La asociación que los reúne busca acercar películas a los estudiantes y recursos a los debutantes
Renovación y cambio. Y no necesariamente en ese orden. Por un lado, Directores Argentinos Cinematográficos inauguró una moderna sede en el barrio de Villa Crespo (aunque, tratándose de quienes son, más valdría decir que "estrenaron"). Y por otro se plantearon la intención de realizar actividades de cara a la sociedad, en una campaña que desde la persuasión y apelando a la popularidad de muchos de ellos pretende reencauzar al público remiso y afianzar su vínculo con la filmografía nacional.
"En abril lanzamos la campaña El cine argentino va a la escuela, con el propósito de rescatar la experiencia de ver cine en el cine y, además, como un hábito comunitario", celebra Juan Bautista Stagnaro, presidente del Consejo de Administración de la Fundación DAC y vicepresidente de la entidad.
Las alarmas se encendieron cuando un relevamiento reciente señaló que cuatro de cada diez adolescentes no fueron a una sala cinematográfica en el último año y que de los que fueron casi todos vieron películas norteamericanas: sólo un 10 por ciento eligió títulos nacionales.
"Cuando un adolescente no va al cine, ve afectado su capital cultural, y al mismo tiempo ve limitada su futura inserción social, educativa y profesional. Algo que también ocurre si limita sus preferencias a un solo país", comenta Stagnaro, director de películas como Casas de fuego, La furia y Fontana, la frontera interior.
El plan -que proseguirá mañana con alumnos del Colegio Nº 4, D.E. Nº 9 de Palermo, quienes verán Kamchatka- se extenderá el resto del año lectivo y permitirá que chicos descubran títulos como Tiempo de valientes, Un cuento chino o Sin retorno.
Los realizadores se trazaron el objetivo de llevar el cine a espacios geográficos y socioeconómicos a los que no llegan los sistemas tradicionales de exhibición cinematográfica. Junto con las películas, se acercaron a los actores, directores y técnicos que las pensaron y las llevaron a cabo, poniendo el foco (directores, al fin) en el público adolescente.
Pero esta campaña no es lo único que desvela a la asociación de directores. "Queremos hacer un relevamiento de nuestras películas, saber qué material existe y quién lo tiene. Conservar el material, armar una videoteca y también una biblioteca sobre cine nacional", expresa Stagnaro, con marcado optimismo, erigido en vocero de sus compañeros de ruta.
Precisamente para ellos también está previsto realizar una serie de seminarios que enriquezcan las posibilidades de producción, acorde con las nuevas tecnologías y actualizaciones técnicas (más información en www.dac.org).
El realizador enumera: "Nuestra intención es lograr acuerdos con el Incaa para nuevos concursos de cortos y largometrajes, además de reivindicar la política del cine de costo medio y aprovechar las posibilidades que dan otras plataformas de exhibición, que no necesariamente pasan por una sala cinematográfica".
Pero ninguno de estos propósitos, seguramente, tendrá el contenido emocional que se proponen los directores con relación a sus asociados históricos: "En el nuevo edificio está previsto un espacio que se podrá utilizar como cine o teatro. Básicamente lo que queremos es que ésta sea La Casa del Director, una vieja aspiración de la entidad desde su fundación, en 1958", concluye Stagnaro. Lo dicho: cambio y renovación. O viceversa..
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