Fernando Domínguez, director de "75 habitantes, 20 casas, 300 vacas"
Los significados de la memoria
El director de la película "75 habitantes, 20 casas, 300 vacas" explica la historia del hombre de 83 que aún pinta su pueblito.
Por Fernando Domínguez
http://newsweek.infonews.com/nota-179740-Los-significados-de-la-memoria.html
Ahora que se estrena 75 habitantes, 20 casas, 300 vacas, siento que,
además de una película, es una pintura en movimiento. Y, también, un
retrato y un homenaje a este pintor quien, desde la Argentina, pinta
infatigablemente la vida en Vielles, el pueblito que lo cobijó hace más
de setenta años.
La película comienza una mañana cualquiera, cuando Nicolás inicia un
cuadro sobre la casa de su niñez en Francia y no puede recordarla. Desde
Buenos Aires, evoca los años de su infancia para poner fin a ese
olvido, y en esta evocación nos hundimos en un pasado de intrigas
familiares, anécdotas, encuentros, desencuentros, historias y secretos
de un pueblo con personajes que ríen con su sombrero, levantan montañas
al cantar o, más humildemente, saludan a repetición. Hoy Nicolás tiene
83 años, y los óleos ya son más de 600. Porque sigue pintando aquel
pueblito.
El de Nicolás es un trabajo en base a la memoria, quizá el tema
principal de la película. La memoria, al igual que el cine o la pintura,
opera de dos formas. Por un lado, registra acontecimientos que dejan su
huella en un celuloide o una tela. Por otro lado, al registrar,
construye realidades nuevas: si filmamos a un hombre, registramos eso
que llamamos "realidad", pero también construimos otra realidad, que es
la película. Del mismo modo funciona la memoria: toma nota de
situaciones, personas y eventos, pero luego va uniendo todo eso,
eliminando algunos datos y subrayando otros, poniendo juntos personajes
que conocimos por separado y, cada vez que recordamos, modifica el
recuerdo.
En este sentido, los más de 600 cuadros que pintó Nicolás sobre su
pueblito son el retrato del pueblo. Pero así como existe un pueblo
perdido en el medio de Francia, existe una extensa obra en Buenos Aires
de un pintor que retrató ese pueblo. Digamos que, como mínimo, existen
tres pueblos: el "real", el pintado y, ahora, el filmado. "Real" entre
comillas, porque basta ver la película para entender que el pueblo
pintado por Nicolás no es menos real que el primero.
Entonces, durante el proceso de reconstrucción que Nicolás emprende a lo
largo de la película, vamos descubriendo a un hombre y su pueblito. Un
pueblito que ya no existe y un hombre que lo reconstruye.
Hace
más de diez años conocí a Nicolás Rubió y me contó que había invertido
las últimas décadas de su vida en pintar un pueblito francés de 75
habitantes, donde había pasado su adolescencia como exiliado de la
Guerra Civil Española, y que llevaba pintados de memoria más de 500
cuadros retratando ese pueblo de sólo 20 casas. Era muy claro que ahí
había una película, aunque en ese momento no imaginé que un día iba a
dirigirla yo.
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