sábado, 5 de mayo de 2012

Fernando Domínguez, director de "75 habitantes, 20 casas, 300 vacas"

Los significados de la memoria

 El director de la película "75 habitantes, 20 casas, 300 vacas" explica la historia del hombre de 83 que aún pinta su pueblito. 

Por Fernando Domínguez 

 http://newsweek.infonews.com/nota-179740-Los-significados-de-la-memoria.html


Ahora que se estrena 75 habitantes, 20 casas, 300 vacas, siento que, además de una película, es una pintura en movimiento. Y, también, un retrato y un homenaje a este pintor quien, desde la Argentina, pinta infatigablemente la vida en Vielles, el pueblito que lo cobijó hace más de setenta años.


La película comienza una mañana cualquiera, cuando Nicolás inicia un cuadro sobre la casa de su niñez en Francia y no puede recordarla. Desde Buenos Aires, evoca los años de su infancia para poner fin a ese olvido, y en esta evocación nos hundimos en un pasado de intrigas familiares, anécdotas, encuentros, desencuentros, historias y secretos de un pueblo con personajes que ríen con su sombrero, levantan montañas al cantar o, más humildemente, saludan a repetición. Hoy Nicolás tiene 83 años, y los óleos ya son más de 600. Porque sigue pintando aquel pueblito.


El de Nicolás es un trabajo en base a la memoria, quizá el tema principal de la película. La memoria, al igual que el cine o la pintura, opera de dos formas. Por un lado, registra acontecimientos que dejan su huella en un celuloide o una tela. Por otro lado, al registrar, construye realidades nuevas: si filmamos a un hombre, registramos eso que llamamos "realidad", pero también construimos otra realidad, que es la película. Del mismo modo funciona la memoria: toma nota de situaciones, personas y eventos, pero luego va uniendo todo eso, eliminando algunos datos y subrayando otros, poniendo juntos personajes que conocimos por separado y, cada vez que recordamos, modifica el recuerdo.


En este sentido, los más de 600 cuadros que pintó Nicolás sobre su pueblito son el retrato del pueblo. Pero así como existe un pueblo perdido en el medio de Francia, existe una extensa obra en Buenos Aires de un pintor que retrató ese pueblo. Digamos que, como mínimo, existen tres pueblos: el "real", el pintado y, ahora, el filmado. "Real" entre comillas, porque basta ver la película para entender que el pueblo pintado por Nicolás no es menos real que el primero.


Entonces, durante el proceso de reconstrucción que Nicolás emprende a lo largo de la película, vamos descubriendo a un hombre y su pueblito. Un pueblito que ya no existe y un hombre que lo reconstruye. 

 Hace más de diez años conocí a Nicolás Rubió y me contó que había invertido las últimas décadas de su vida en pintar un pueblito francés de 75 habitantes, donde había pasado su adolescencia como exiliado de la Guerra Civil Española, y que llevaba pintados de memoria más de 500 cuadros retratando ese pueblo de sólo 20 casas. Era muy claro que ahí había una película, aunque en ese momento no imaginé que un día iba a dirigirla yo. 

 

 

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