lunes, 27 de agosto de 2012

SE PUEDE VER UNA VIDA DE GATO, LA PELICULA DE ANIMACION QUE GANO EL OSCAR


  • Siete vidas en Paris


    Una vida de gato se puede ver en el 11º Festival de Cine Nueva Mirada para la Infancia y la Juventud el jueves 30 de agosto a las 9.30 de la mañana en el Teatro Unión (Independencia 2880), el viernes 31 a las 14 en el Centro Cultural del Sur (Av. Caseros 1750) y el sábado 1º de agosto a las 18 en el Espacio Incaa Km 0. (Avda Rivadavia 1635) Más información enwww.festivalnuevamirada.blogspot.com o escribir a info@nuevamirada.com

  • Por Martín Pérez
    Un gato que caza lagartijas para una niña. Una niña que no habla porque hace poco perdió a su padre. Una madre que trabaja en la policía y busca vengar a su marido asesinado por un maleante. Un ladrón que se pasea por los techos de París acompañado por un gato, el mismo que caza animales para demostrarle su amor a su pequeña dueña. Animal de dos dueños, Dino es un gato muy particular. Como todos los gatos, se podría agregar. Cada vez que sale a dar sus paseos nocturnos, disfruta haciendo ladrar al perro histérico de sus vecinos hasta que el chucho recibe un zapatazo de su dueño haciéndolo callar. Durante el día se acurruca al lado de la callada Zoe, y por las noches acompaña al atlético Nico en sus fechorías de guante blanco. Jeanne, la madre de Zoe, está detrás de su pista, pero su objetivo principal desde que se ha convertido en viuda es capturar al malvadísimo Víctor Costa. Las azoteas parisienses terminarán mezclando pistas y protagonistas de esa pequeña maravilla francesa que es Una vida de gato, la sorpresiva defensora de la animación tradicional en la última entrega del Oscar del género, que perdió ante Rango, de Gore Verbinski.


    Una vida de gato es la traducción de Una vie de Chat, suerte de versión felina del dicho “una vida de perros”. Nunca ausentes en sus animaciones, los directores Jean Loup Felicioli y Alain Gagnol son prácticamente gatos honorarios. Se conocieron muy jóvenes, cuando pidieron hacer el servicio civil en vez del militar, y descubrieron que había una pequeña empresa de animación que les permitía realizarlo allí. Casi dos décadas de trabajo conjunto es lo que llevó al dúo –Felicioli se encarga del arte, Gagnol del guión– hasta su debut en el largometraje, después de haber filmado cortos decididamente adultos (muchos de los cuales se supieron ver en Caloi en su tinta). Tanto el paso del corto al largo, como de la temática adulta a la infantil, obedecieron a que son opciones que permiten una financiación más sencilla. “La idea original siempre fue hacer un policial para el público infantil –ha declarado Gagnol–. Desde mi estudio se pueden ver las terrazas de París, y siempre veo a los gatos ir y venir. Siempre fantaseé con la clase de cosas que podrían estar haciendo cada noche. Esta película es una de esas fantasías.”
    Con una secuencia de títulos que recuerda a Saul Bass, una trama capaz de homenajear tanto a Hitchcock como a Tarantino, y una banda de sonido clásica y admirable, Una vida de gato es una película animada cuyos dibujos recuerdan al mejor comic, pero sin olvidar jamás hacerle un guiño a la aventura más cinematográfica. Su deslumbrante estética –que puede remitir a Picasso, Miró o Modigliani– se permite, sin embargo, el dinamismo que necesita la acción. Además, pese a su protagonista felino –y la existencia de diversas caricaturas que airean su historia–, mantiene un aire realista que atrapa al ocasional espectador, más allá de su edad. Eso sí: todos sus policías son buenos, mientras que hay un ladrón bueno, otro malísimo y muchos tontos. Pero el más inteligente de todos, buenos o malos, no es otro que Dino. Pese a su aire de indiferencia, el gato protagonista está siempre listo para defender a los que quiere y también para mostrarles las uñas a quienes quieran hacerles daño.


  • Género: Animación
  • Título: Un gato en Paris (2010)
  • Año del estreno: 2010
  • Director(es): Alain GagnolJean-Loup Felicioli
  • Actor(es):
  • Autorizada: Todos los publicos

  • Sinopsis: Dino es un gato que lleva una doble vida. De día, vive con Zoé, la única hija de Jeanne, una comisaria de policía. De noche, en cambio, se pasea por los tejados de París con Nico, un avezado ladrón. Jeanne no puede más: no sólo tiene que perseguir al intrépido compañero de Dino, autor de varios robos de joyas; sino que además debe vigilar el Coloso de Nairobi, una gigantesca estatua codiciada por Víctor Costa, el culpable de la muerte de un policía, marido de Jeanne y padre de Zoé, encerrada desde entonces en un mutismo total. Los sucesos se precipitan la noche en que Zoé sorprende a Costa y su banda. Se inicia entonces una persecución hasta los tejados de la catedral de Nôtre-Dame.

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