Cortázar tenía 48 años el 28 de junio de 1963 cuando apareció la primera edición de Rayuela.
Año 6. Edición número 266. Domingo 23 de junio de 2013
“Cuando me puse a escribir
Rayuela había acumulado varios años de Horacio Oliveira (N. de la R.: protagonista central de la novela), de las meditaciones de Oliveira, de haber enfocado la realidad como Oliveira la enfoca. Eso se va explicitando después a lo largo del libro, pero ya estaba en mí cuando empecé a escribirlo. Las intuiciones de Oliveira (para decirlo de una manera sintética y pobre) son que estamos metidos en un camino que nos lleva derechito a la bomba atómica, a la liquidación final. Y eso, sencillamente, porque en algún momento de la evolución histórica hubo una bifurcación mal hecha, algo que salió mal, y que nos estamos yendo al diablo por ese camino en vez de haber seguido el bueno”, dijo, mucho después, en el extenso reportaje que le hizo Omar Prego Gadea y que dio en llamarse
La fascinación de las palabras.
Aquel 28 de junio marcaría un antes y un después en la literatura argentina. Con una venta de 5.000 ejemplares en el primer año (nada desdeñable, pero tampoco signo inmodificable de la incidencia que tendría entre escritores y escritura),
Rayuela se convirtió, de inmediato, en un clásico. Un año después, el propio Cortázar declaraba en una carta a
Manuel Antín lo que podría haber cambiado la historia:
Rayuela no iba a llamarse así, sino Mandala: “De golpe comprendí que no hay derecho a exigirles a los lectores que conozcan el esoterismo búdico o tibetano; pero no estoy arrepentido por el cambio”.
Como homenaje al medio siglo de historia de
Rayuela,
Miradas al Sur reproduce dos cartas de Cortázar a Francisco Porrúa, su legendario editor. Una, con las correcciones finales que deberá hacer a la novela. Otra, donde da por recibido el libro impreso y anticipa los próximos.
A Francisco Porrúa
París, 21 de mayo de 1963
Querido Paco:
Bueno, ya está. Esta mañana, entre mate y mate, llegué al no-final de Rayuela. Creo haber corregido las páginas bastante bien, aunque reconozco que los errores más visibles fueron magníficamente descubiertos y castigados por los revisores de la editorial. Me gustaría que les dieras las gracias de mi parte, si los conocés personalmente. No sé por qué, pero desde aquí, tan lejos, me conmueve comprobar la minucia y el cuidado de ese trabajo tan resbaladizo y poco grato. Si estuviera en Buenos Aires, iría personalmente a darle las gracias al corrector.
Tengo tanto que decirte sobre tantas cosas que no sé por dónde embocar. Si querés, arrancamos por lo más peliagudo, la famosa nota inicial. He escrito cerca de veinte textos, hasta llegar a éste, que me harás el favor de escrutar minuciosamente.
Tablero de dirección.
A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros.
El primero se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.
El segundo se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo. En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista siguiente:
73 - 1 - 2
* * *
Con objeto de facilitar la rápida ubicación de los capítulos, la numeración se va repitiendo en lo alto de las páginas correspondientes a cada uno de ellos.
Ojo: si aceptás esto –con o sin modificaciones– hay que pensar que la página 8 queda en blanco, y que no es posible renumerar todo el ladrillo. En consecuencia, cabría decir:
“En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista que aparece en la página 8” (en vez de: “la lista siguiente”. Personalmente, yo preferiría con mucho que esa lista quede incluida dentro de las instrucciones generales, pero se plantea el problema de la página 8 que quedaría en blanco. Vos decime lo que te parece mejor, y no vaciles en criticar a fondo todo esto.
Me parece que en esta forma, los de la editorial ya no tienen razón alguna para producir su nota profiláctica. ¿O la siguen teniendo? Basta leer las instrucciones para darse cuenta de que el responsable de las “anormalidades” gráficas es el AUTOR.
Espero que López Llausás lo admita. En mi opinión, toda nota de la editorial sería un rotundo papelón de su parte. Pero si la presión es demasiado fuerte, te repito que sos plenipotenciario: hacé o aceptá lo que te parezca mejor.
El título irónico y liviano de "Tablero de dirección" me lo inspiran los automóviles, como comprenderás. Si no te gusta, pensá otro y sugerímelo. He querido quitarles toda pedantería a esas instrucciones, cosa bastante difícil. De ahí la referencia a las estrellitas, que me gusta mucho, y el tono liviano de la redacción. Más que eso no sé qué hacer. Pero vos decime francamente cómo te suena la cosa.
Bueno, Paco, ahora paso a cosas muy importantes que conciernen al texto. Cebá un mate, o prepará un vaso de caña, encendé la pipa y teneme, todavía, un poco de paciencia.
1) Vos te habrás fijado que cuando hay 2 o 3 capítulos que se leen de corrido, yo no puse ninguna remisión al pie, dando por sentado que el lector dará vuelta la página y seguirá adelante.
Ahora bien, al leer las pruebas como lector, me sorprendió y me molestó ese blanco al pie de algunos capítulos. Tuve un momento de sorpresa y de desconcierto. Entonces, después de pensarlo bien, decidí que EN TODOS LOS CASOS conviene señalar al pie del capítulo lo que ha de leerse a continuación, aunque sea el capítulo siguiente.
En consecuencia, he marcado las remisiones necesarias. Como una errata en esas remisiones sería absolutamente fatal, porque el tren agarraría por una vía distinta y entonces cien muertos y trescientos heridos, te pido un checking adusto de las páginas siguientes:
23, 47, 48, 166, 219.
En esta última, el texto llega hasta muy abajo. Por consiguiente, si la remisión no cabe, creo que se puede subir un poco el texto hacia la mitad de la página, donde hay un espacio. 253, 265, 330
2) Lo que sigue, son casos críticos, en los que tu control personal me parece imprescindible. Es el tipo de problemas que el autor resuelve yéndose en persona a la imprenta y verificando hasta último minuto. Pero yo dormiré tranquilo en París, gran desgraciado que soy, sabiendo que vos lo vas a hacer por mí, y mucho mejor. Ah, Paco, cuánta gratitud te debo, y qué difícil es decirlo, y cómo te reirás bajito, gran monstruo. En fin, aquí van mis problemas que me tienen pendiente-de-un-hilito. (No te extrañe que las páginas las cite salteadas, porque fui encontrando los problemas a lo largo de la lectura no consecutiva.)
P. 438.- En la primera frase, "vanos" y no "vano". Importante, porque es el arranque del libro. Ya estoy como Flaubert, ma parole.
P. 40.- Me piden ganar una línea. Pero a la vez parecen haber indicado la solución. Como no estoy muy seguro, vos dirás.
P. 56.- Que le dejen el acento a zás. Hay que ver cómo pierde fuerza y sentido sin él. Además, más adelante hay varios zás y no le quitaron el acento, de modo que OK.
P. 58.- ¿Por qué me marcaron "tranvía"? ¿No hay tranvía a Pocitos? Si es así, poné bondi u ómnibus, yo soy muy amplio en materia de transportes.
P. 550.- Controlar que las dos últimas líneas las pasen correctamente a la página siguiente, y que no hagan saltar la remisión al hacerlo.
P. 91.- Se comieron algunas líneas, y las han marcado a mano. Como tendrán que hacer un recorrido de una punta de páginas, controlá que no haya una metida de pata. La página 92 está infernalmente sucia.
P. 105.- Un hombre culto me agregó un "lo" en la segunda línea, sin darse cuenta de que cuatro líneas más abajo se hace referencia a ese error. Comprobá que lo saquen.
P. 132.- Hay que ganar una línea. Para más claridad, yo repetí en lo alto de la página el texto definitivo.
P. 533.- Hay un "o" muy importante.
P. 179.- La palabra "viejo" no va en bastardilla.
P. 631.- Hay varias líneas arrevesadas.
DANGER -> P. 408 - CAVE REMISIONEM!!! Errata en la remisión. Es 70.
P. 468.- En los blues de Duke Ellington, se comieron un "the" importante. Y hay también un lío con unos ¿ ?
P. 493-4.- Una parte del texto pasa de la 494 a la 493. Como es de noche y en la escalera no hay mucha luz, sería una lástima que se trabucara. Vos encenderás tu hermosa linterna Eveready y resolverás todo.
P. 252 y 253.- Esto me ha hecho rabiar como un turco. Al final de un capítulo que me parece supertenso, donde todo desemboca en un final... te piden con absoluta tranquilidad que ganes ¡dos líneas! Coño, y en un texto corrido para colmo. Y por si fuera poco, al pie hay que agregar la remisión, lo cual exige otra línea más, supongo. En consecuencia, he sacado todo el texto posible en la página 253, pero te pido encarecidamente que mires estas dos páginas con toda la atención posible, porque yo creo que en el fondo son las que más me gustan de la primera parte del libro.
P. 265.- Ojo: aquí hay otra remisión que agregar (-39). Y además, viene una línea de la página anterior.
P. 561.- Suprimí una frase que, según descubrí, no tenía sentido a esta altura del relato (probablemente en un baraje anterior, este capítulo se situaba después, o algo así). En consecuencia, habrá que hacer un recorrido, que te pido controles.
TOP DANGER -> P. 537.- CAVE REMISIONEM!!! ¡Errata! Es (-49) y no (-41). ¡Madre mía!
P. 425.- Es gracioso, la vinieron a errar justo en la palabrita "lo" que es la idea esencial de ese pasaje, el agujerito, etc. Creo que merece un checking de última hora.
P. 618.- Como lector de Rayuela ya impresa, empiezo a llevarme mis sorpresas. Por ejemplo; no he podido entender la razón profunda (si era profunda) de esta cita. Sé muy bien que la tenía, y que el pasaje de Prévost, que leí en Buenos Aires la última vez que estuve, me pareció iluminador. Pero ahora no me ilumina nada, absolutamente nada, y me parecería absurdo conservarlo cuando se puede cambiar sin catástrofes tipográficas, ya que es el único texto de la página. He elegido un poemita de Octavio Paz que preludia el tema del "doppelgänger", y que es en sí un muy hermoso poema. Please, verificá que dispongan los versos como los he escrito, porque de lo contrario Paz me hará Guerra.
P. 377.- ¡Esto es propio la caída de la estantería! Los muchachos me piden "dar una línea más". Pero, como verás por lo que he anotado al margen, no se puede porque este es justamente el "capítulo secreto" (al que nunca se remite, y que sólo se lee si se elige el sistema de leer de corrido, que no elegirá nadie). Ahora bien, este capítulo repite, con algunas omisiones, textualmente el pasaje de p. 588-9, que a su vez habría que alargar una línea, cosa que naturalmente no se puede hacer. De modo que lo mejor será estirar de a poco el chuinga sin tocar el texto para nada, hasta ganar esos pocos espacios que van de la palabra "lágrima" al comienzo de la línea siguiente.
P. 397.- Página muy sucia. Hay que ganar una línea (se gana, como verás). Pero además hay un diálogo trabucado, en un momento muy importante, y es ahí donde te pido que estés atento.
P. 277.- Cambié una frase (calculando la extensión para no que no haya problema).
P. 617.- Han puesto "Gelio" a secas. Yo creo que puse Aulo Gelio, y que siempre se dice así. Si estás de acuerdo, agregalo.
ADDENDA: En el famoso orden o lista de lectura, he señalado que al final sería mejor que en vez de un punto dejaran un guión, para que el lector vea que el libro sigue "abierto" y comprenda el juego de ese vaivén final entre 131, 58, otra vez 131, y así al infinito. Vos verás si se puede.
Desde luego, a lo que más miedo le tengo es a una errata de último momento en este Orden o Lista de lectura. Si en algo te pido que te fijes número a número es en eso. En las pruebas, taché demasiado el número final (queriendo señalar eso que te digo más arriba, o sea sustituir el punto por un guión); pero no vayan a creer que ahí va otro número o cosa parecida. Es siempre el 131.
Una última cosa: Desde la página 601 hasta el final, falta la numeración impresa a pie de página. Supongo que eso lo agregarán sin inconvenientes, aunque no me explico por qué no lo hicieron ya. El corrector puso en la página 601: "Faltan folios hasta el final". Vos verás. Aunque esa numeración a mí poco me importa, en cambio supongo que tiene valor bibliotecológico y esas cosas para el futuro.
* * *
Bueno, Paco, creo que te he dicho todo lo que tenía que decirte, I have made a clean breast of it. Ahora me voy por una semana a Sestri Levante a dejar que mis ojos miren –aparte de algunas películas latinoamericanas– el Mediterráneo color de vino y la redonda hermosura de la pizza. En el ínterin vos tendrás tiempo de asimilar esta tremenda andanada de erratas y otras calamidades. López Llausás me reitera en su última carta que quieren sacar el libro en julio, y a mí me parece muy bien. Es decir que en caso de que vos quisieras consultarme por última vez antes de dar el "bon à tirer", me podés escribir a París apenas tengas ganas. Yo estaré de vuelta en casa entre el 2 y el 3 de junio, es decir que todavía contaríamos con tiempo suficiente para dialogar sobre el "tablero de dirección" o lo que sea. Aunque las primeras noches no dormí al comprobar ciertas erratas o ciertas remisiones equivocadas, ahora que te las he señalado minuciosamente, me quedo perfectamente tranquilo.
Si te querés divertir, conseguí el número de abril de Américas, la revista de la Unión Panamericana (suele verse en las embajadas, ateneos, peluquerías de lujo, etc.), donde un señor peruano ha escrito un larguísimo y bastante bien documentado artículo sobre mí, con apoyo de fotos, documentos, fuentes bibliográficas, confidencias personales y confidencias sobre mi casa de París, mi mujer, mi aire de arlequín interminable, y otras cosas. Como la revista circula mucho en los ambientes arriba señalados (hay edición en inglés y en portugués, además), ese artículo me ha traído una lluvia de cartas de admiradores de todas partes de Latinoamérica. Podés decirle a López Llausás (como tantas, tantas veces se lo he dicho a Urgoiti) que el noventa por ciento de esos lectores se quejan de que no pueden conseguir mis libros en ninguna parte, y que los leen de prestado o gracias a circunstancias fortuitas.
Te mandaré sin falta Final del juego, como me lo pedís. Qué te parece si esperamos a que salga Rayuela, así yo le pego entretanto una ojeada final. Buena noticia para el editor (a menos que no sea buena): además de los cuentos originales de Final del juego, hay muchos más, que hacen un total de 18. Te aseguro que el librito mexicano se convierte así en un volumen sólido. Incluso andá pensando si no sería más inteligente cambiarle el título, ya que los 8 cuentos iniciales quedan bastante mezclados con los otros 10.
Y basta, y de nuevo gracias, y escribime largo. Yo te contaré de Sestri Levante, donde acabo de saber que me encontraré con Alejo Carpentier, Asturias, Alberti, y otros monstruos de la categoría TOP. Qu’est-ce qui’ils vont faire dans cette galère, Dios lo sabe.
Con un gran abrazo a Sara cronopio, otro casi mortal para vos de
Julio
P.S.:Las pruebas salen junto con ésta, por paquete certificado a nombre de López Llausás, para que la cortesía reine inequívoca.
Pruebas de galera de Rayuela - notas y observaciones. Primero de todo: Las pruebas están estupendas, y me han dado muy poco trabajo. A esos amigos desconocidos, cuyos nombres he ido encontrando a lo largo de las páginas: Bruni, Roberto, Castro, Blasco, y a todos los que intervinieron en la impresión, ¡muchísimas gracias!
1) Devuelvo el ejemplo de compaginación que me remitieron. Es exactamente lo que yo deseaba.
¿Cómo se resolverá el problema que planteen los "capítulos" que sólo contienen unas pocas líneas de texto? (P. ej., 149 o 150.) El ideal sería que la página contuviera solamente esas líneas, pero no sé si tantos blancos molestarán desde el punto de vista gráfico. De todas maneras, si se decidiera llenar el blanco con el comienzo de otro capítulo, eso plantearía el problema de tener que colocar dos números en la parte superior de la página, con la consiguiente complicación para el lector. Yo no tengo experiencia para sugerir una solución, pero me parece que los capítulos deben iniciarse todos en página aparte, aunque luego sólo tengan unas pocas líneas.
2) Al ir corrigiendo, agregué al comienzo de cada capítulo su número correspondiente. En las galeras sólo aparecía el número correspondiente a las remisiones al final de cada capítulo.
Nótese la diferencia: las remisiones van entre paréntesis, siempre, mientras que los capítulos no.
A las remisiones les agregué un guión (p. ej.): (-131). Me parece que ese guión tiene un cierto valor psicológico, le quita a la remisión ese aire puramente matemático que da la cifra a secas entre paréntesis.
3) La "novela" propiamente dicha termina en el capítulo 56 y, en su forma impresa, en la galera 164. Ahora bien, aunque al final de ese capítulo se remite al capítulo (135), sería necesario usar algún ardid tipográfico para mostrar que ahí acaba la novela y que lo que sigue forma parte de lo que he titulado "capítulos prescindibles". Por ejemplo algo así:
inclinarse apenas hacia afuera y dejarse ir, paf se acabó.
(135)
Y luego, en la página siguiente, aparecería el título general:
De otros lados. (capítulos prescindibles).
4) Estudié la cuestión de las palabras y frases en francés que aparecen indistintamente en bastardilla o en redonda. Siempre que fue posible, normalicé la cosa. De todos modos, hay momentos en que ciertas palabras sueltas en francés deben salir en bastardilla, mientras que su repetición algo más abajo ya no la necesita, porque están integradas en el contexto o íntimamente ligadas a la personalidad del que habla, etc. En la mayoría de los casos suprimí las bastardillas, como se verá.
5) Uniformidad de los vocablos. También aquí he seguido (y agradezco) las indicaciones de ustedes. "Metro", por ejemplo, saldrá sin acento en todas partes, etc.
Cielo raso. Parecería que ésta es la forma correcta. Yo empecé por escribir "cielorraso" (forma que creo se ha usado mucho en la Argentina), pero al final dejé "cielo raso" cada vez que lo encontré escrito así. Les dejo a ustedes decidir en última instancia. En otros casos opté resueltamente por una forma: p. ej., "bohardilla", y "Schoenberg". Me sorprendió que "refusilo" se escribiera con ese, yo siempre lo imaginé con c.
6) En efecto, en galeras 151-152 hay el mismo texto que en 227-228. Es deliberado, porque según la forma que se lea el libro (de corrido o siguiendo las remisiones) se leerá uno u otro de esos capítulos.
Creo que por el momento esto es todo. De nuevo, muchas gracias por la espléndida ayuda que me están prestando.
A Francisco Porrúa
París, 26 de julio de 1963
Mi querido Paco:
Espero que hayas recibido mi telegrama, digno de Julio César por su concisión; pero la verdad es que por cable, cualquier frase de más de dos palabras suena horriblemente cursi. Imaginate que te hubiera puesto LLEGÓ RAYUELA STOP MUY CONMOVIDO STOP. O BIEN: ACUSO RECIBO LADRILLO STOP ¿YO ESCRIBÍ ESO? STOP ABRUMADO POR PESO DEL ARTEFACTO STOP. De modo que opté por la vía del pudor, pero no quise que pasara más tiempo sin que supieras que, por fin (¡cuántos años, ya!) el círculo se había cerrado y esta vieja mano que escribió esas viejas páginas palpaba casi incrédulamente un volumen de fondo negro.
Quisiera estar en Buenos Aires para decirte que nos tomáramos un vino juntos y entonces, vagando por alguna calle de noche, decirte a mi manera todo lo que aquí se enfría y se ordena en rayitas horizontales y se convierte en idioma. La gratitud es incómoda, decía no sé quién; no es que sea incómoda en sí, es que resulta casi imposible, entre hombres, hacerla sentir si no es con uno de esos gestos casi imperceptibles, ofreciendo un cigarrillo o rozando apenas un hombro, o quedándose callado en el momento en que los manuales de buena educación ordenan decir las frases justas. Pero por suerte vos y yo nos hemos visto lo bastante en esta vida como para saber que mucho de lo que no nos decimos queda dicho para siempre. Me basta con que estés seguro de eso.
Che, la edición salió muy bien. Le mostré el libro a Julio Silva, autor de la primitiva y eclipsada maqueta, y encontró que la cosa había quedado bastante bien. Por mi parte, me declaro muy satisfecho, sobre todo después de haber visto, con pocas horas de intervalo, dos o tres de las últimas ediciones de novelas de Losada, con esas tapas que parecen para escuelas de deficientes mentales. Nuestra rayuelita es muy digna, muy copetona, y sobre todo en el lomo queda preciosa. Yo no sé lo que pensás vos, pero a mí lo que más me gusta de la tapa es el lomo; deben ser mis atavismos de carnívoro argentino.
En cuanto al interior de ese macizo bloque literario, comprenderás que todavía estoy lo bastante cuerdo como para no ponerme a leerlo; pero, eso sí, me precipité tembloroso sobre las remisiones y las controlé con-el-alma-en-un-hilo. Tratame nomás de desgraciado, tenés todo el derecho del mundo, pero hasta último minuto no me pude sacar el temor de que un numerito dado vuelta o algo así hiciera patinar toda la máquina. Bueno, el trencito recorre todas sus estaciones, y hasta deja de lado las que deben quedar escondidas. En cuanto a Morelli, estaría encantado, viejo de mierda, al descubrir que el papel que me ha concedido Sudamericana es lo bastante transparente como para que algunos capítulos puedan leerse del derecho y del revés al mismo tiempo, lo que constituye un sensible progreso sobre el capítulo donde el pobre Pérez Galdós paga el pato. Bromas aparte, lo del papel lo comprendo muy bien, porque con otro de más cuerpo, el libro hubiera asumido las proporciones de una mochila de boy scout.
Bueno, como soy buen pagador, el mismo día en que llegó Rayuela puse obras a la mano y te mandé, por avión y certificado (me costó horrores) el manuscrito de Final del juego. Me había hecho mucha gracia ver anunciado el libro en el último boletín de novedades; tenía algo de fantasmal, puesto que todavía estaba en veremos, pero ahora verás que va de veras. Espero, eso sí, críticas y comentarios sobre el libraco. Creo que en una anterior te preguntaba si debíamos mantenerle el título de la edición mexicana. Sudamericana lo anuncia así, y probablemente sea lo mejor. Pero verás que la edición hace un libro bastante relleno, aunque ligeramente póstumo, ya que todo lo que contiene precede en todo sentido a Rayuela y, en ese sentido, se parece a las rejuntas que hacen los editores cuando el maestro ha fenecido y hay que dar al mundo una última ocasión de gastarse unos pesos y completar la colección. Incluso el título se vuelve extrañamente lapidario (de lápida). Me gusta, al fin y al cabo ya te dije una vez que ahora pienso dedicarme a la pintura y a la fiaca. Dentro de once meses tendré 50 años, ya es tiempo de empezar a hacer algo en serio.
Tengo una leve sospecha de que me debés una carta, y ya sería bueno que te pusieras a la máquina y me contaras de vos, de Sara, de Minotauro y de Esteban. Yo no tengo mayores noticias, como no sea que a fines de agosto vuelo por una semana a Helsinki, donde la plana mayor de Interpol ha tenido la insensata idea de reunirse; como de costumbre, les traduciré al español sus sesudas discusiones sobre la marihuana y el tráfico de diamantes. Entre tanto cambio cartas con Manuel Antín, que quiere filmar "Circe", y le escribo diálogos; es una experiencia interesante pero también un poco póstuma. En cuanto a "El perseguidor", la adaptación cinematográfica de Sergio Renán, tuve la tristeza de verla en el festival de Sestri Levante. En fin.
Para divertirme leo El lado de la sombra de Bioy Casares, que se repite un poco pero siempre acierta con frases que me devuelven vertiginosamente a lo más puro de mi pasado porteño. Curiosa coincidencia: En un cuento de ese tomo, que se llama "Un viaje o el mago inmortal", el protagonista busca pieza en el hotel Cervantes (donde yo ubiqué mi "puerta condenada") y como no la encuentra, se pasa a otro hotel donde, desde su cuarto, oye lo que pasa en el de al lado. Si bien lo que pasa es diferente de lo que pasaba en mi cuento, en los dos casos se descubre que en vez de dos personas sólo había una en la habitación de al lado... ¿No te parece bastante asombroso? Fíjate que de ninguna manera insinúo que Bioy conocía ya mi cuento (a lo mejor escribió antes el suyo, ya se sabe que la fecha de publicación no quiere decir nada); pero en cambio me maravilla el poder mágico de los hoteles montevideanos...
Bueno, Paco, me quedo a la espera de tus noticias. Te quisiera decir tantas cosas más, pero no sé, hay como un bloqueo. When shall we two meet again / In thunder, lightning, or in rain? (¿Cuándo nos vemos de nuevo los dos, con truenos, relámpagos, o con lluvia?). Por lo menos escribime vos, para mostrarme la recta vía. Mi cariño a Sara, y un abrazo fuerte para vos de Julio.
Rayuela por Tomás Eloy Martínez
Año 6. Edición número 266. Domingo 23 de junio de 2013
Estaba a un paso de cumplir medio siglo cuando publicó Rayuela. En los Papeles inesperados se incluye una evocación que hizo 10 años más tarde, en la que declara su asombro porque los personajes individualistas de su novela, absortos en búsquedas metafísicas, hubieran sido capaces de atraer a una generación que soñaba con cambiar el mundo. “Mientras los ‘viejos’, los lectores lógicos de ese libro, escogían quedarse al margen, los jóvenes y Rayuela entraron en una especie de combate amoroso, de amarga pugna fraterna y rencorosa al mismo tiempo, e hicieron otro libro de ese libro, que no les había estado conscientemente destinado.”
Ese libro, sin embargo, iba a deslumbrar a más lectores de los que Julio se atrevía a imaginar. E iba a hacerlo durante más tiempo que cualquier otro libro de la época, llevándose por delante a viejos y jóvenes y a las generaciones para las que él sigue siendo el autor muerto de una obra viva.
Si Borges dejó en la literatura argentina el lujo de una escritura inteligente en la que cabía el universo, Cortázar enseñó a trastrocar todos los órdenes del lenguaje y a recuperar el desdeñado acento latinoamericano. Rayuela fue, en muchos sentidos, la cifra de generaciones. Es una felicidad rebelarse contra el mandato que Cortázar inscribe en el Tablero de Direcciones y releer la novela en desorden. El autor aconsejaba seguir cierto orden en los capítulos, pero no se habría quejado de la desobediencia: estaba a favor de todas.
Jazzuela. El jazz en Rayuela, la novela de Julio Cortázar
Jazzuela. El jazz en Rayuela, la novela de Julio Cortázar.
Escrito por Pilar Peyrats Lasuén.Encuadernación: Rústica con solapasPáginas: 141Editorial: Satélite KAño edición original 2001 pero edición actual de 2011ISBN: 978-84-615-4500-1Edición que incluye CD
CONTENIDO:
- Introducción: La brecha en el tiempo, por José Morella - Julio Cortázar: Una biografía musical - Cortázar y el jazz - El jazz en Rayuela - Letras de los blues - Los músicos - Bibliografía sobre Cortázar - Bibliografía sobre jazz - Guía de audición CD- Homenaje a Julio Cortázar
Jazzuela, El jazz en Rayuela la novela de Julio Cortazar (Editorial Satélite K)
LINK A LA MUSICA
El título del presente libro, Jazzuela, es la conjunción de las palabras jazz y Rayuela. Rayuela es la obra magna del excelente escritor y traductor argentino Julio Cortazar, así como una de las más importantes de Latinoamérica de todos los tiempos. Una obra que rompió los cánones del género de la novela tal y como se encontraba concebida en la época que se publicó, en el año 1963, a consecuencia que Cortazar escribió y concibió Rayuela en una estructura libre que permitía la lectura de la misma de diferentes formas (de forma tradicional comenzando por la primera página o utilizando el Tablero de Dirección que contiene la novela, que permite la lectura saltando y combinando los capítulos; o también –y como tercera posibilidad- puede ser leído según el gusto del lector, que puede hacerlo por donde crea oportuno).
El título del libro que se comenta viene a señalar una circunstancia importante en la novela, y es la presencia de la música a lo largo de los capítulos de Rayuela, y muy especialmente del jazz. Cortazar ya dio señales de su gusto musical en el excelente cuento de El Perseguidor, un relato que apareció junto a otros en el año 1959 en libro Las Armas Secretas. El Perseguidor es una especie de “pequeña Rayuela”, porque de alguna forma anticipa los contenidos y principalmente las atmósferas de la gran obra que publicó posteriormente. La dedicatoria que lleva el relato de El Perseguidor es claramente ilustrativa, “In memóriam Ch. P”, un claro homenaje a la figura del saxofonista Charlie “Bird” Parker. Apuntar que algunos de los relatos que publicó Cortazar contenían formulas narrativas, lenguajes y recursos estilísticos que sirvieron de prueba para a posteriori poner en práctica en Rayuela.
Jazzuela. El jazz en Rayuela, la novela de Julio Cortázar, es un libro que hará las delicias de muchos aficionados, tanto a los de la literatura como a los de la música. El libro hace un repaso a través de una interesante biografía musical de la vida del escritor, siendo su propia biografía la que corre de forma paralela a la evolución estilística del jazz. Todo y que es el estilo y principalmente el espíritu del bebop uno de los que más manifiestamente ha quedado retratado en la obra de Cortzar, tal y como quedo reflejado en el relato de El Perseguidor, en donde el escritor argentino narra la vida y vicisitudes de saxofonista Johnny Carter (en homenaje a la figura de Charlie Parker), su nombre era una mezcla de los dos saxofonistas altos que existían en la escena jazzística antes de la aparición de “terremoto” Charlie Parker: Johnny Hodges y Benny Carter. Cortazar vivió en París gracias a la concesión de una beca para estudiar, lo que le permitió imbuirse del jazz que se desarrollaba en las cavas parisinas.
Jazzuela. El jazz en Rayuela… recopila los temas de jazz así como las letras de los temas blues a los que hace alusión Cortázar, junto con la cita de los capítulos de Rayuela en que aparecen, principalmente entre los capítulos 10 y 18 de la novela, en donde un grupo de amigos (autoproclamados como el Club de la Serpiente), tienen el hábito de quedar en las noches parisinas para beber y escuchar jazz. Ese jazz que escuchan los amigos del Club de la Serpiente, no se dan cuenta que forma un elemento más del desarrollo, del espacio temporal y del espíritu de la novela.
El libro así mismo hará las delicias de los aficionados al jazz, pues acompaña un disco compacto que recoge las grabaciones de jazz y de blues que son aludidas en los capítulos de Rayuela, que no sólo son determinantes en el texto, sino que de alguna forma invitan al lector a disfrutar de una especie de pequeño recorrido por parte de la historia del jazz a tenor de la músicos que aparecen en el mismo como por ejemplo Lionel Hampton, Coleman Hawkins, Dizzy Gilliespie, Bessie Smith, Louis Armstrong, Duke Ellington, Earl Hines, Jelly Roll Moton u Oscar Peterson.
Miguel Zenoón & Laurent Cop, Rayuela (Sunnyside Records, 2012)
Señalar para un mayor abundamiento en relación a este libro comentado que, se ha publicado recientemente una grabación liderada por Miguel Zenón & Laurent Coq denominada Rayuela, un proyecto cuyo repertorio fue escrito a partes iguales por ambos músicos con el fin de musicalizar a nivel jazzístico personajes y escenas de la obra comentada de Rayuela. La instrumentación es inédita, pues a la presencia del piano y saxo alto se suma la presencia del violonchelo y el trombón de Dana Leong, y las tablas y la batería de Dan Weiss. El compacto esta publicado por el sello discográfico Sunnyside Records. En su momento haremos referencia a este proyecto en Jazz Recordings.