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Desde hace una década, los países de América latina transitan importantes cambios políticos y sociales. De igual forma, ese tiempo de transformaciones, replanteos e intercambios regionales llegó a la cultura y puso sobre el tapete la importante contribución que las industrias culturales generan en las economías nacionales y el comercio internacional.
Actualmente, dada su importancia estratégica, el vínculo entre la esfera económica y la cultural es considerado uno de los temas centrales de las agendas gubernamentales por los bienes y servicios que genera, además de favorecer el desarrollo de otras áreas como transporte, turismo o inversiones.
En los últimos diez años, en América latina se sancionaron tres nuevas leyes generales de cultura y dos reformas constitucionales que dieron prioridad a la cultura. A su vez, en seis países de la región se jerarquizó el ámbito cultural y se crearon cuatro ministerios y dos secretarías de Estado.
Con grandes avances, pero aún con múltiples temas pendientes, los países de la región destinan cada vez más presupuesto a la cultura, delinean estrategias para generar una buena agenda de integración y comprendieron lo cultural como una herramienta de transformación social.
En esta nueva era, uno de los mayores desafíos de los países latinoamericanos es lograr llevar el concepto de integración regional al ámbito de la cultura: hasta el momento, pese a su creatividad y riqueza cultural, aún no lograron proyectarse hacia otras regiones.
Con el objetivo de avanzar en ese sentido, y mientras que en el resto de los países los indicadores de la economía cultural eran moneda corriente, al comenzar a transitar estos últimos años la región sudamericana se encontró con que no contaba con fuentes ni datos concretos.
En pos de poder llevar a cabo políticas culturales y así lograr tomar real dimensión del impacto de la cultura en la economía, en 2006 decidieron crear el Sistema de Información Cultural del Mercosur (Sicsur) que hoy dispone de series históricas del PBI cultural, de comercio exterior y de cuánto presupuesto se destina a la cultura, entre otros indicadores.
Es en base a los datos recopilados por este organismo que hoy se puede saber a ciencia cierta la incidencia de las industrias culturales en el PBI de los países de América latina, que va del 2 al 4% según el país.
En la actualidad, las industrias culturales hacen un importante aporte a las economías de los países, generando tasas de crecimiento superior a las de otros sectores relevantes. Sin embargo, la región aún está rezagada frente al resto del mundo. Según el BID, las IC, como se las suele denominar, representan más del 7% del PBI mundial, entre 5 y 6% en Europa y al menos 7 u 8% de la producción en Estados Unidos, líder en la materia.
Con un 4,28%, Bolivia es el país que encabeza el mayor PBI cultural: gracias a su Camino Real del Inka, cuenta con un patrimonio de valor cultural inaudito en el mundo, ya que es el primero que involucra seis regiones. Luego lo sigue Argentina y tercero se posiciona Colombia, con un 3,51%. La influencia de las industrias culturales en la economía uruguaya es del 1,94%; en Venezuela, del 1,58; Chile, 1,32; en Brasil es del 1,26, y por último queda Perú con un 0, 6%.
Sin alejarnos demasiado del mapa, en Argentina las IC representan el 3,83% del Producto Bruto Interno, superando así a ramas como la metalúrgica, la minería e incluso es equiparable a sectores como el de la energía.
Según datos aportados por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SinCA) las industrias culturales argentinas constituyen un sector económico de enorme relevancia, que producen aproximadamente 56 mil millones de dólares anuales: 20 veces más que la pesca y 3 veces más que la minería.
Además de generar más de 300 mil puestos de trabajo directos, lo que representa el 2% del total del empleo formal registrado, este sector de la economía nacional se encuentra en permanente consolidación: 2011 fue el octavo año consecutivo de crecimiento de las actividades culturales. Mientras que en 2004 representaban el 2,47% del PBI, en 2011 alcanzaron el 3,83% del Producto Bruto Interno Nacional.
“En ese sentido, a partir de 2003, cuando empieza la expansión económica, la cultura acompañó con un ritmo mucho más acelerado que el crecimiento general de la economía: mientras que ésta creció un 8% anual, la cultura lo hizo entre un 18 y 19% anual en promedio”, detalló el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia.
Sin embargo, en nuestro país las IC aún presentan una fuerte concentración tanto económica (producción, comercialización y comercio exterior) como geográfica, con una presencia dominante en Ciudad Buenos Aires y GBA; por ello, la importancia de políticas como el Mercado de Industrias Culturales
Presupuestos culturales. Aunque tuvieron un pequeño incremento en los últimos años, los recursos disponibles para las instituciones culturales se mueven entre porcentajes que van del 0,14 al 0,27% del Presupuesto Nacional.
En nuestro país, el 0,20 del Presupuesto se destina a la cultura: por ejemplo, mientras que en 2001 el presupuesto cultural de un habitante de la Ciudad de Buenos Aires era de 48 pesos, en 2009 fue de 169. Para la provincia de Buenos Aires, era alrededor de 4 pesos en 2001, triplicándose en el mismo lapso; San Juan pasó de 1 peso destinado por habitante en 2001, a 7 en 2009; y Santa Cruz de 7 a 44 pesos por habitante en 2009.
A nivel regional, además de ser muy volátiles ante pequeñas variables, del análisis de los presupuestos se desprende que, a mayor jerarquización de la cultura en las estructuras de los estados, mayor será el presupuesto.
Tal es el caso de Venezuela, donde por ejemplo luego de la creación del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en 2002, el presupuesto del organismo rector de la cultura aumentó en un 111%. Creado en 2007, el caso del Ministerio de Cultura del Ecuador es similar: el presupuesto se elevó un 143% a partir de la jerarquización.
Perú, que en 2010 creó el Ministerio de Cultura, es el único en este grupo de países en el cual no se observa de manera tan pronunciada la asociación entre cambio institucional y una expansión considerable de los recursos, aunque su variación fue del 50% de un año al otro.
Algunas políticas. Pero más allá de los números fríos, la realidad es que durante los últimos años las instituciones culturales se fueron consolidando e implementando diversas políticas nacionales y regionales. En pos de un mayor protagonismo, fortalecimiento y democratización de la cultura, buena parte de ellos experimentaron cambios significativos, que van desde la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) en Chile en el año 2003, pasando por los ministerios del sector peruano, ecuatoriano y boliviano de años recientes.
En la mayor parte de los países latinoamericanos esos cambios se trataron fundamentalmente de la creación de organismos centrales como ministerios o secretarías que reemplazaban antiguas denominaciones dependientes de las carteras de educación. Asimismo, también se desarrollaron políticas culturales cada vez más consistentes y se decidió transitar la experiencia de fondos consolidados como los Fondos de Cultura o el Fondo Audiovisual de Chile, así como de organismos como el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina.
Además del Sicsur, diversos programas fueron creados con el objetivo de una mayor integración regional, cooperación e intercambio de información, tales como el Coseccti (Consejo de Cultura, Ciencia, Tecnología e Innovación) fundado por la Unasur, Fondo Mercosur Cultural, Iberescena o Ibermuseos.
Aprobado el año pasado, el Fondo Mercosur Cultural fue creado con el objetivo de financiar proyectos que fomenten la creación, circulación, promoción, protección y difusión de los bienes culturales que contribuyan a la integración del bloque. El Fondo tendrá un aporte inicial de un millón de dólares y cada país contribuirá proporcionalmente de acuerdo a su PBI. Así, el mayor aportante al fondo será Brasil, con un 70%; Argentina en un 27%, Uruguay deberá aportar un 2% y Paraguay, 1%.
En tanto, este año Iberescena cumple siete años de funcionamiento efectivo. Creado en noviembre de 2006, es un fondo de ayuda para el fomento, intercambio e integración de la actividad de las artes escénicas iberoamericanas. Destinado a las redes, festivales y circuitos que programen un número suficiente de espectáculos de artes escénicas iberoamericanas, es requisito que participen al menos dos países miembros de la región.
Durante 2012, Iberescena otorgó ayudas económicas por más de 7 millones de pesos. Ibermuseos fue creado un año después y apunta a lo mismo pero orientado a los museos de la región. Sólo en enero de 2012, concedió apoyos por un total de 200 mil dólares.
Fomento de la institucionalización de políticas nacionales de museos, formación y capacitación, creación del Premio de Buenas Prácticas en Acciones Educativas en Museos Iberoamericanos, campañas que estimulen la relación entre educación y museos y la creación del Observatorio Iberoamericano de Museos, son algunas de las líneas de acción.
Mapeo. Ya puertas adentro y teniendo en cuenta que uno de los problemas más frecuentes en las iniciativas en materia de industrias culturales –principalmente en rubros como música y audiovisual– son las dificultades para dotarse de los medios para producir y generar obras, el programa Usinas Culturales de Uruguay es uno de los más destacados de la región.
Implementado por la Dirección de Cultura de Uruguay desde 2009, el Programa se ocupa de la creación de centros regionales equipados con salas de grabación musical y equipamiento para la producción audiovisual para canalizar la creatividad de los habitantes de las zonas más carenciadas o alejadas de los polos urbanos. En la actualidad, ya existen diez usinas y se proyectan otras dos.
En el país del candombe, el tango, la milonga y la murga, las empresas del sector de la música son principalmente micro y pequeñas empresas ubicadas principalmente en la capital Montevideo. De acuerdo con la Encuesta de Hogares ampliada de 2006, existen más de 1200 personas con actividad principal musical. Además, la información preliminar de la base de datos del Cluster de la Música muestra que ha existido un crecimiento importante de este grupo profesional en los últimos diez años.
En 2009 los espectáculos musicales en vivo representan el 55% de lo recaudado por taquilla en las artes escénicas, lo que representa unos 4,5 millones de dólares. En la actualidad existen 11 sellos agremiados a la Cámara Uruguaya del Disco (CUD). A su vez existen 33 disquerías en el territorio nacional, de las cuales dos tercios se ubican en Montevideo.
En cuanto a Chile, según datos del Primer Mapeo de Industrias Creativas a nivel nacional, las políticas implementadas están dando sus frutos: la industria creativa chilena creció en los últimos 5 años a más del doble que el resto de la industria chilena.
En el país vecino existen más de 31 mil empresas en el ámbito de las industrias creativas, lo que representa el 3,4% del total las empresas existentes en el país. Si bien es un sector pequeño, al observar su crecimiento durante los últimos años, se ve que la creación de nuevas empresas en el país fue de un 6% para los últimos 5 años, mientras que las empresas del sector creativo lo hicieron en un 14%.
Y si miramos hacia Colombia, de los últimos sondeos se desprende un claro auge del sector audiovisual. Con un crecimiento basado en la innovación, en los últimos años se evidenció que el sector cultural genera un mayor aporte a la economía del país y que se perfila como uno de los principales ejes que impulsan las industrias culturales.
De acuerdo a los resultados obtenidos por la Cuenta Satélite de Cultura (CSC), las actividades culturales generaron un valor agregado de aproximadamente 3 billones de dólares para 2006 y 4 billones para 2007, lo que corresponde a una participación dentro del PIB del 1,75% y 1,78% respectivamente.
A su vez, también se observó que el crecimiento del PIB del sector cultural entre 2001 y 2007 fue en promedio del 7,08%, superando al promedio del crecimiento del PIB total de Colombia para los mismos años. Durante el periodo 2000-2011, el número de espectadores a salas de exhibición se incrementó en un 121% y, a su vez, el número de producciones cinematográficas colombianas estrenadas por año alcanzó un crecimiento del 350% durante el mismo periodo.
Del mismo modo, Venezuela también transita un apogeo del cine nacional. La creación de la Plataforma del Cine y el Audiovisual, la aprobación de la Ley de la cinematografía Nacional y lanzamiento de la Villa del Cine, el Laboratorio de la CNAC y la Escuela de Cine de la Universidad de las Artes, son algunas de las políticas implementadas. Los resultados están a la vista: mientras que de 2001 a 2005 se estrenaron 16 películas, de 2006 a 2011 se estrenaron 78. Es decir, el avance del cine venezolano se incrementó en un 500%. Pero a diferencia de nuestro país, ese incremento también se dio en el consumo: durante 2010 se triplicó el número de espectadores promedio.
Made in Argentina. En nuestro país, la estrella de las industrias es el sector de videojuegos. Aunque poco se sepa, arroja los datos más llamativos: genera más de dos mil puestos de trabajo directos, 65 son las empresas que los desarrollan y produce 50 millones anuales en volúmenes de ventas. Entre 2009 y 2010, el empleo creció un 156% y la facturación se incrementó un 342%. Sin embargo, el 95% surge de las exportaciones.
En cuanto al sector editorial, desde los últimos años el sector está atravesando un constante crecimiento. En el lapso entre 2003 y 2008, la producción de libros argentinos se triplicó y pasó de 38 millones de ejemplares a superar los 97 millones. Durante 2012 se publicaron más de 27 mil títulos nuevos, que contabilizaron 96 millones de ejemplares. Además hubo 3840 reimpresiones, que sumaron más de 13 millones.
En cambio el cine argentino no arroja cifras alentadoras. Si bien durante 2012 se estrenaron 130 largometrajes nacionales, sólo cinco o seis consiguieron cifras de espectadores entre buenas y aceptables. Con un millón de espectadores y 780 mil respectivamente, Dos más Dos y Elefante Blanco fueron las películas más vistas del año pasado. Todo parece indicar que, pese a las políticas implementadas, Argentina produce más cine del que consume.
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