Elio Salcedo reflexiona sobre la incidencia de los medios en la construcción de la realidad y de la política.
Por Elio Noé Salcedo*
http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-153558-2010-09-22.html
Contrariando a los mismos maestros del materialismo dialéctico, la ley de medios ha puesto en el tapete que la realidad social se construye primero en la mente de las personas, es decir a través de la visión o representación mental que las personas tienen de la realidad objetiva... “Todo es según el cristal con que se mira”, decía un viejo refrán. Pues bien, de esa batalla se trata.
En efecto, la historia oficial que conocimos en la escuela, en el colegio y aun en la universidad, como demostraron Arturo Jauretche y otros revisionistas nacionales, fue el fruto de una política de la historia. Del mismo modo, la práctica monopólica de los medios que estuvo vigente hasta ahora tiene su fundamento en aquella política de la historia y constituye a su vez una política de construcción de la realidad cotidiana, que es lo que debemos cambiar de aquí en adelante con la nueva ley de medios.
La historia falsificada, decía Jauretche, “es hoy un simple hecho de poder” y “subsiste en la medida en que la oligarquía y el extranjero sostienen los instrumentos de difusión, privados o del Estado, pero completamente al margen de la ciencia y de la opinión”... Por eso es que duele tanto esta ley: porque estamos quitándoles poder político, económico e ideológico a la oligarquía bicentenaria y a los poderes antipopulares y antinacionales, que son socios tanto en los negocios como en su visión del país y del mundo. Es ésa también la razón de tanta ferocidad con la que se han disparado hasta hoy informaciones o desinformaciones de “grueso calibre” para vencer al que antes se lo neutralizaba o se lo acallaba con el fusil en la garganta.
Sin esa política de falsificación de la historia, por un lado, y de esa otra de construcción ficcional de la realidad cotidiana en la mente de las personas no se podría explicar que durante estos doscientos años de historia el pueblo argentino avanzara retrocediendo, de derrota en derrota, a pesar de estar dadas todas las condiciones objetivas para triunfar. No podríamos explicarnos si no que ese proyecto agroexportador exclusivo y excluyente de todo lo que no fuera exportación de materias primas de la zona pampeana y litoral, fuera exitoso en un país tan vasto, productor de tantas otras materias primas y necesitado de una industria propia y del trabajo y dignidad para todos, que da la industria nacional. Ese país inclusivo y para todos no entró nunca y sigue sin entrar en los planes de esa oligarquía que derrocó a tantos gobiernos populares y que monopolizó hasta ahora los medios de difusión, de la educación y de la cultura durante casi toda nuestra historia.
Si no, no se explicaría que gobiernos de inmenso avance y poder popular como el del Dr. Yrigoyen (1916/22; 1928/30), o el del Gral. Perón (1946-55), y también el del Gral. Perón e Isabel Perón (1973-76), terminaran en semejantes derrotas por sendos golpes de Estado, con los mismos argumentos que utilizan hoy los medios monopólicos y sus socios económicos y políticos para tratar de voltear al actual gobierno. Es que, antes de derrotarlos por las armas, esos gobiernos populares fueron debilitados en la opinión pública por los medios de difusión y de la cultura. Claro, ahora esos intereses contrarios a nuestro país y a nuestro pueblo no cuentan ya con el auxilio de un brazo armado, que hoy está al servicio de la Patria como en tiempos de San Martín y de Belgrano.
No obstante, aunque los golpes de Estado en nuestro país ya no tengan vigencia como “continuación de la política por otros medios”, la manía de voltear gobiernos populares sigue vigente, y ello tiene una sencilla explicación de carácter político: siguen vigentes los mismos intereses, los mismos modelos en pugna y los mismos proyectos de nación antagónicos y excluyentes. Por eso afirmamos que la política por otros medios continúa, y la madre de las batallas no ha concluido.
* Docente investigador de la UNSJ y del Ciicap (adscrito al ISER).
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