabas. Fue un luchador y por ello merece el mayor de los respetos. Un gran director de cine, además, que reflejaba la realidad social en sus películas y eso fue importante para todos los que amamos la verdad y la justicia. Supo demostrar y plasmar con su vocación esa verdad y justicia que queríamos ver”, finaliza el negro Lavié, como si estuviese expresando, en una sola voz, la de todos.