CLAVES DE LOS GUIONES CINEMATOGRÁFICOS
La amplia sala está
completamente a oscuras. El silencio se va imponiendo al murmullo. La
gente se acomoda en sus butacas. Como una hoja en blanco, la pantalla se
exhibe en toda su amplitud. Parece ser, de alguna manera, la situación
básica e insoslayable a la hora de escribir. Pero no: es el comienzo de
la ilusión del cine. La pared blanca de enfrente se llenará de imágenes y
sonidos que buscarán principalmente convencer al espectador de que esos
hechos que muestran están ocurriendo ante sus ojos y, según el género
cinematográfico en el cual se inscriba la película, procurará conmover,
emocionar, asustar o divertir.
Lo que tienen los espectadores
frente a sus ojos es, también, el final de una historia que empezó mucho
antes y que involucró a muchos hacedores. Y uno de los aspectos
imprescindibles que posibilitan la realización de un film es la tarea
del guionista. «Yo difícilmente trabajo a partir de una idea propia. Me
contratan para escribir una película determinada o, a veces, es algún
tema que a mí me interesa tocar», señala Jorge Maestro, guionista de
películas como Papá por un día y de muchos programas de televisión,
entre ellos Por amor a vos.
Otros de los comienzos posibles para la escritura de un guión es la preexistencia de una novela o un cuento. «Fue un gran desafío mantener en el guión lo que era para mí la esencia de la historia y de los personajes. Fue un trabajo arduo», comenta el escritor Eduardo Sacheri, autor de la novela La pregunta de sus ojos, que fue llevada a la pantalla grande con el título de El secreto de sus ojos, por Juan José Campanella.
Básicamente
hay dos tipos de guiones, dependiendo del momento en que se encuentre la
producción. El texto que escribe el guionista antes de que el productor
decida llevarlo adelante se denomina «guión literario». Luego, ese
material se modifica con el agregado de información diversa sobre
espacios o locaciones disponibles y otros datos, a fin de concretar la
realización; recién entonces se denomina «guión de producción o de
rodaje».
«Salvo que sea una historia muy conocida por mí, la
primera instancia tiene que ver con investigar acerca de la temática»,
dice Maestro. «Hago entrevistas, voy a conocer el lugar. Es un trabajo
de campo que después te da las herramientas para impulsar la
creatividad. Hay que armarse de mucha paciencia, porque no todas las
cosas surgen de un día para el otro. Y también tener presente que uno
tiene que estar concentrado y trabajar sin interferencias».
Por su
parte, Sacheri cuenta: «La escritura que realicé con Campanella
consistió en una gran trabajo de síntesis. Una novela puede tener 300
páginas, por lo cual necesariamente hay que eliminar cosas, hay que
poner todo lo que hay allí en dos horas de película. Y, por otro lado,
hay ciertas características propias del lenguaje cinematográfico que
exigen, por ejemplo, trasladar el pensamiento de los personajes,
descripciones de sus sentimientos». Según Sacheri, se trata de una
verdadera tarea de traducción, para dar cuenta de ciertos actos o
diálogos. «Hay un duelo y una aceptación de que ciertas cosas del libro
necesariamente cambian, se resigna algo, pero es una apuesta a crear
algo nuevo». Maestro coincide: «En general la adaptación tiene que tomar
los hechos más importantes, y depende también del texto original. Por
ejemplo, Los puentes de Madison, una novela de Robert James Waller,
estaba escrita casi como un guión y la película es absolutamente fiel. Y
en el otro extremo tenemos La insoportable levedad del ser, en cuya
película se eliminó toda la filosofía de Milan Kundera y se tomó la
anécdota solamente».
Existe un formato exigido en la escritura
para cine que tiene que ver con la tipografía, los márgenes, las marcas
de los cambios de espacio y la separación clara entre los diálogos de
los personajes. «Se relatan las acciones en tiempo presente, en el aquí y
el ahora», señala Maestro, coautor junto con María Laura Gargarella del
libro de la película sobre Estela de Carlotto. «Las acciones son las
que de alguna manera cuentan el conflicto también. Las palabras tienen
que transmitir imágenes: no deben contar lo que pasa en una cocina, sino
ir a la cocina y mostrarla. Quizás lo más difícil de hacer es el
diálogo, algo que requiere mucha práctica y mucha capacidad de
observación. Aunque hay ejemplos de grandes películas sin diálogo, como
El baile, de Ettore Scola».
La realización de un film es un hecho
artístico abarcador, que involucra a una gran cantidad de personas en
sus distintas etapas, como si fueran piezas que se van ensamblando entre
sí. «Lo escrito es el 10%, porque es como un plano de un arquitecto. El
edificio lo conforman todas las personas que se van a sumar, sobre todo
el director», comenta Maestro. «Hay una reescritura final con el
director, quien después hace su propia versión, así como el editor hace
la suya teniendo en cuenta, además, las indicaciones del productor. El
guión es lo fundacional de una película, sobre eso se construye la
historia, pero no es la película. Sin guión no hay película, aunque éste
no esté escrito y sólo exista en la cabeza del director».
Refiriéndose
a El secreto de sus ojos, Sacheri, quien recientemente publicó la
novela Papeles en el viento, remarca con satisfacción: «Entre otras
cosas, creo que fue enorme la potencia y la belleza que adquirió la
historia en algunos momentos, como la detención del sospechoso del
crimen en una cancha de fútbol o la profundidad afectiva de los dos
actores con su amor tácito». El paso de la palabra escrita a la imagen y
al sonido resuena a conjuro y alquimia creativa.
Por Marcela Fernández Vidal
Fuente: Revista Acción
Más información: www.acciondigital.com.ar
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