domingo, 24 de noviembre de 2013

MAR DEL PLATA. A LA HORA DE LOS ASTOR, BUENA COSECHA PARA EL CINE LATINOAMERICANO

Premios para un cine con personalidad

El Astor de Oro del Jurado presidido por el coreano Bong Joon-ho fue para la mexicana La jaula de oro, mientras que la venezolana Pelo malo obtuvo dos de Plata. Fantasmas de la ruta, de José Celestino Campusano, la única argentina que celebró.
 Por Horacio Bernades
Desde Mar del Plata
Estos son los premios más importantes de la 28ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata:
Premios Jurado Oficial
- Astor de Oro Mejor Película: La jaula de oro, de Diego Quemada-Diez (México-España).
- Astor de Plata Mejor Director: Pelo malo, de Mariana Rondón (Venezuela).
- Astor de Plata Premio Esp. del Jurado: Little Feet, de Alexandre Rockwell (EE.UU.).
- Mención Especial del Jurado: Rooz e Roshan/Bright Day, de Hossein Shahabi (Irán).
- Astor de Plata Mejor Guión: Pelo malo, de Mariana Rondón (Venezuela).
- Astor de Plata Mejor Actriz: Marian Alvarez por La herida (España).
- Astor de Plata Mejor Actor: Vincent Macaigne por La batalla de Solferino (Francia).
Premios no oficiales
- Premio del Público a la Mejor Película en Compet. Internac.: La jaula de oro, de D. Quemada-Diez (Méx./Esp.).
- Premio Fipresci Mejor Pelíc. en Compet. Latinoamericana: Penumbra, de Eduardo Villanueva (México).
- Premio Asoc. Cronistas Cinematográficos Mejor Pelíc. en Compet. Internac.: La jaula de oro, de D. Quemada-Diez y Fantasmas de la ruta, de José C. Campusano (Argentina).
- Premio Signis Mejor Pelíc. en Compet. Internac.: La jaula de oro (y Mención Especial a Fantasmas de la ruta).
- Premio Work in Progress: El patrón, de Sebastián Schindel (Argentina).
Producto de la amplia ventana que el Festival de Mar del Plata le abrió por fin este año, el cine latinoamericano resultó el gran ganador a la hora de los premios. El Astor de Oro del Jurado Oficial, premio máximo del festival, fue para la mexicana La jaula de oro, film sobre inmigrantes guatemaltecos intentando cruzar la frontera sur de los Estados Unidos. Pelo malo, denuncia sesgada sobre el prejuicio y la intolerancia social en la Venezuela actual, se llevó sendos Astor de Plata a la Mejor Película y Guión. Para ninguna de ambas los premios son novedad: desde que se presentó en Un Certain Regarde, de Cannes, La jaula de oro ganó, con éste, catorce premios oficiales, incluido uno en esa importante sección del festival de festivales. Eso, para no hablar de los extraoficiales. La ópera prima de Diego Quemada-Diez se va de Mar del Plata con cinco galardones más, incluidos los de la asociación Signis, la Asociación de Cronistas Cinematográficos y el del Público. Pelo malo venía de alzarse, a su turno, dos Conchas en San Sebastián, una de ellas la de Oro a la Mejor Película. Confirmación de que el cine de la región pisa con pie cada vez más firme en el mundo entero.
¿Y el cine argentino? Escasa cosecha la de este año en Mar del Plata. Apenas Fantasmas de la ruta, nuevo opus del quilmeño José Celestino Campusano, se lleva un par de premios no oficiales .
Demasiado rústica tal vez para que un jurado oficial (el de este año lo presidió el gran cineasta coreano Bong Joon-ho) se atreva a reconocer sus méritos, Fantasmas... es sin duda la película argentina más importante que presentó Mar del Plata 2013. Un Campusano recargado de tres horas y media, el opus cuatro del realizador de Ezpeleta es un fresco de la vida border en el conurbano, entre choreos, aprietes, corrupción policial, enfrentamientos entre bandas y, sobre todo, trata de blancas, el tema en el que el relato –crudo como siempre, tan directo como un cross a la mandíbula, tan bien estructurado como un largo solo de jazz, tan cojonudo como una manifestación frente a una comisaría– hace eje. Campusano está pasando de ser un realizador único en la Argentina a convertirse en algo más importante: un ciudadano único en la Argentina, que hace visible ante sus conciudadanos, por vía del cine más puro, la situación de postergación y olvido en la que gran parte de la población sigue sumida, aquí y ahora.
Hubo mucho cine argentino en Mar del Plata, en todas las competencias oficiales y en secciones paralelas. Pero con excepción del de don José Celestino, se hizo más que peliagudo encontrar algún otro film destacado. Presentada también en Competencia Internacional, la cordobesa La laguna, de los muy jóvenes Gastón Bottaro y Luciano Juncos, es una muy prometedora ópera prima, aunque ciertos sobretonos místico-religiosos le quiten poderío. Otra ópera prima muy alentadora es La utilidad de un revistero, de Adriano Salgado, cuyo único plano fijo de 115 minutos –que no tiene nada de vacuo o narcisístico ejercicio de estilo– fue reconocido por el jurado de la asociación Directores Argentinos Cinematográficos, que le dio un premio. Escuela de sordos, riguroso documental de la realizadora cordobesa Ada Frontini, fue otro de los bienvenidos hallazgos de la Competencia Argentina. Y después estuvo Los dueños, film tucumano que desde su presentación en Cannes viene recogiendo merecidos elogios. De ahí en más, unas cuantas decepciones y pocos entusiasmos, que dan lugar a confirmar que, a la inversa con lo que viene sucediendo con el cine latinoamericano en su conjunto, el argentino no pasa por una época de alza.
La decidida apuesta por el cine de la región que el festival hizo a lo largo y a lo ancho de la grilla representó, como se dijo antes, uno de los avances más notorios de esta edición de Mar del Plata. No sólo por el lugar que el cine latinoamericano tiende a ocupar en el mundo, sino por el lugar que a Mar del Plata le conviene ocupar en relación con el cine latinoamericano: el del evento que sirva como punto de reunión, por más que muchas de las películas provengan de otros festivales. Teniendo a Berlín, Cannes, Venecia o San Sebastián por competidores, no es fácil convertirse en plataforma de estrenos internacionales. Pero sí puede concentrarse aquí lo mejor del año, aunque la función de punto de encuentro de realizadores, productores y distribuidores de la región recae a su vez sobre Ventana Sur, el mercado de la industria auspiciado por el Incaa, cuya nueva edición empieza en Buenos Aires la semana próxima.
Más allá del cine de la región, Mar del Plata viene consolidando, homogeneizando y elevando el nivel de su programación, desde hace tres o cuatro años y sin solución de continuidad. Tal vez haya sido ésta la edición en la que esa cristalización quedó más clara. Si a ello se le suma que gran cantidad de realizadores y actores de los films en competencia se hicieron presentes para tener charlas y encuentros públicos, así como invitados de la talla de Bong Joon-ho, John Landis y Pierre Étaix, está claro que los organizadores y programadores de Mar del Plara pueden darse por satisfechos. Tanto como el público, que volvió a colmar las salas.

ENTREVISTA A VERONICA CHEN, DIRECTORA DE MUJER CONEJO

En el cruce entre dos mundos

El tercer film de la directora, que se estrenará el próximo jueves, muestra a una joven de ascendencia china que, sin embargo, no sabe hablar ese idioma, y que debe lidiar con mafia y corrupción... y una plaga de conejos modificados genéticamente.
Por Oscar Ranzani

Si bien puede resultar delirante, en principio, relacionar a la mafia china con una plaga de conejos, eso sucede en Mujer conejo, el tercer largometraje de Verónica Chen, que se estrenará el próximo jueves. La directora de Vagón fumador y Agua presenta la historia de Ana (Haien Qiu), una joven argentina, de ascendencia china, que trabaja como inspectora para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y tiene una vida armada con su pareja (Luciano Cáceres). Ana es testigo de las tramoyas que existen en el barrio chino y de la explotación que sufren los empleados en locales que no podrían habilitarse, excepto por la connivencia entre el Estado municipal y la mafia china. En una de sus inspecciones, Ana le dice al dueño de una tintorería y un hotel que es imposible que pueda contar con el permiso para que puedan seguir funcionando sus locales. Y a pesar de la presión de sus jefes, Ana se pone firme y no firma la habilitación. Desde ese momento, su vida corre riesgo y decide irse al campo huyendo de la ciudad. Allí se encuentra con la sorpresa de una plaga de conejos que han sido genéticamente alterados y se han convertido en carnívoros. Tal vez ese descubrimiento podría ayudar a combatir la mafia, pero primero Ana deberá ingeniárselas para no perder su vida.
“Como en casi todas mis películas, es un personaje que no se halla, que está un poquito fuera de lugar”, dice Chen a Página/12. Y esto pasaba también “con los dos personajes de Vagón fumador y los dos de Agua”. En este caso, Ana “está más concentrada en ella; es una chica de aspecto asiático, pero que no lo es del todo: parece china pero no habla ese idioma”, cuenta Chen. Ni bien abre la boca “se diferencia y se distancia y, al mismo tiempo, ella trabaja como funcionaria pública en la Ciudad y tampoco se halla porque la marginan”. Y como no sólo es terca, sino también honesta, Ana quiere hacer las cosas bien. A raíz de esto, genera problemas: “Es una persona que ni bien se mueve, genera conflicto; no porque lo quiera, sino por sus características”, explica la cineasta, que combinó la filmación de actores con fragmentos de animaciones.
–¿Hubo un trabajo previo de investigación sobre las mafias chinas?
–No, porque es algo con lo que crecí o lo tengo bastante naturalizado. Por una cuestión de historia personal, no es que sepa más que usted de las mafias pero sí conozco el mundo chino y qué rol juega cada uno dentro de ese marco. Y más en la Argentina.
–Usted es hija de un diplomático chino. ¿Cuánto influyeron sus orígenes al pensar la historia?
–Tal vez influyeron como para naturalizar muchas cosas y para tomarme con bastante humor temas que si no podrían resultar espinosos. Me siento capacitada para hacer las cosas porque sí, pero porque siento que me llamo Chen y soy un cincuenta por ciento asiática. Y si alguien puede hablar del cruce y de la mezcla, soy yo. Entonces, en ese sentido me tomé las cosas con mucha falta de prejuicios. Sé que hay temas en la película que se prestan a una mirada xenófoba. Pero no lo es. Ni yo ni nadie de origen oriental se lo puede tomar así porque es algo que nos resulta muy cercano. Lo vivimos todos los días. Nos reímos mucho. De hecho, cuando mostré la película a gente de origen chino, japonés, coreano o mixto, fueron ellos quienes apreciaron esto, y este humor.
–Cuando señala que podría resultar xenófoba, ¿se refiere a que muestra la reacción argentina frente a la inmigración china de los últimos años?
–Claro, la muestro al extremo. La mirada occidental es paranoica, donde “viene el chino, nos invade, nos saca el trabajo, se lleva todo y son muchos”. Esta mirada típicamente occidental está extremada. En lugar de mostrarlo de manera realista, extremé esta mirada de que “es tan distinto” y de que “es tan malo”.
–El film transita por varios géneros y estéticas. ¿Cómo fue la construcción de la estructura narrativa?
–Es un intento de mostrar formalmente el mismo tipo de cruces que hay temáticamente. Así como hay un cruce entre Occidente y Oriente por ella, que es pero no es, y se da una mezcla en la historia, quería mostrarlo también formalmente. Entonces, incluimos animación tipo manga haciendo una referencia obvia a la cultura asiática, porque no es animación Pixar, sino una estética que viene del dibujo y de lo que es el manga. Hay conejos animados en 2D. Todo este universo exacerbado muestra ese cruce entre dos mundos.
–¿Por qué decidió que el personaje no hable chino aunque es de origen asiático?
–Porque pasa mucho. Así como hay una endogamia muy fuerte, también hay otros casos en los que para lograr que los hijos se adapten al país donde están viviendo, no les enseñaron el idioma materno, paterno o de ambos. El caso de la actriz, Haien Qiu, es así: no habla chino y tiene ambos padres chinos. Aprendió unas pocas palabras, entendió un poco y la película le generó muchísima curiosidad como para volver a retomar contactos y demás, pero ella no habla chino.
–¿La historia muestra el costado más oscuro de la ciencia?
–Sí, y muestra una ciencia exacerbada: “¿Qué pasaría si...”. Creo que es una realidad casi paralela a la nuestra, pero que bien podría existir. En la película hay granjas de conejos donde los están criando genéticamente con unos cambios. O sea, hay mutaciones entre los conejos para hacerlos más productivos. Esto pasa con los pollos. No tenemos conejos así porque no está de moda comerlos y porque es más barato comer pollo.
–¿Buscó también generar una suerte de mensaje social sobre la corrupción?
–No, está inplícito. Me doy cuenta de que está en todo lo que escribo. No es la corrupción lo que me interesa, sino los personajes que, a pesar de este contexto, son heroicos porque insisten en hacer algo que es correcto.

LILIANA MAZURE HACE UN BALANCE DE SU GESTION EN EL INCAA

“Toda esta producción se debe al fomento del Estado”

A punto de asumir como diputada nacional por la Ciudad, la presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales deja el organismo en un gran momento para el cine local, con una producción que ronda los 150 títulos anuales y varios éxitos de boletería.
Por Oscar Ranzani
Al asumir en abril de 2008 como presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Liliana Mazure se propuso reposicionar el cine argentino, entre otros objetivos. Desde entonces, no paró de trabajar para lograrlo y este 10 de diciembre cerrará su gestión de cinco años –la más sólida desde el retorno de la democracia–, ya que asumirá como diputada nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Frente para la Victoria). Durante la gestión Mazure se realizaron ajustes a la normativa de la cuota de pantalla, se creó el canal Incaa TV, se logró que los directores cinematográficos también sean considerados autores y, por lo tanto, con derecho a percibir dinero por sus películas; se creó el Plan Federal de Fomento a la Producción de Contenidos para la TV digital (en conjunto con el Ministerio de Planificación Federal), que permitió que cineastas y productores de todo el país pudieran crear obras audiovisuales. También se implementó la Base de Contenidos Audiovisuales; se creó Ventana Sur, el mercado cinematográfico que puso en contacto al cine latinoamericano con los principales compradores y distribuidores de todo el mundo, se continuó con la instalación de Espacios Incaa, el Instituto compró el legendario Cine Gaumont, se diseñó un plan de créditos blandos y subsidios para la apertura de más salas en el interior del país y se reglamentó un arancel para los estrenos de películas extranjeras con el objetivo de que no copen todas las pantallas de las salas argentinas. Claro que el instituto tiene deudas pendientes, como la anunciada creación de la Cinemateca Nacional, que no se concretó. También tuvo dificultades con el sector de los documentalistas y el problema de la exhibición para largometrajes nacionales que, poco a poco, fue resolviendo, aunque es también tarea primordial para la próxima gestión la implementación de nuevas medidas que favorezcan los estrenos argentinos, tanto los grandes como los pequeños.
La presidenta del Incaa dejará el cargo –la ronda de nombres a sucederla es demasiado amplia como para darle crédito a alguno en particular– en el mejor año para el cine nacional desde hace mucho tiempo. Así lo demuestra el hecho de que durante semanas cuatro films nacionales lideraron la taquilla y dejaron en los puestos inferiores a las películas extranjeras. El público logró reconectarse con el cine argentino, que derivó en el importante crecimiento de la cuota de mercado de este año, record desde los inicios del nuevo milenio. “Nos dio una felicidad enorme porque era lo que queríamos hace tiempo”, reconoce Mazure, en la entrevista con Página/12, donde repasa su gestión. “Una de las grandes discusiones con los productores era cómo podíamos implementar planes de fomento que permitieran que entre diez y quince películas nacionales tuvieran más de cien mil espectadores durante un año, y que de esas diez o quince algunas superaran los doscientos mil. Y este año eso finalmente se dio. Quiere decir que fuimos trabajando en el sentido correcto”, reconoce Mazure,
–Una discusión dentro del ámbito cinematográfico es si se deben hacer muchas películas por año o pocas que convoquen más público. Ahora, favorecer solamente a las que más público pueden convocar, ¿no iría en detrimento de la denominación de “industria” del cine nacional?
–Sí, totalmente. Me gusta esa discusión porque, en realidad, quien decide la cantidad de películas que hay es el sector audiovisual, porque ellos son los que están en los comités y son los que deciden qué cantidad de películas se aprueban por año y que van a recibir subsidio. Así que yo no sé quién dice que debería haber menos porque nosotros, desde el Estado, si pudiéramos hacer mil películas por año las haríamos, y de todo tipo. Creo que el éxito que tuvo y que está teniendo el cine nacional en este momento también tiene que ver con esto. Estados Unidos produce 500 películas por año, de las cuales 30 son las que hacen la diferencia: las que se distribuyen en el mundo. En el año hay 52 semanas. O sea, que con treinta películas exitosas ellos cubren el 90 por ciento de las pantallas –también parte con las demás– que están más de dos semanas en cartel. Porque también esto le pasa al cine de Hollywood: hay películas que no funcionan en la primera semana y las bajan. Esta regla es para todos. Por eso, nosotros creemos que haber sostenido en los últimos tres años la producción de 150 películas por cada uno es lo que ha producido este éxito este año, porque cuantas más películas se producen y cuanto más los directores pueden volver a realizar una siguiente película van acertando más con el camino que quieren seguir. Hay algunos que quieren público y otros no van para el gran público.
–Uno de los mayores problemas de estos años fue el tema de exhibición por la falta de pantallas. ¿Debería haber más pantallas o un circuito alternativo, más allá de los Espacios Incaa, para las películas argentinas de bajo presupuesto y que convocan menos público?
–Toda esta gran producción tiene que ver con las políticas públicas y con el fomento del Estado nacional. Y en todo lo que es exhibición, los Espacios Incaa vienen a cubrir esta falta de salas para el cine que se hace para menor cantidad de público. Son salas que están subsidiadas por el Estado nacional, por las políticas públicas. Y después están las salas comerciales. El tema es que hay pocas salas. Tendría que haber más Espacios Incaa. Estamos en 67. Deberíamos llegar a tener el diez por ciento del total de las salas que son 900 en estos momentos. Tendría que haber 90 Espacios Incaa. Pero, de todas maneras tendría que haber muchas más salas comerciales. El problema en la Argentina es la dificultad de la diferencia de cantidad de habitantes que hay en el territorio. Entonces, en los lugares donde hay pocos habitantes no hay salas. Y es muy difícil pedirle a alguien que ponga una sala porque no sería redituable comercialmente. Por eso están los Espacios Incaa.
–¿Cómo analiza el Plan Operativo de Fomento a los Contenidos Audiovisuales implementado desde 2010? ¿Se logró el federalismo audiovisual?
–Sí, se logró no sólo en la producción en televisión, que es a lo que está destinado el plan operativo, sino también en cine. En el Festival de Cannes, este año nos representó Los dueños, una película que fue íntegramente realizada en Tucumán. Era una producción que venía del concurso Raymundo Gleyzer, que ha de-sarrollado mucho todas las producciones federales. Así que eso es muy importante. Y en cuanto a la producción para televisión se ha federalizado de una manera realmente asombrosa. Lo que quiere decir que todos los talentos estaban ahí. Se trataba de darles una mano.
–¿Cómo entiende el rol del canal Incaa TV desde su surgimiento en su gestión a la actualidad?
–Incaa TV se convirtió en un canal muy requerido. Funciona muy bien. Está en todos los cableoperadores, incluso en Cablevisión digital. Y sucedieron cosas muy bonitas. Nos contó la defensora del Público, Cynthia Ottaviano, que desde una localidad de Misiones donde no llegaba Cablevisión digital vino una señora pidiendo en representación de su hijo, que era fanático de Incaa TV y que no lo podía ver en su localidad. Así que Cablevisión hizo llegar la fibra para que llegue la señal digital a ese pueblo de Misiones. Eso nos pasa muchísimo. La Defensoría del Público es extraordinaria: recibe muchísimos pedidos por Incaa TV. Por eso estamos muy contentos. Quiere decir que funciona y nosotros tenemos una devolución del público de todo el país, porque hay que pensar que hay regiones del país donde no hay salas y, entonces, las personas nunca pudieron ver las películas. Incaa TV vino a cubrir este espacio.
–Durante su gestión se apoyó fuertemente la presencia argentina en los festivales, decisión que se coronó con muchas distinciones para films nacionales. ¿Cuánto cree que favorece la participación de largometrajes argentinos en los festivales internacionales a sus posteriores estrenos en el país?
–Favorece fundamentalmente a la distribución internacional. No siempre favorece a la distribución y al éxito de taquilla en el país. Cada festival tiene un criterio diferente de los demás y también su propio perfil. Hay festivales que seleccionan y premian determinados tipos de películas, y otros, otras. Entonces, no necesariamente condice con la distribución en el país y con el éxito comercial. Sí con la distribución internacional.
–Un ejemplo es Las acacias, de Pablo Giorgelli, que ganó la Cámara de Oro en Cannes en 2011 y en la Argentina tuvo muy pocas salas.
–Sí, tuvo muy pocas salas y, sin embargo, estrenó en París, Londres. Estrenó en lugares increíbles. Los estrenos son muy buenos y van instalando el cine argentino en el mundo.
–¿Qué opinión le merecen las críticas de cierto sector del periodismo opositor respecto de que el Incaa favorece a artistas y directores que coinciden con las medidas del Gobierno?
–Eso es totalmente imposible porque quienes deciden qué películas reciben subsidios son los Comités, conformados por directores, productores, guionistas, actores y técnicos. Analizan quince proyectos y tienen tres meses para hacerlo. A su vez, ellos son elegidos por el Consejo Asesor, que está conformado por dos representantes de directores, dos de productores, uno de actores, uno de técnicos y cinco representantes de las cinco regiones del país. Ahora, en el Festival de Mar del Plata se reúnen los secretarios de Cultura de todas las provincias y eligen quiénes van a ser sus cinco representantes, uno por región, en el Consejo Asesor. Así que es muy difícil que se favorezca a alguien en particular. Por otro lado, este análisis que hacen se ha centrado en los actores y desde el Incaa no se favorece a los actores, porque acá quienes se presentan tienen que ser empresas productoras registradas que son las que reciben el subsidio. Después, ellos contratan a los actores que quieren. O sea, la verdad es que es muy difícil que el Incaa realmente tenga alguna posibilidad de incidir. Ni sabemos a qué actores va a contratar un director que depende de una productora que es la que, en realidad, hace la presentación del proyecto en el Incaa.
–Durante su gestión también se creó Ventana Sur, en conjunto con el Marché du Film del Festival de Cannes. ¿Qué balance hace de este mercado? ¿Posicionó al cine latinoamericano en el mapa mundial?
–Si no es el tercero, Ventana Sur es el cuarto lugar en el mundo que los compradores de derechos y distribuidores tienen en su agenda. Es muy impresionante lo que pasó con Ventana Sur. Creemos que esto tiene que ver con que no se había hecho nunca antes, porque a Ventana Sur viene toda la producción de Latinoamérica del último año. Este año hay 428 películas inscriptas. Y es fantástico, porque ahora están viniendo, además de todos los compradores, todos los programadores de festivales. Saben que vienen acá y encuentran todo eso funcionando en una videolibrería muy bien organizada. Pueden sentarse y ver todas las películas que quieran. Creemos que la asociación con el Marché du Film fue lo que le dio todo este despegue tan importante. Si no, hubiera tardado mucho más tiempo en despegar.
–¿Se logró la meta buscada con el arancel a los estrenos de las películas extranjeras o deberían implementarse otras medidas para que haya menos concentración de pantallas para los tanques hollywoodenses?
–Hubo un solo caso de una película que vino por arriba de las trescientas copias, a diferencia de los años anteriores. Esto, con el contrapeso del éxito del cine nacional, hizo que todo quede muy balanceado. Esto permitió que no sucediera más lo que pasó antes de que sacáramos esta medida cuando todas las pantallas estaban ocupadas por tres películas. Eso no volvió a suceder.
–¿Está conforme con la reglamentación de la cuota de pantalla y las modificaciones que se implementaron durante su gestión o cree que debería haber más modificaciones?
–A mí me encantaría que fuera diferente, pero también hay que ser cuidadoso con la reglamentación porque hay derechos que corresponden a las salas privadas que hay que ir respetando y negociando. Me encantaría que se pasara sólo cine nacional y, en algunas salas, películas extranjeras que realmente valgan la pena. A veces, voy a las salas, veo los avances y digo: “¿Quién viene a ver esta película?”. Pero la gente va, tiene derecho a ir y, entonces, tenemos que dejar eso así. Pero la verdad es que hemos avanzado mucho en la cuota de pantalla. De hecho, se cumple plenamente y cuando no se cumple aplicamos las multas.
–¿Cómo analiza la nueva realidad para el cine argentino a partir de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?
–La ley dice que los canales de televisión deben aportar a ocho películas por año desde el momento en que comienza su producción y no comprarlas después para emitirlas. En realidad, el único canal que ha cumplido con esto es Telefe. Los demás canales no han cumplido. Así que esperemos que cuando se pueda ordenar definitivamente este panorama de los canales de televisión esto empiece a funcionar.
–¿Tiene pensado implementar en la Cámara de Diputados alguna modificación a la Ley de Cine, que goza de gran consenso, pero que algunos miembros de la industria consideran que necesita algunos ajustes?
–Nosotros hemos venido haciendo pequeños ajustes que tienen que ver con el registro. Ahora estamos trabajando sobre el registro de las plataformas que exhiben películas por Internet para que se los considere exhibidores, igual que los exhibidores de sala o como se consideró exhibidores a los videoclubs. Los videoclubs que todavía hoy quedan aportan el diez por ciento de su facturación al Fondo de Fomento del Incaa. Entonces, estamos con una pequeñita corrección que tiene que ver con el registro de las plataformas. En diciembre del año pasado se sancionó la Ley de industria audiovisual y estamos trabajando muy fuertemente el proyecto de ley de promoción industrial. Así que todos esos proyectos los llevo al Congreso y los voy a trabajar muy intensamente. Y, sobre todo, lo que tiene que ver con circulación de contenidos, porque me parece que esto es lo que viene. Y por supuesto, dentro de estos contenidos, están las películas, que son los contenidos más prestigiosos que circulan hoy por Internet.