Pantalla solar
El próximo sábado 5 empieza la 26ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que hasta el 13 de noviembre y bajo la presidencia de José Martínez Suárez presentará tanto la obra del cineasta español fallecido el año pasado José Luis García Berlanga como retrospectivas de cineastas tan disímiles como el militante desaparecido Raymundo Gleyzer y Rodolfo Kuhn; el radical independiente Alex Cox (Sid & Nancy) y el último gran discípulo de Roger Corman, Joe Dante, junto con un panorama en el que no faltarán viejos conocidos festivaleros como Bruno Dumont, Philip Garrel, Arturo Ripstein, Chantal Akerman, Kim Ki-duk, Johnnie To y Nuri Bilge Ceilán. Como todos los años, Radar hurga en esta frondosa oferta y selecciona lo mejor, lo más raro y lo imperdible.
Por Mariano Kairuz
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7440-2011-11-01.htmlCon franqueza contra el franquismo
El próximo domingo 13 de noviembre, cuando la edición 26ª del festival marplatense esté llegando a su fin y en sus salas puedan verse todavía varios de los títulos de Luis García Berlanga (Valencia, 1921 - Madrid, 2010), se estará cumpliendo exactamente un año de la muerte de este extraordinario cineasta español, uno de los más influyentes para varias de las generaciones que le siguieron, y entre ellas, inspirador de algunos de los más exitosos suscriptores de la comedia negra en su país, como Alex de la Iglesia y Santiago Segura. El “mal español” –según lo descalificó el propio generalísimo Franco–, famoso erotómano y sensible humanista de salvaje sentido del humor se especializó en el retrato de la sociedad española de su época, en particular a partir de historias de pueblo chico pero cristalina proyección a escala. En Bienvenido Mister Marshall, por ejemplo, cabalga entre la burla y cierta conmiseración por quienes se esperanzaron de más ante la anunciada visita del secretario del tesoro norteamericano George Marshall con su famoso plan de rescate para la Europa de posguerra: demasiados españoles, pareció decir, una vez más convencidos en su inagotable sentimiento de inferioridad, de que la salvación vendría de afuera. En Plácido, se cargó la condescendencia y el paternalismo de los bien comidos que en vísperas de las fiestas se pliegan a iniciativas de caridad bajo slogans tales como “en esta Navidad, siente a un pobre en su mesa”. En Calabuch se metió con un mundo al borde de la autodestrucción nuclear a través de la contraria, recreando la vida en un pueblito costero en el que todo es alegría y amabilidad, una utopía imposiblemente feliz que no fue sino otra de las arteras ideas por las que se salteaba la censura para decir las cosas más brutales sin decirlas. Y esto por citar solo algunos de los films que podrán verse en Mar del Plata, junto con las no menos impresionantes El verdugo, Esa pareja feliz, La escopeta nacional o ¡Vivan los novios!, una de las comedias más oscuras de toda su carrera, impugnación del conformismo puritano del país bajo la dictadura, expresado a través de la historia de una última aventura sexual extramatrimonial y sus imprevistas derivaciones.
Titanes abajo del ring
”Peruano, peronista, judío y puuuuto”, le espetan al campeón retirado, el Inca del Sinaí, mientras lo tienen acorralado en el baño de su propia casa, a segundos apenas del ídem –el baño– de sangre que está por desatarse. Tras verlo en una sugestiva secuencia de cuadrilátero que evoca a la criolla los sacudones de Toro salvaje, nos enteramos de que hace rato ya que el Inca (Juan Palomino, en un rol como mínimo revitalizador en su carrera) no pelea, y que hasta el día de hoy lo persigue la leyenda oscura del contrincante en las malas al que mandó al más allá en un KO letal. Ahora no se sabe bien en qué anda, pero seguro que los problemas que augura la visita de su primo Hugo (extraordinario Sergio Boris) lo siguen tan solo unos pasos atrás. Y mejor no adelantar nada más de Diablo, comedia negra, ópera prima y auténtico chifle (palabra de su director) del también periodista y productor Nicanor Loreti, que de aquellas referencias a ese subgénero infalible que es el boxeo en el cine, pasa a convertirse en una suerte de pulp fiction farsesca y con momentos quizá más Robert Rodríguez que Quentin Tarantino. Así que, si la competencia nacional del festival este año promete diversidad, mejor meterse antes que nada a ver ésta, que no se parece a casi nada de lo que estrena el cine argentino de casi todos los jueves; se mete con los géneros “menores”, se le atreve a la sangre con gracia, a la merca, a la sátira de ambientación barrial sin rastros de costumbrismo televisivo, a la parodia de la policía (inspirado Luis Ziembrowsky) y al discurso anarco-socialista. El debut de Loreti en Mar del Plata es además doble, ya que también estrena su primer largometraje documental: La H, un recorrido por la historia de la leyenda del metal local Hermética, la historia de sus fans y la de toda una época del rock.
El cine de género de producción latinoamericana estará presente además con la mexicana Los infectados, de Alejandro G. Alegre; la cubana Juan of the Dead, de Alejandro Brugués, y las argentinas Malditos sean!, de Demian Rugna, y Plaga Zombie: Zona mutante: Revolución tóxica, tercera parte de la saga ultrabarata creada hace más de una década por los chicos del grupo Farsa.
El joven viejo cine argentino
Gracias a los oficios de la Aprocinain –la Asociación que, hasta la reciente sanción de la ley de cine, llevó adelante una de las tareas más esmeradas para rescatar el cine argentino que suele perderse por la acostumbrada desidia institucional– y en buena medida al empuje del historiador y coleccionista Fernando Martín Peña, tres películas de Rodolfo Kuhn pudieron verse en los últimos años en el cine (en un cine, principalmente: el del Malba) en copias impecables: la comedia y afilada disección de su época Ufa con el sexo! (que la censura no impidió que se hiciera pero sí que se estrenara comercialmente en su momento), la pionera y moderna Los jóvenes viejos y la adelantada Pajarito Gómez, cuyo retrato –coescrito por Paco Urondo– de un cantante nuevaolero a lo Palito Ortega habilitó una reflexiva mirada sobre la sociedad de consumo y la fama veloz y voraz alimentada por la televisión, que hoy mantiene una vigencia brutal. La retrospectiva dedicada a Kuhn (Argentina, 1934 - México, 1987) por esta edición del festival no solo permitirá volver a ver estos tres títulos, sino también dos cortos tempranos del realizador hechos de la mano de Manuel Antín, y otras películas que fueron de muy difícil acceso en los últimos años: La hora de María y el pájaro de oro, que inspirada en mitologías populares del Litoral despliega un argumento de aristas fantásticas y hasta monstruosas; y dos de las que filmó durante el exilio europeo que inició con la dictadura: El señor Galíndez (1984), sobre obra de “Tato” Pavlovsky, protagonizada por dos torturadores que entrenan a un tercero (un muy joven Antonio Banderas); y el documental para la televisión española Todo es ausencia, que ayudó a difundir internacionalmente la figura de Hebe de Bonafini, y dejó asentada a partir de varios de sus testimonios una temprana denuncia de la colaboración entre los militares del autodenominado Proceso y la Iglesia argentina.
Cabaret
Bertrand Bonello (Niza, 1968), director de El pornógrafo (2001, con Jean-Pierre Léaud) y de su hipnótica De la Guerre (2008, no estrenada por acá pero vista en algún ciclo en la Sala Lugones y en el Bafici) presentó este año en Cannes su nueva película, L’Apollonide. Souvenirs de la maisonclose, que lleva como título internacional “Casa de tolerancia” y que ofrece un retrato de París en el cambio del siglo XIX al XX a través de la historia de las hermosas y sufridas trabajadoras del burdel que le da su título original. Tras ser acusado por parte de la crítica de hacer una idealización de la prostitución, el director dijo en rueda de prensa: “No creo que haya una relación entre la estética y la moral, ni que la forma tenga que ser devorada por el fondo. ¿Tendría que haber rodado la película de manera más dura y sórdida por el hecho de ser sobre la prostitución? Mi opinión sobre el trabajo sexual no es tampoco el tema de la película; no quiero reabrir ningún tipo de debate, sino mostrar un mundo que desaparece en París a finales del siglo XIX para cambiar hacia un nuevo siglo que cree que su opción es mejor.” Lo cierto es que la película extrae imágenes de una belleza tan incandescente en cada una de las escenas de la interacción sexual entre las putas y sus clientes, que el imaginario del film ha sido descripto como “renacentista”, que las actrices francesas que ha reclutado para interpretar la seducción pero también la sumisión, el miedo y la desesperación son sencillamente increíbles, y que su atemporal banda sonora (que incluye temas soul de sesenta y pico de años después de su época) aporta enorme poder de sugestión del conjunto.
En todo caso, polémica o no, la película es ideal para armar un doble programa junto con Crazy Horse, el nuevo documental del incansable octogenario Frederick Wiseman (La Danse), que se mete de cabeza en el cabaret parisino bautizado “caballo loco” (como el film) y que, entre ensayos, camarines, audiciones y, fundamentalmente, las bailarinas desnudas la debe haber pasado, como bien señala el texto del catálogo del festival, muy muy bien filmando.
El monstruo en la máquina
Se supone que el origen del Gremlin se remonta a leyendas puestas en circulación entre los aviadores de la Segunda Guerra, en particular los de la Royal Air Force británica, convencidos de que sólo unas criaturas diabólicas sin otra motivación que la pura maldad podían estar haciendo fallar los motores y las piezas mecánicas de sus máquinas voladoras. El escritor Roald Dahl, afín a este tipo de relatos nacidos en el campo de batalla –aunque con algo de inspiración en el folklore británico–, escribió un cuento para chicos titulado The Gremlins, que Disney intentó llevar al cine en 1942, en un proyecto no concretado que terminó dando lugar a un divertido corto de Bugs Bunny para la Warner. Que el gran Joe Dante (Nueva Jersey, 1946) realizara en 1984 la película Gremlins era perfectamente lógico: no solo por el enorme afecto de este director formado en las huestes de Roger Corman por el cine fantástico, sino porque, al igual que Steven Spielberg, su productor en la película de los monstruitos verdes, pertenece a una generación de cineastas norteamericanos criados en (y cruzados por) la posguerra y sus traumas. El tema de la demencia militar atraviesa su filmografía (del origen de los pescados rabiosos de su esencial Piraña, a la crisis de los misiles cubanos es el trasfondo de su magistral Matineé, y obviamente a films como La segunda guerra civil y Pequeños guerreros, y su telefilm Homecoming, sobre soldados muertos en Irak que regresan como zombies para votar contra Bush). En Gremlins, por supuesto, la leyenda de origen se transforma en la paranoia chauvinista de un personaje secundario pero inolvidable (Dick Miller) que desconfía de todo producto extranjero, not made in the USA, y para quien los gremlins no son otra cosa que el enemigo infiltrado que está destruyendo el estilo de vida norteamericana desde el interior de la industria y el consumo.
La retrospectiva de cinco películas de Dante que se verá en Mar del Plata con la presencia del director incluirá no solo Gremlins y su secuela en una única función especial, sino también tres títulos jamás estrenados en Argentina: The Movie Orgy, un montaje de variedades de espíritu humorístico y militante hecho en sus años de estudiante, que a fines de los ’60 proyectaba en salas principalmente universitarias la enorme Matineé, con John Goodman (editada en una pobre edición en VHS en los ’90); y su película más reciente: The Hole-3D. Como complemento perfecto, vale la pena asomarse al documental Corman’s World: Exploits of a Hollywood Rebel, de Alex Stapleton, en la sección Hora Cero del festival.
Por un puñado de dólares
El inglés Alex Cox (Merseyside, 1954) es conocido por acá básicamente por su película de culto, la comedia punk y de ciencia ficción Repo Man (1984) y por Sid & Nancy (1986) sobre la carrera y joven muerte del bajista de los Sex Pistols, Sid Vicious, y su novia Nancy Spungen. Pero su carrera es bastante más extensa y diversa, y se compone de films injustamente desconocidos. Situación que va a quedar parcialmente remendada a lo largo de la semana próxima, cuando los cines de La Feliz alberguen las proyecciones de títulos como El patrullero (corrupción de la ley y el orden en México), Three Businessmen (delirio de cierta deriva existencialista), el drama jacobino de venganza Revengers Tragedy y el western spaghetti Straightto Hell Returns (en su reedición corregida, más de veinte años después de su fracaso comercial), protagonizado por Joe Strummer, de The Clash. Tras años de proyectos truncos (el de dirigir Miedo y asco en Las Vegas, que por diferencias con Hunter Thompson terminó en manos de Terry Gilliam) y serios encontronazos con los estudios que bancaron sus éxitos de los ’80 hasta que fracasó con Walker, su complejo film de denuncia de las políticas norteamericanas en Nicaragua, terminó por volcarse totalmente a la producción independiente y de presupuestos acotadísimos, filmando donde encontrara aceptación (México, Liverpool o incluso Japón, donde sus dvd son muy exitosos).
Junto con estas películas, el festival estará editando en castellano la versión actualizada del libro que Cox escribió hace más de tres décadas (“en mis años de estudiante, cuando estábamos obligados a usar expresiones de la jerga de la semiótica y cosas así”) sobre una de sus mayores obsesiones: la historia del western –género en el que reconoce las influencias fundamentales de Sergio Leone, Sam Peckinpah y John Ford–. El volumen se llama 10,000 Ways to Die (“Diez mil formas de morir”), y su presentación contará con la visita del director, quien también dará una de las Master Class de esta edición.
Apocalipsis ahora
El fin del mundo va a manifestarse en la costa Atlántica como lo hizo en mayo en la Costa Azul cuando se proyecte la última película de ese provocador a veces pueril e impenitente que es Lars Von Trier. Titulado Melancholia, el artefacto en cuestión presenta la historia de la misántropa y depresiva Justine (Kirsten Dunst, reaparecida), quien en el día de su boda presencia la nueva aparición de un planeta en el cielo, la bola que le da su título a la película, y cuyo destino es estrellarse contra la Tierra exterminando todo lo que la habita. Tras revolver estómagos y poner a prueba a muchos de sus seguidores con Anticristo, Von Trier vuelve con nuevas mujeres-mártires (Dunst y Charlotte Gainsbourg, glacialmente perfectas) para torturarlas un poco como ya lo hizo con Emily Watson, Björk y Nicole Kidman, esta vez con el fondo fantástico de un cataclismo cósmico enmarcado entre lo que algunos han visto como extremos de idiotez y genialidad, e inaugurada por una inspirada apertura de wagneriana solemnidad. Una experiencia probablemente algo masoquista pero imperdible que, debe recordarse, fue la que presentó su director en el último festival de Cannes, en una conferencia de prensa en la que hizo su atolondrada, por decir lo menos, declaración de simpatía por Hitler, lo que le valió que la muestra de cine más importante del mundo lo declarara persona no grata. Y que el distribuidor argentino de su film anunciara que ya no estrenaría Melancholia en nuestro país, con lo cual las proyecciones marplatenses tal vez constituyan la única oportunidad de acercarse a este apocalipsis planetario en pantalla grande. Von Trier luego se retractó –pero ya era tarde– y Dunst recibió la Palma a mejor actriz, acaso tanto por su actuación como por haber aguantado, estoica, a su lado, las barbaridades del danés.
A los nombres que participan en la película de Von Trier y que están entre los más famosos del festival (con Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling y Udo Kier, entre otros) se suman, en una programación con unas cuantas novedades y varios debuts, los regresos de viejos conocidos del público argentino como Kim Ki-duk (Arirang); la belga Chantal Akerman (La Folie Almayer); los japoneses Sono Sion (por dos: Guilty of Romancey Himizu) y Naomi Kawase (Hanezu); los franceses Bruno Dumont (Hors Satan) y Philip Garrel (Un été brûlant); el hongkonés Johnnie To (Life Without Principle); el turco Nuri Bilge Ceilán (Once Upon a Time in Anatolia) y el mexicano Arturo Ripstein (Las razones del corazón), entre otros.
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