martes, 3 de abril de 2012

LOS GUIONISTAS CUENTAN LAS CLAVES DE LOS LIBROS CINEMATOGRÁFICOS

CLAVES DE LOS GUIONES CINEMATOGRÁFICOS

La amplia sala está completamente a oscuras. El silencio se va imponiendo al murmullo. La gente se acomoda en sus butacas. Como una hoja en blanco, la pantalla se exhibe en toda su amplitud. Parece ser, de alguna manera, la situación básica e insoslayable a la hora de escribir. Pero no: es el comienzo de la ilusión del cine. La pared blanca de enfrente se llenará de imágenes y sonidos que buscarán principalmente convencer al espectador de que esos hechos que muestran están ocurriendo ante sus ojos y, según el género cinematográfico en el cual se inscriba la película, procurará conmover, emocionar, asustar o divertir.

Lo que tienen los espectadores frente a sus ojos es, también, el final de una historia que empezó mucho antes y que involucró a muchos hacedores. Y uno de los aspectos imprescindibles que posibilitan la realización de un film es la tarea del guionista. «Yo difícilmente trabajo a partir de una idea propia. Me contratan para escribir una película determinada o, a veces, es algún tema que a mí me interesa tocar», señala Jorge Maestro, guionista de películas como Papá por un día y de muchos programas de televisión, entre ellos Por amor a vos.

Otros de los comienzos posibles para la escritura de un guión es la preexistencia de una novela o un cuento. «Fue un gran desafío mantener en el guión lo que era para mí la esencia de la historia y de los personajes. Fue un trabajo arduo», comenta el escritor Eduardo Sacheri, autor de la novela La pregunta de sus ojos, que fue llevada a la pantalla grande con el título de El secreto de sus ojos, por Juan José Campanella.
 
Básicamente hay dos tipos de guiones, dependiendo del momento en que se encuentre la producción. El texto que escribe el guionista antes de que el productor decida llevarlo adelante se denomina «guión literario». Luego, ese material se modifica con el agregado de información diversa sobre espacios o locaciones disponibles y otros datos, a fin de concretar la realización; recién entonces se denomina «guión de producción o de rodaje».
«Salvo que sea una historia muy conocida por mí, la primera instancia tiene que ver con investigar acerca de la temática», dice Maestro. «Hago entrevistas, voy a conocer el lugar. Es un trabajo de campo que después te da las herramientas para impulsar la creatividad. Hay que armarse de mucha paciencia, porque no todas las cosas surgen de un día para el otro. Y también tener presente que uno tiene que estar concentrado y trabajar sin interferencias».

Por su parte, Sacheri cuenta: «La escritura que realicé con Campanella consistió en una gran trabajo de síntesis. Una novela puede tener 300 páginas, por lo cual necesariamente hay que eliminar cosas, hay que poner todo lo que hay allí en dos horas de película. Y, por otro lado, hay ciertas características propias del lenguaje cinematográfico que exigen, por ejemplo, trasladar el pensamiento de los personajes, descripciones de sus sentimientos». Según Sacheri, se trata de una verdadera tarea de traducción, para dar cuenta de ciertos actos o diálogos. «Hay un duelo y una aceptación de que ciertas cosas del libro necesariamente cambian, se resigna algo, pero es una apuesta a crear algo nuevo». Maestro coincide: «En general la adaptación tiene que tomar los hechos más importantes, y depende también del texto original. Por ejemplo, Los puentes de Madison, una novela de Robert James Waller, estaba escrita casi como un guión y la película es absolutamente fiel. Y en el otro extremo tenemos La insoportable levedad del ser, en cuya película se eliminó toda la filosofía de Milan Kundera y se tomó la anécdota solamente».

Existe un formato exigido en la escritura para cine que tiene que ver con la tipografía, los márgenes, las marcas de los cambios de espacio y la separación clara entre los diálogos de los personajes. «Se relatan las acciones en tiempo presente, en el aquí y el ahora», señala Maestro, coautor junto con María Laura Gargarella del libro de la película sobre Estela de Carlotto. «Las acciones son las que de alguna manera cuentan el conflicto también. Las palabras tienen que transmitir imágenes: no deben contar lo que pasa en una cocina, sino ir a la cocina y mostrarla. Quizás lo más difícil de hacer es el diálogo, algo que requiere mucha práctica y mucha capacidad de observación. Aunque hay ejemplos de grandes películas sin diálogo, como El baile, de Ettore Scola».

La realización de un film es un hecho artístico abarcador, que involucra a una gran cantidad de personas en sus distintas etapas, como si fueran piezas que se van ensamblando entre sí. «Lo escrito es el 10%, porque es como un plano de un arquitecto. El edificio lo conforman todas las personas que se van a sumar, sobre todo el director», comenta Maestro. «Hay una reescritura final con el director, quien después hace su propia versión, así como el editor hace la suya teniendo en cuenta, además, las indicaciones del productor. El guión es lo fundacional de una película, sobre eso se construye la historia, pero no es la película. Sin guión no hay película, aunque éste no esté escrito y sólo exista en la cabeza del director».
Refiriéndose a El secreto de sus ojos, Sacheri, quien recientemente publicó la novela Papeles en el viento, remarca con satisfacción: «Entre otras cosas, creo que fue enorme la potencia y la belleza que adquirió la historia en algunos momentos, como la detención del sospechoso del crimen en una cancha de fútbol o la profundidad afectiva de los dos actores con su amor tácito». El paso de la palabra escrita a la imagen y al sonido resuena a conjuro y alquimia creativa.

Por Marcela Fernández Vidal
Fuente: Revista Acción
Más información: www.acciondigital.com.ar

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