"Pecados de mi padre", documental del argentino Nicolás Entel, sorprende por dos motivos: uno por la difícil situación que atravesó Colombia en aquellos años en los que el jefe del cartel de Medellín, padre del protagonista, acabó abatido a tiros por el llamado 'Bloque de Búsqueda', conformado por miembros del ejército, la policía y la DEA norteamericana, y dos, por haber logrado reunir a los descendientes de víctimas y verdugo en un acto más de reflexión sobre lo absurdo de la violencia.
Los políticos reformistas colombianos Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán fallecieron en distintas circunstancias a manos de francotiradores empleados por Pablo Escobar. Ahora, el documental de Entel logra reunir en Bogotá a los hijos de los tres. Sebastián les pide perdón, pero ellos insisten en que no hay nada que perdonar porque él no es Pablo Escobar.
Hubo algunos documentales que se hacían la falsa pregunta de si Escobar fue bueno o malo, bueno porque dio caridad, malo porque mandó matar a mucha gente. Pero no puede quedar ninguna duda, y lo dice el ex-presidente César Gavíria Trujillo en este documental, que lo que hizo Escobar fue de lo peor de la historia de Colombia.
La dicotomía que se le plantea a su hijo es entre un padre al que sigue amando y un criminal sobre el que hay que aprender a no hacer lo mismo. Sebastián Marroquín recuerda en el documental que su padre le enseñó "a andar en moto, en bicicleta y hasta en elefante", porque Pablo Escobar y otros narcotraficantes de los '80 construyeron zoológicos privados, que en su caso lo tenía abierto al público también.
De ese zoológico todavía quedan algunas ruinas e incluso existe una manada de hipopótamos que viven hoy en día en estado libre y abierto reproduciendo su hábitat africano pero en Colombia.
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