martes, 31 de julio de 2012

MURIO HECTOR TIZON


A LOS 82 AÑOS, Y EN SAN SALVADOR DE JUJUY, MURIO HECTOR TIZON

“Sólo está muerto aquello que definitivamente hemos olvidado”



La iniciación, el amor, la traición, la locura y el exilio encontraron en su pluma una forma de retrato personalísima, en la que tenía que ver su percepción del entorno y un lenguaje formado en el castellano de la biblioteca y la oralidad quechua de su pueblo.
Por Silvina Friera
Ningún paisaje está en un solo sitio; se desplaza en los ojos de quien lo contempla. Las pupilas entristecidas por la partida del sabio y magistral narrador que fue Héctor Tizón rememoran Yala, Casabindo, Humahuaca, Cochinoca; silabean bajo el temblor de la emoción la aridez de esa geografía atravesada por la melodía del viento, la polvareda del camino y el compás minucioso que teje el silencio. El árbol de la infancia vuelve a crecer en otros suelos. Cualquier tierra puede ser propia y extraña. Vivir es olvidar, viene a la mente lo que propone el protagonista de uno de sus relatos. El arte del escritor jujeño, que murió ayer en San Salvador de Jujuy a los 82 años, consistió en alivianar su equipaje para viajar con mayor comodidad a través de una red de cuentos y novelas en los que configuró una intensa épica de la austeridad desde experiencias de alcance universal como la iniciación, el amor, la traición, la locura y el exilio. Su escritura se forjó en el cruce de dos lenguas –el castellano de los libros que leyó mestizado con las inflexiones de la oralidad quechua– en las que resplandece lo dicho, pero también aquello que permanece en los márgenes, lo que no es audible o no tiene expresión. El refinamiento, la belleza poética, emerge justo en el preciso instante en que la lengua apenas puede emitir susurros desperdigados sobre las páginas, al pie de la letra. “Las palabras sólo son sombras de los hechos”, postulaba en otro de sus relatos. El olvido no comienza en la tumba, como creía. Mientras haya un solo lector memorioso, la llama de Tizón seguirá encendida.
El lugar de nacimiento a veces es accidental. Si en todo escritor anida un gran mitómano, la biografía puede estar intervenida por lo que el interesado prefiere orquestar. Aunque en este caso es otro cantar. A diferencia de lo que se cree, Tizón nació el 21 de octubre de 1929 en Rosario de la Frontera (Salta), en el Hotel de las Termas, durante un viaje de sus padres, oriundos de Jujuy, el lugar en el mundo que siempre consideró como su tierra de pertenencia. El mismo se enteró cuando necesitó ordenar papeles para rumbear hacia el exilio, en 1976, y pidió una partida de nacimiento. “Como no me la daban, le dije a mi padre: ‘¿Qué pasa, se han olvidado de inscribirme o qué?’. ‘No –dice–, no la vas a encontrar nunca porque naciste en otro lado.’ Y cuando di con ella, le pregunté: ‘¿No encontraron a ningún criollo para ponerme de testigo de mi nacimiento?’. No, porque mis padres eran los dos únicos pasajeros del hotel.” El abuelo paterno del escritor –“español cubano casado con cristiana vieja”– llegó a Yala (Jujuy) por error, buscando Africa, el calor y las palmeras. Los habitantes del pueblo lo evocaban como el primer plantador de bananas de la zona. Algunos de sus mejores libros como Fuego en Casabindo (1969) y El gallo blanco (1992) son lecturas obligatorias en las escuelas del Noroeste. Vivió en Salta, entre 1943 y 1948, donde cursó el secundario y publicó sus primeros cuentos en el diario El Intransigente, relatos que nunca quiso editar en un libro. Intuía, no obstante, que no faltará algún investigador entusiasta que escarbe en los archivos hasta dar con esos textos. “Uno empieza dando tropiezos memorables. Tanto el bípedo como el ave: se empieza a los golpes”, reconocía el escritor con esa sencillez que lo caracterizaba. La expectativa literaria era como una olla a presión donde se cocinaban los sueños y deseos del joven Tizón, que estudió Derecho en La Plata y arrancó con su periplo diplomático en 1958. Estuvo en México, donde fue agregado cultural y conoció a Juan Rulfo, Augusto Monterroso, Ernesto Cardenal y a Ezequiel Martínez Estrada, entre otros autores. Dos años le bastaron para decidir regresar nuevamente a Jujuy, en 1962.
Afiliado a la UCR –solía definirse como “yrigoyenista”–, fue juez de la Corte Suprema jujeña. No se refugiaba en el impacto de una metáfora para escamotear el humus de sus pensamientos. Le gustaba tirar del hilo para desembrollar la madeja convulsionada del tiempo que le tocó vivir, como lo hizo en los ensayos de No es posible callar, donde reflexionó sobre el lugar que ocupa el artista, el destino de la sociedad occidental y el discurso tramposo de la globalización. En 2003 inauguró la Feria del Libro en el predio de La Rural. “Hubiese preferido un tiempo diferente para abordar el lema ‘Los argentinos y los libros’, pero ni siquiera en ceremonias como ésta es posible callar ante actos tan brutales; hacernos los distraídos sería, más que una mera cobardía, un acto inmoral”, dijo el autor de La casa y el viento (1984) por la invasión de los EE.UU. a Irak. Esgrimía que no podía hablar de la literatura cuando “los pistoleros cibernéticos aplastan pueblos y amenazan con asolar al mundo”. La memorable ovación estalló cuando afirmó que el cinismo del discurso único ya no puede disfrazarse: “La fuerza imperial no necesita a un Conrad o a un Kipling. Le basta apelar a citas de Al Capone”.
Tizón ha profesado su orgullo y devoción por la majestuosidad del paisaje donde vivió; atesoraba las voces de los relatos con los que las niñeras indias esculpieron su infancia y reconocía que la mujer introduce al hombre en la tierra, que transmite la palabra. “El mundo –decía Strasser, uno de sus personajes– es siempre lo que una mujer ha hecho de él.” Más que un paisaje o frontera geográfica, su obra se construye a través de un narrador que asume una condición lingüística al proclamarse parte de la cultura altoperuana. Mientras bosquejaba los cuentos del que sería su primer libro, A un costado de los rieles, publicado en México en 1960, zanjó la tensión entre la lengua libresca, aprendida en la biblioteca paterna –el castellano de Calderón, Quevedo, Lope–, con la lengua de los indígenas, “el dulce habla de las criadas”. Cuando esos mundos aparentemente contradictorios se contaminan –comprendió–, se reconocen mejor. El escritor no se cansaba de repetir que la materia de su oficio son “las imágenes mentales que fija con palabras”. Sin embargo, era consciente de la tentación a la que está sometida la literatura que se amasa lejos de las grandes urbes, esos focos de irradiación que toman una parte por el todo de la literatura argentina. “En las provincias podemos ver los pecados capitales caminando por las calles, con nombre y apellido. Y aprender a observarlos, conviviendo con ellos, es una de las grandes primeras lecciones para el incipiente escritor”, señala en un ensayo. “La segunda es olvidarlo para que de todo ello quede su esencia y poder usar libremente esos atributos, huyendo de la perspectiva provinciana.”
En “Más allá del regionalismo: las transformaciones del paisaje”, texto de Enrique Foffani y Adriana Mancini que integra el volumen La narración gana la partida de Historia crítica de la literatura argentina, se plantea que el jujeño ejecutó el gesto sugerido por Roland Barthes. En uno de los ensayos de El grado cero de la escritura, el crítico francés asegura que la novedad en el pensamiento proustiano es haber desplazado el problema del realismo y haber ubicado “el lugar de lo imaginario en el significado; no en la relación entre ‘la cosa y la forma’, sino en el signo, en la relación del significado con el significante. ‘El lenguaje del escritor no tiene como objetivo representar lo real sino significarlo’”. Foffani y Mancini subrayan que la literatura de Tizón “significa un paisaje, un lenguaje, historias y personajes que responden por sus características a ese espacio referencial al que el escritor pertenece”. En la configuración espacial de sus cuentos y novelas –precisan– es donde con mayor nitidez “se observa el trabajo a partir del cual el lenguaje actúa como mediador que procesa la belleza natural del paisaje original”. En la premura con la que se rebobinan fragmentos, frases, remates o principios, tal vez los lectores recuperen esa sensación de que todos los sentidos oscilan por el entredicho. “Acaso la historia podría ser sólo este mismo paisaje, las montañas sombrías de un color confuso cambiante hora a hora desde el amanecer al crepúsculo, el valle verde y el río y las dos, tres, cinco casas desperdigadas...; queremos decir: un escenario donde es casi obligado imaginar personajes como los protagonistas de esta historia que se va a narrar. Por otra parte, todos estos personajes fueron aquí ellos mismos, con sus nombres y circunstancias reales. Gente que quizás en otras tierras no hubiera despertado la atención de nadie”, se lee al comienzo de La mujer de Strasser (1997).
“A veces, percibimos la vida más intensamente cuando la recordamos, con más tranquilidad que en el momento en el que transcurre”, postula en El resplandor de la hoguera (2008), que aglutina sus memorias, anticipo crepuscular de la despedida, donde despliega perspectivas sobre lo real y lo ficticio, lo biográfico y lo literario. “Este es el impulso que lleva a un escritor a escribir diarios o anotaciones autobiográficas; esto y la certeza de que el pasado no permanece en su lugar, nunca se mantiene estático. Sólo puede revivirse en la memoria, y la memoria es un mecanismo que nos permite tanto olvidar como recordar; la memoria es arbitraria: redescubre, inventa, organiza. El verdadero instrumento de la creación es la memoria y de allí también que todo lo que un escritor escribe sea autobiográfico, con más o menos matices.” En este libro –donde logra estar “mano a mano con los fantasmas, regresado a lo que más quise y dispuesto a desaparecer como una sombra, sin ruido, sin memoria, por esa misma rendija de la vida que lograra vislumbrar y convertir en palabras”– desfilan el niño que se subía a los techos para pasar horas leyendo, su visita a la casa de Benito Lynch en La Plata, los prolegómenos de la publicación de Fuego en Casabindo, la amistad con Martínez Estrada y Rulfo y su encuentro con Onetti en Madrid, donde se exilió durante la dictadura.
Tizón conjuró la inexorable sensación de epílogo –la antesala al silencio– con un tímido anhelo del porvenir. Acaso pasado cierto umbral, la memoria se vuelve silenciosa y opta por callarse. La prórroga al silencio, esas páginas que de pronto reparó que valía la pena escribir, está en Memorial de la Puna, de reciente publicación, seis bellísimos relatos imbricados por la Puna, tierra “lijada por los vientos y la sal”, “el gran desierto lunar cálido y frío”, región que asume como destino vital y literario. “Nacer es una casualidad, pero también una fatalidad, puesto que nadie elige por sí mismo el lugar donde nacer. De modo que un escritor ronda y da vueltas sobre el mismo tema, los mismos hombres y las mismas cosas”, escribió en un ensayo de los ’90. La Puna es la Comala o la Santa María de viento y polvo; las luces y sombras de una obsesión –todo transmite una especie de “mensaje cifrado”– que sólo la muerte vino a clausurar. Quedan los gestos modestos, las pinceladas mínimas con las que labraba la densa complejidad de sus criaturas y ese cielo tramando preguntas durante el atardecer. ¿O serán los lectores que miran esas puestas de sol con el interrogante a flor de piel, como si estuviéramos ahí mismo, contemplando los murmullos de la tierra cuando se abre a la noche?
Al principio no quiso irse: continuaba presentando hábeas corpus por sus amigos perseguidos en 1976. Su mujer, Flora Guzmán, lo interpeló con la espada de Damocles de un terror letal. Le dijo que estaba loco si pensaba discutir con Hitler. Y lo convenció. La familia se exilió en Madrid; recién volvió tras la guerra de Malvinas. El viejo soldado (2002), “el menos querido de mis libros, si ello fuese posible”, es la única novela que escapa a las reglas del mundo tizoniano. Quizá por eso eligió publicarla casi veinte años después de escribirla. Como el protagonista Raúl –que para sobrevivir en un país ajeno se emplea como escritor a sueldo de un viejo fascista decidido a publicar sus memorias–, Tizón se las ingenió en España para hacerse del dinero para subsistir sin dejar de escribir. “Fui un negro de la literatura. Presté mi pluma a otros que ni siquiera pensaban como yo, y eso es tremendamente humillante”, recordaba. El también, como Raúl, soportó en tierras lejanas el tedio, el miedo y la tristeza.
El autor de Sota de bastos, caballo de espadas (1975), El hombre que llegó a un pueblo (1975), Luz de las crueles provincias (1995), Extraño y pálido fulgor (1999) y La belleza del mundo (2004), entre otros títulos notables, despliega en Memorial de la Puna una meditación “casi póstuma” sobre la muerte: “Nada ni nadie puede reprimir los recuerdos que iluminan de pronto aquello que creíamos perdido y desaparecido. El olvido es más fuerte e irremediable que la muerte. Sólo está muerto aquello que definitivamente hemos olvidado”.





EL CAMINO DEL VINO: FICCION, DOCUMENTAL Y MAS


EL JUEGO DE LA COPA

La idea era simple: contar la historia de un sommelier de las bodegas más exquisitas que pierde el don. Pero a partir de que el sommelier Charlie Arturaola aceptara actuar de sí mismo en el papel principal, empezaron a sumarse muchos de los peces gordos del negocio haciendo también de sí mismos, y lo que iba a ser una comedia ligera terminó disolviendo todas las fronteras y convirtiendo El camino del vino en una película extraña y sentimental sobre los versos, las fortunas y el verdadero trabajo en una de las prácticas más antiguas (y hoy redituables) del mundo.


Por Mariano Kairuz

Al principio es un chiste, una fantasía destinada a agotarse en un rato, tan parecido al del director que pierde la vista en La mirada de los otros (Hollywood Ending), de Woody Allen, que la referencia se vuelve inevitable: esta vendría a ser la película del sommelier que pierde el paladar. El sommelier es Charlie Arturaola, y no es un actor, sino un sommelier de verdad, con reputación y mucho trabajo internacional. Bueno, hay que aclarar: no es un intérprete profesional, aunque la verdad es que tiene mucho de actor. Nacido en Montevideo hace 51 años, y radicado actualmente en Miami tras trabajar de manera itinerante durante un par de décadas, Arturaola es lo que podría decirse un actor nato, y eso parece haber tenido mucho que ver con la especialidad en la que se ha afianzado como personaje muy requerido. Hay algo de su capacidad para el chamuyo que irrumpe en escena apenas arranca El camino del vino, la película de Nicolás Carreras que se estrena el próximo jueves. Y esa elocuencia no irrumpe en cualquier lugar, sino en medio de una edición del Masters of Food and Wine, en Mendoza. Allí lo encontramos hablando de cosas tales como “una estructura con carácter y personalidad que termina en una elegancia única que nos lleva a una gran armonía del paladar”.
Carácter, personalidad, elegancia, único, armonía. Puro, elegante chamuyo. Y de eso trata la película en esencia, más que de aquel breve chiste inicial del sommelier-que-perdió-el-gusto-y-el-olfato: de ese palabrerío en el que, a lo largo de los años, se pierde el profesional que debe adecuarse a los aires de sofisticación que requiere una industria millonaria y en pleno auge como la del vino, olvidando en parte al sincero amante del vino, el chico que, como dice el propio Arturaola en la película, nació bajo una parra.
“La premisa surgió en una reunión regada en vino, como son todas nuestras reuniones, acá en la productora Cactus”, cuenta Nicolás Carreras, a días del estreno de la que fue su opera prima como director, un año y medio después de llevarse el premio de la crítica internacional en el Festival de Mar del Plata y de su exitoso paso por las secciones de cine culinario de los festivales de Berlín y San Sebastián. “Estaba con nosotros el documentalista alemán Christoph Behl, y un amigo mendocino, Ramiro Navarro, y tirando ideas copa tras copa se nos ocurrió empezar algo que tuviera que ver con esta fantasía de que el vino te conecta con algunas de tus cosas más verdaderas, más intensas. Navarro, que había trabajado con Arturaola es quien nos convence de que es un personaje, que tenemos que hacer la película con él. Ese año fuimos a filmarlo en una edición del Masters of Food and Wine. Christoph quería que hiciéramos un documental de seguimiento, pero fue en medio de ese mundo tan grandilocuente y glamoroso y viendo la soltura de Charlie, que nos surge, con un poco de maldad, plantearnos qué pasaría si un tipo como él mañana pierde el paladar y ya no siente un carajo: ¿Qué hace? ¿Miente? ¿Le creen? Toda esa gente que se toma en serio su asesoría, ¿le seguiría creyendo? La ficción entró entonces como una herramienta para interpelar el mundo del vino.”
Una vez planteado el punto de partida, el problema de Charlie, éste viendo que ni siquiera su propia mujer (Pandora Anwyl, su esposa y socia de negocios en la vida real) le da importancia a su padecimiento, y que los médicos le dicen que no hay ninguna razón neurológica ni fisiológica para lo que le pasa, emprende el sinuoso camino del vino. Con su amigo, el chef Donato De Santis –que aparece, muy graciosamente, como un dandy: una vez cocinando, otra haciendo fierros, otra recibiendo masajes– y un consejo del enólogo Michel Rolland (conocido por muchos a partir del documental Mondovino), sale a recorrer las bodegas de Mendoza en busca de “la mejor botella de vino” que se pueda probar. Esto da pie a varias grandes escenas: por ejemplo, una en la que Arturaola, como un nene, se roba un Norton del ’36 y es atrapado en el acto por el propio presidente de la compañía; otra donde Susana Balbo –dueña de la bodega Dominios del Plata, en una actuación que parece divertirla mostrándose como personaje duro y mujer ríspida de la industria– le espeta lo que muchos viñateros acaso querrían decirles a los críticos de vinos: que hablan demasiado de algo que conocen poco. Que no conocen realmente el proceso de producción del vino. Y entonces lo manda con sus empleados a sudar unos días en la viña.
“Nuestro primer problema”, cuenta Carreras –que les adjudica más de la mitad del crédito por su film a su hermano gemelo Sebastián, montajista, y a su asistente de dirección, Mauricio Albornoz– “era convencer a Charlie de meterse en este personaje, ya que él vive de esto. Pero Charlie es un temerario, y creo que sólo por el afán de hacer una película, algo distinto, irracionalmente dijo que sí. Ahí empezó otro plan que era estructurar esta ficción en la que la mayoría de los personajes sería la gente de este mundo actuando de sí misma. Y lo que más me sorprendió de este procedimiento es que ese mal chiste inicial, ese catalizador, va arrojando luz sobre la desconexión de Charlie con sus raíces y sus sentimientos, y nos llevaba cada vez más hacia el documental, hacia un nivel de verdad que hubiera sido muy difícil de escribir en un guión de ficción”.
En una secuencia al final del día de trabajo en los viñedos, Charlie se sienta a la mesa con Balbo y le dice que finalmente aprendió sobre “la pasión de la gente que trabaja el terruño”; entonces presentimos el resurgir de su encantador talento para el chamuyo. “En ese punto nos burlamos un poco de la profesión del sommelier”, dice Carreras, “que vive de una sofisticación que hay que sostener a toda costa, montada sobre imágenes que construye el especialista para los demás. Mostramos esto, como mostramos un poco los palacios en los que filmamos, que permite cuestionar un poco la riqueza de esta industria. A la mayoría de la gente que participó le pareció divertido hacer esto y se acomodaron a las reglas de juego. Rolland, que es quien le recomienda encontrar el mejor vino, termina equivocándose, porque aparece su negativo, que es un personaje, el barbeta del candombe, el tipo que le dice a Charlie: ‘No busques más el mejor vino; el vino, el paladar sos vos, boludo, tu familia, tus raíces’, que es todo lo contrario de lo que venía haciendo, eso de buscar los vinos más caros del mundo. Y ésa es mi idea del vino. Este es un mundo que no conocemos de adentro, pero los que hicimos la película somos todos tomadores de vino, nos encanta, y no sabemos degustar pero lo hacemos, y yo siento que degustar es inevitablemente un viaje al pasado. Eso nos reconecta con la historia de este tipo que tiene que estar viajando todo el tiempo al pasado en un contexto que no lo deja ser el Carlitos que era en Uruguay hace 40 años, donde tiene que ser el Charlie fancy, elegante, políglota, que nunca se siente mal, que tiene cortada toda esa cosa nostálgica, llorona rioplatense”. Esto llevó a la parte final de la película, que es el reencuentro de Charlie con su familia. Una comida con vino de mesa común que forma parte del relato y permite cerrar su parábola sobre la pérdida de la identidad. “Creo –dice Carreras– que uno en definitiva es eso: uno es el pasado.”

Además de estrenarse en salas comerciales el jueves próximo, El camino del vino también se exhibirá en una serie de funciones especiales en un circuito alternativo relacionado con el vino y la gastronomía. La agenda de estas proyecciones es la siguiente:
Jueves 2/8: Restaurante Hotel Elevage, Sala Godard. Con degustación de vinos.
Martes 7/8: Bar Dain Usina Cultural: 19.30hs. Proyección y degustación de vinos.
Sábado 11/8: Restó Aramburu: 17hs. Proyección y degustación de vinos.
Domingo 12/8: Restó Aldo’s: 19hs. Proyección y cena.
Jueves 23/8: Centro de Enólogos Proyección de película y degustación de vinos.
Jueves 30/8: Casa de Mendoza: 19hs. Proyección de película y degustación de vinos.
Para más información sobre la película: elcaminodelvino.tvreservaselcaminodelvino@gmail.com

Ficha Técnica
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 País.....................................................Argentina
 Formato de Rodaje...........................HD
 Formato de Estreno.........................HD/DCP
 Producido por...................................Subterránea Films S.R.L - Cactus Cine - Latte S.R.L - Ramiro Navarro
 Idea Original......................................Ramiro Navarro y Nicolás Carreras
 Guión.................................................Nicolás Carreras
 Accesoria de Guión.........................Hernán Belón - Christoph Behl - Mauricio Albornoz Iniesta
 Dirección...........................................Nicolás Carreras
 Asist. de Dirección...........................Mauricio Albornoz Iniesta
 Fotografía.........................................Esteban Perroud
 Producción Ejecutiva......................Christoph Behl - Tomás Cohen - Juan Francisco Di Nucci
 Jefe de Producción..........................Ramiro Navarro
 Producción de Campo/ Mendoza...Diego Flores
 Montaje..............................................Sebastián Carreras
 Asist. Montaje...................................Agustin Vidal - Luciana Murujosa
 Personajes........................................Charlie Arturaola
Pandora Anwyl  
Donato de Santis  
Michel Rolland
 Participación Especial de................Susana Balbo      
Aldo Biondolillo      
Paul Hobbs
Michael Halstrick    
Alex Macipe       
Andreas Larsson
Patricia Ortíz          
Raúl Bianchi          
Marina Beltrame
Jean Bousquet        
Jorge Riccitelli      
Agustina de Alba
 Distribución y Comercialización.....Juan Di Nucci
Tomás Cohen. Latte S.R.L.
 Ventas Internacionales....................Shoreline Entertainment.

sábado, 28 de julio de 2012

LA AFSCA Y LA APLICACION DE LA LEY DE MEDIOS


Para cumplir la ley

El 7 de diciembre, los distintos grupos de medios tienen que adecuarse a los límites de la nueva norma. Clarín denunció a la Afsca. El Gobierno sigue el fallo de la Corte.
Por Sebastian Abrevaya
Con la mira puesta en el 7 de diciembre, fecha que la Corte Suprema de Justicia determinó para el vencimiento de la medida cautelar presentada por el Grupo Clarín, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) decidió activar los mecanismos “preliminares” para la aplicación del artículo 161 de la ley de medios, mal llamado artículo de “desinversión”. En ese contexto, el organismo le envió notificaciones no sólo al Grupo Clarín sino también a una veintena de grupos de medios, a los que les solicitó información técnica para verificar su situación frente a la norma aprobada en octubre de 2009.
En la nota firmada por el presidente de la Afsca, Santiago Aragón, y por el director, Ignacio Saavedra, se explica que el procedimiento de “constatación de oficio” es una “etapa preliminar” del proceso de adecuación y tiene por finalidad “determinar la situación actual de cada uno de los licenciatarios que, no habiendo presentado una propuesta de adecuación voluntaria, se encuentren en presunta infracción a la normativa contenida en la ley”.
Desde el organismo desmintieron que se trate de un “desconocimiento” del fallo de la Corte Suprema, tal como publicaron los diarios Clarín y La Nación, sino que, por el contrario, las medidas adoptadas apuntan al cumplimiento de los plazos fijados por el máximo tribunal. “Para poder cumplir con el fallo, que dice que el 7 de diciembre termina la cautelar y comienza el proceso de adecuación, es necesario requerir esta información”, explicaron a Página/12 autoridades de la Afsca, quienes remarcaron que su respuesta no significa la existencia del incumplimiento de la ley hasta tanto no se expida definitivamente el organismo.
Además advirtieron que no fueron enviadas sólo a Clarín, sino también a otros medios como el grupo Uno Medios, propiedad de Daniel Vila y José Luis Manzano; el Grupo Indalo, de Cristóbal López; el Grupo Hadad, de Daniel Hadad, entre otros medios que no gozan del amparo judicial.
Después de utilizar todos los recursos a su alcance, desde el multimedio Clarín ahora dicen que a partir del 7 de diciembre cae la medida cautelar, pero empezaría a correr el período de un año que establece la ley para su adecuación. Fuentes de la Corte Suprema rechazaron esa interpretación y afirmaron que en ese momento ya deben desinvertir. El Centro de Información Judicial, dependiente de la Corte, dejó en claro esa posición el 22 de mayo, cuando se conoció el fallo: “El plazo de 36 meses de la cautelar se cuenta a partir del 7 de diciembre de 2009 y vence el 7 de diciembre de 2012”, dice el informe de prensa número 38 y agrega: “en consecuencia, estando vencido el plazo legal, y por efecto de la finalización de la cautelar, a partir del 7 de diciembre vence la suspensión del artículo 161” con respecto al Grupo Clarín.
“El 7 de diciembre es el último plazo que tienen todos los grupos de medios para cumplir con la ley”, ratificó Aragón, en diálogo con Página/12. Por ese motivo el directorio de la Afsca creó, el 12 de julio pasado, la Comisión de Análisis, Asesoramiento y Seguimiento de los Procesos de Adecuación. En los considerandos de su creación se explica que, de haber avanzado respecto de los otros medios no amparados por la medida cautelar, “se hubiera generado una evidente desigualdad entre los mismos así como incrementado la concentración a favor de pocos con el consecuente agravamiento de la problemática en el sector, en violación a la letra y espíritu de la ley”. Esa es la respuesta a los cuestionamientos deslizados por la Corte respecto de cierta lentitud en la aplicación de la ley por parte del Estado.
La decisión de la Afsca se produjo la misma semana en la que se resolvió suspender y reestructurar el concurso para el otorgamiento de 220 licencias de televisión digital abierta, que había sido lanzado hace un año y postergado en dos oportunidades.

Concurso de proyectos de cortometrajes “Vino argentino”






Concurso de proyectos de cortometrajes
“Vino argentino”




El Concurso de Proyectos de Cortometrajes “Vino Argentino” es una Sección del Festival UNASUR CINE para Proyectos en etapa de Desarrollo, destinada a realizadores específicamente de las provincias vitivinícolas de Argentina: Salta, Catarmarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén y Río Negro, cuyo objetivo principal es difundir y promover artísticamente el desarrollo y la consolidación de la actividad vitivinícola de nuestro país así como la inclusión y promoción de nuevos talentos provenientes de estas provincias.
Este concurso está apoyado e impulsado por COVIAR (Corporación Vitivinícola Argentina), que otorgará un premio de  PESOS SETENTA MIL ($70.000.-) para el Proyecto Ganador, con el cual el Responsable del Proyecto se compromete a la realización del cortometraje en cuestión, respetando el guión presentado. La entrega del premio se realizará en la Gala de Clausura del I Festival Internacional Unasur Cine.
El Festival UNASUR CINE es una iniciativa conjunta de la realizadora argentina Paula de Luque y la productora Mariana León Echevarria, que junto al Gobierno de la Provincia de San Juan llevan adelante. La ciudad de San Juan será sede de dicho festival que es apoyado por la Secretaría de Cultura y la Secretaria de Derechos Humanos de Presidencia de la Nación, y cuenta con el apoyo del INCAA (Instituto Nacional de cine y Artes Audiovisuales). Tendrá lugar entre el 15 y el 22 de Septiembre de 2012, en la ciudad de San Juan.
El Festival está pensado como un importante espacio de encuentro cultural de los países de Suramérica. Un encuentro que genere y consolide la pertenencia latinoamericana manteniendo las identidades propias de cada país. Participarán películas de los países miembros de la Unasur: Argentina, Bolivia, Venezuela, Perú, Colombia, Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Paraguay, Guyana, Surinam.
La convocatoria del Concurso de Proyectos de Cortometrajes “Vino Argentino” se encuentra abierta a proyectos de cortometrajes de ficción, documentales, de animación y experimentales.

VER BASES EN: 
www.unasurcine.com.ar

El material requerido en las bases debe ser enviado o entregado en:

1-   Secretaria de Cultura de la Provincia de San Juan
Av. Libertador Gral. San Martin 750 Oeste –
Centro Cívico, 3º piso, Módulo 5.
Ciudad de San Juan. Argentina
Teléfono: +54264-430-6640/41/86 (de 8 a 13 hs)

2-   Malabia 2292, 1ºA (CP 1425)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina
Consultas a: 
info@unasurcine.com.ar,
aclarando en “Asunto” que se trata del Concurso “Vino argentino”
Teléfono: +5411-4831-5954 (de 10 a 18 hs)

La fecha límite de recepción de proyectos es el 31 de agosto de 2012.  
No se tendrán en cuenta los proyectos que lleguen posteriores a esa fecha, tampoco se tendrá en cuenta la fecha que indique el matasellos postal.

Se agradece su difusión.

info@unasurcine.com.ar    -    www.unasurcine.com.ar

Cine Político - UTREF


viernes, 27 de julio de 2012

COMO SERA LA CEREMONIA INAUGURAL DE LOS JUEGOS OLIMPICOS


Entre Shakespeare y McCartney

Los británicos se gastaron 27 millones de libras para una fiesta que superará las tres horas de duración, que condensará la historia inglesa y que incluirá el desfile de las 204 delegaciones que tomarán parte de los Juegos.
El estadio Olímpico de Stratford, sede de la ceremonia inaugural.
Imagen: Télam.
Los Juegos Olímpicos de 2012 levantarán oficialmente el telón hoy a las 16 con uno de los momentos cumbre de cada edición, la ceremonia inaugural (televisan Canal 7, TyC Sports, ESPN y DirectTV, más información en la página 33) que convertirá a Londres en el centro del mundo, con un espectáculo que homenajeará las esencias británicas.
Parte del mismo permanece en secreto y se develará en el gran momento, ante 1000 millones de telespectadores y 80.000 personas en un estadio lleno en el que también estarán 120 jefes de Estado y de gobierno, con la reina Isabel II como la encargada de declarar inaugurados los Juegos.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff, la primera dama estadounidense Michelle Obama, la actriz Angelina Jolie o míticos deportistas como el ex boxeador Muhammad Ali forman parte de la variada lista de invitados, donde tampoco faltarán el príncipe local Guillermo y su esposa Catalina.
Londres invirtió 27 millones de libras (42 millones de dólares) en la ceremonia, cuya dirección artística fue responsabilidad de uno de los directores de cine y teatro más reputados del Reino Unido, Danny Boyle, que en 2009 ganó el Oscar por ¿Quién quiere ser millonario? y que se ha esforzado en tratar de mantener el efecto sorpresa, aunque se sabe que será una exaltación de la cultura británica.
Entre los detalles que se conocen está que en el primer tramo del show contará con una representación de la campiña inglesa, con sus prados, sus labriegos y hasta un centenar de animales de granja, entre patos, vacas, gallinas y ovejas, una apuesta tan insólita como arriesgada. Otro referente británico ineludible, el escritor William Shakespeare, estará presente ya que una de las fuentes de inspiración es su obra La Tempestad y sus Islas de la Maravilla. La prensa especuló con la identidad de las estrellas musicales que podrían actuar, citando nombres de actualidad como la exitosa Adele o leyendas como el ex beatle sir Paul McCartney, que podría levantar al estadio al ritmo de “Hey Jude”.
Otro icono como James Bond podría sumarse a la fiesta, ya que el actor que lo encarna actualmente, Daniel Craig, habría grabado una escena desde el Palacio de Buckhingham al estadio Olímpico de Stratford.
¿Quién encenderá el pebetero olímpico? El pentacampeón olímpico de remo Steve Redgrave es favorito, pero también son candidatos el decatlonista Daley Thompson o la mediofondista Kelly Holmes.

jueves, 26 de julio de 2012

26 de julio de 2012: 60 años de la muerte de María Eva Duarte de Perón.


por RODOLFO WALSH





Esa mujer
   El coronel elogia mi puntualidad:
    ­Es puntual como los alemanes ­dice.
    ­O como los ingleses.
    El coronel tiene apellido alemán.
    Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
    ­He leído sus cosas ­propone­. Lo felicito.


    Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.


    Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.


    El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
    Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.


    Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
    El coronel sabe dónde está.


    Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
    El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.


    ­Esos papeles ­dice.
    Lo miro.
    ­Esa mujer, coronel.
    Sonríe.
    ­Todo se encadena ­filosofa.


    A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.


    ­La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.


    ­¿Mucho daño? ­pregunto. Me importa un carajo.
    ­Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años ­dice.


    El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.
    Entra su mujer, con dos pocillos de café.
    Contale vos, Negra.


    Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
    ­La pobre quedó muy afectada ­explica el coronel­. Pero a usted no le importa esto.


    ­¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
    El coronel se ríe.


    ­La fantasía popular -dice-. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir.
    Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.


    -Cuénteme cualquier chiste -dice.
    Pienso. No se me ocurre.
    ­Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostraré que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo. Que se usó tras la derrota de Sedán, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.


    -¿Y esto?
    ­La tumba de Tutankamón -dice el coronel-. Lord Carnavon. Basura.
    El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.
    -Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.
    ­¿Qué más? ­dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.
    -Le pegó un tiro una madrugada.


    ­La confundió con un ladrón ­sonríe el coronel . Esas cosas ocurren.
    ­Pero el capitán N. . .
    ­Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera, y más él, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.
    ­¿Y usted, coronel?
    ­Lo mío es distinto ­dice­. Me la tienen jurada.
    Se para, da una vuelta alrededor de la mesa.
    ­Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.
    ­Me gustaría.


    ­Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?
    ­Ojalá dependa de mí, coronel.
    ­Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba en el palier y salió corriendo.
    Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.


    -Mire.
    A la pastora le falta un bracito.
    ­Derby -dice. Doscientos años.
    La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.


    ­¿Por qué creen que usted tiene la culpa?
    ­Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto, y la llevé donde está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que querían hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo impidió.
    El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.


    -Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leído a Hegel.
    ­¿Qué querían hacer?
    ­Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.
    ­Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.


    -Y orinarle encima.
    ­Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.
    No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.
    ­Esa mujer ­le oigo murmurar­. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.


    El coronel bebe. Es duro.
    ­Desnuda ­dice­. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataúd -el coronel se pasa la mano por la frente­, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...


    Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel es casi invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierto más cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas, Y ahora el coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie y regresa despacio, arrastrando la metralleta.


    ­Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.
    Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparecido y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.
    ­...se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire -el coronel se mira los nudillos­, que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?


    ­No.
    ­Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor.
    Vuelve a servirse un whisky.
    ­Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.


    Bruscamente se ríe.
    ­Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.
    Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir qué es lo que eso me demuestra.
    -Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos obreros que había por ahí. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una diosa, qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.


    ­¿Pobre gente?
    ­Sí, pobre gente.­El coronel lucha contra una escurridiza cólera interior­. Yo también soy argentino.
    ­Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.
    ­Ah, bueno ­dice.
    ­¿La vieron así?


    ­Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...
    La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky.


    ­Para mí no es nada -dice el coronel­. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el 39. Yo era agregado militar, dése cuenta.


    Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.


    ­A mí no me podía sorprender. Pero ellos...
    ­¿Se impresionaron?
    ­Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ¿ésto es lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo." Después me agradeció.
    Miró la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. "Beba".


    ­Beba ­dice el coronel.
    Bebo.
    ­¿Me escucha?
    -Lo escucho.
    Le cortamos un dedo.
    ­¿Era necesario?
    El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice, la demarca con la uña del pulgar y la alza.
    ­Tantito así. Para identificarla.
    -¿No sabían quién era?
    Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".
    ­Sabíamos, sí. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?


    ­Comprendo.
    -La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.
    ­¿Y?
    ­Era ella. Esa mujer era ella.
    ­¿Muy cambiada?
    ­No, no, usted no me entiende. lgualita. Parecía que iba a hablar, que iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R. controló todo, hasta le sacó radiografías.
    ­¿El profesor R.?
    -Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien con autoridad científica, moral.


    En algún lugar de la casa suena, remota, entrecortada, una campanilla. No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto esta ahí, su voz amarga, inconquistable.
    ­¿Enciendo?
    ­No.
    ­Teléfono.
    ­Deciles que no estoy.
    Desaparece.
    ­Es para putearme ­explica el coronel-. Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.
    -Ganas de joder ­digo alegremente.
    ­Cambié tres veces el número del teléfono. Pero siempre lo averiguan.
    ­¿Qué le dicen?
    ­Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos. Basura.


    Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.
    ­Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.
    El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.


    ­La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.
    Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.


    -Llueve -dice su voz extraña.
    Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.
    ­Llueve día por medio ­dice el coronel-. Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.
    Dónde, pienso, dónde.
    ­¡Está parada! -grita el coronel­. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!


    Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lágrimas le resbalan por la cara.
    ­No me haga caso -dice, se sienta­. Estoy borracho.
    Y largamente llueve en su memoria.


    Me paro, le toco el hombro.
    ­¿Eh? -dice­ ¿Eh? -dice.
    Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.
    -¿La sacaron del país?
    -Sí.
    ­¿La sacó usted?
    ­Sí.
    -¿Cuántas personas saben?
    ­DOS.
    ­¿El Viejo sabe?
    Se ríe.
    -Cree que sabe.
    ­¿Dónde?
    No contesta.
    ­Hay que escribirlo, publicarlo.
    ­Sí. Algún día.
    Parece cansado, remoto.
    ­¡Ahora! ­me exaspero­. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre, coronel!
    La lengua se le pega al paladar, a los dientes.
    -Cuando llegue el momento... usted será el primero...


    ­No, ya mismo. Piense. Paris MatchLife. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera.
    Se ríe.
    ­¿Dónde, coronel, dónde?
    Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quién soy, qué hago ahí.
    Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras sé que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza como una revelación.
    ­Es mía -dice simplemente­. Esa mujer es mía.



Fuente:
http://www.literatura.org/Walsh/rwmuje.html

Hace 54 años fundaron el DAC.


Los grandes del cine celebraron su día

Manuel Antín, Adolfo Aristarain, Leonardo Favio y Eliseo Subiela, entre otros, fueron reconocidos por su trayectoria y recordaron a 
los maestros que hace 54 años fundaron el DAC.



Directores Argentinos Cinematográficos cumplió el lunes 54 años de su fundación celebrando la creación del Día del Director Audiovisual, festejando aquel 23 de julio de 1958 en que Fernando Ayala, Hugo del Carril, Lucas Demare, René Mujica, Leopoldo Torre Nilsson, Mario Soffici y Daniel Tinayre, entre otros grandes del cine nacional, unieron sus esfuerzos para dar nacimiento a la entidad.

En el histórico Palacio Alsina,  ahora provisto de múltiples pantallas de última generación que reflejaron el acontecimiento desde todos los ángulos iluminando una noche inolvidable, los directores se reunieron junto a destacas personalidades de la actividad cinematográfica y audiovisual.

Durante el evento se confirmó la presentación de un proyecto de ley en la Legislatura porteña para declarar al 23 de julio como el Día del Director Audiovisual en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. En una emotiva ceremonia todos los asociados con más de 30 años en DAC recibieron de sus pares la especial distinción de un recordatorio que agradecieron con significativas palabras.

Fueron reconocidos Manuel Antín, Adolfo Aristarain, Héctor Babenco, Fernando Birri, Eduardo Calcagno, Leonardo Favio, Carlos Galettini, Octavio Getino, Simón Feldman, David Lipszyc, Julio Ludueña, Luis Puenzo,  José Martínez Suárez, Humberto Ríos, Fernando Solanas, Mario Sábato, Eliseo Subiela y Ricardo Wulicher, además de muchos otros que con sus obras han sabido construir el audiovisual argentino. Presentes en el acto o por medio de representantes, destacaron el desarrollo actualmente alcanzado por la entidad como gestora, recaudadora y distribuidora de los derechos del director como autor audiovisual. 



lunes, 23 de julio de 2012

las películas y documentales sobre la economía actual hacen furor en la pantalla grande


La crisis financiera más taquillera


La situación social se transformó en el punto de referencia obligado del periodismo y del mundo académico. La demanda cultural sobre el tema desplaza otros tópicos tradicionales. 

Por: Gabino Rebagliati


La crisis que golpea a todo el mundo desde 2008 genera efectos innegables en el nivel de empleo, el crecimiento y las expectativas de ciudadanos de las principales potencias del mundo, a punto tal que la situación económica y social se convirtió en un punto de referencia obligado para el periodismo, la política, el mundo académico y como no podía ser de otra manera, el cine.

Un breve recorrido por las películas con mayor repercusión permite deslizar una hipótesis sobre quienes son, ante los ojos occidentales, los responsables de la crisis: empresarios desmedidos en su afán de lucro, gobernantes que responden demasiado al lobby y una lejana y tenue crítica al capitalismo como sistema.

El documental de mayor difusión sobre la crisis es Inside Job, que incluso se llevó el Oscar en 2011 en su tipo y cosechó ganancias similares a las de una película de ficción. Allí el realizador Charles Ferguson entrevista a distintos protagonistas de la crisis como Cristine Legarde, directora del FMI, o el economista Nouriel Roubini.




Este documental hace hincapié en la falta de regulaciones en el sistema financiero y en cómo los grandes agentes de los bancos obtuvieron extraordinarios dividendos mientras conducían a los inversores medios a la bancarrota. Además, advierte sobre la posibilidad de nuevas crisis ante un escenario sin mayores cambios ni nuevas regulaciones, pero no va más allá de eso en la búsqueda de una explicación más acabada.

Pese a estas inconsistencias, su factura holywoodense lo hace un documental muy atractivo para el gran público. Michel Moore, uno de los documentalistas más conocidos, no podía quedarse sin hacer su aporte en Capitalismo: una historia de amor, donde se enfoca en los impactos cotidianos de la recesión, mientras busca respuestas en el poder político y financiero durante el 2009, en medio de la transición entre la administración de Bush y la de Obama. Si bien Moore abunda en golpes bajos y la línea argumental por momentos parece hacer agua, el film muestra cómo impacta la crisis en las familias estadounidenses, una imagen poco recurrente en la prensa económica.




El documental más reciente sobre la crisis, con una mirada más realista y crítica es Debtocracy, del 2011, que muestra el crack de la deuda en Grecia, la crisis del euro y sus interrelaciones con los sacudones que sufrió Wall Street en 2008 y 2009.
Allí, los periodistas griegos Katerina Kitidi y Aris Chatzistefanou indagan sobre las causas de la crisis y el mecanismo perverso de la deuda como un camino sin retorno para Grecia y países como Irlanda, al que en cualquier momento parece sumarse la recientemente rescatada España.




El trabajo griego carga las tintas directamente sobre el Banco Central Europeo, el FMI y el gobierno alemán, a quien señala como principal responsable de la situación de deuda griega.
Respecto del análisis causal, la obra va más allá de Inside Job y Michel Moore en su búsqueda de las causas, llegando a señalar que el problema es casi inherente al sistema capitalista.

En una mirada más relajada están las ficciones sobre la crisis. El film To Big to Fail muestra los tumultuosos días durante la caída de Lehman Brothers, enfocada en el por entonces secretario del Tesoro norteamericano, Henry Poulson. En el film, ninguno de los protagonistas imagina las magnitudes de la crisis y muestra a los gobernantes con poco poder de respuesta frente al derrumbe de los mercados.

Por último, hay otras películas como Margin Call o The Company Man que retratan las reacciones de los empleados y los empresarios frente a la crisis, los despidos masivos y la recesión en puerta desde una óptica más ligera y fácilmente digerible por el gran público.
Tanto en los documentales como en la ficción, se ve cómo la visión más aceptada de la crisis señala a la especulación y a los grandes banqueros como principales responsables, junto a la falta de regulaciones y a la poca rigidez de los gobernantes, lo que por ahora parece no alcanzar frente a un mundo que otra vez amenaza con una recesión global de la que pocos países podrán escapar.  «
 
 
¿la industria del cine en recesión?

La industria del cine libra desde hace años una incansable batalla contra Internet. Las principales realizadoras aducen que la piratería conspira contra el negocio y que, de no mediar regulación estatal, podrían ir a la quiebra. Sin embargo, los números parecen no comprobar esta hipótesis fatalista.

En los Estados Unidos, los datos de venta de entradas y producción de films están lejos de sus récords históricos, pero bastante por encima de los datos de 2009, que arrojaban, por ejemplo, una caída del 25% en la realización de películas.
La apuesta de la industria para sortear la crisis y estimular al público para que vuelva a las salas pasa por el cine en 3D, que volvió a hacer crecer la cantidad de espectadores después de varios años de mermas.

El fenómeno se ve con más fuerza en las carteleras de los países donde la crisis es mayor, como en España, donde la suba del IVA afecta al precio de las entradas y amenaza con fuerza la producción de films.
 
 
U$S 5 millones en los ee uu

En una época donde no abundan los buenos negocios, y muchos especialistas hablan de una crisis terminal para el cine, con las taquillas bajando en todo el mundo, hacer documentales sobre la crisis parece ser bastante rentable. 

Inside Job, el documental estadounidense, recaudó más de 5 millones de dólares sólo en los Estados Unidos, una cifra muy alta para una película de su tipo y pasó los 100 mil euros sólo en España. Para comprar, Margin Call, un film de ficción sobre la crisis con estrellas como Jeremy Irons y Kevin Spacey no logró ir más allá de los 4 millones de dólares en los cines estadounidenses.

Con otra forma de difusión, el documental griego Debtocracy tuvo más de 700 mil vistas en Internet sólo en la primera semana, por lo que sus realizadores, que aseguran no aspiran a una retribución material, calculan que fue visto por más de 5 millones de personas en todo el mundo.