sábado, 28 de agosto de 2010

EL FIN DE LA RADIO, EN ARTECINEMA

Cuando la radio tiene orquesta propia

La película registra el concierto de la Orquesta de Cámara de La Tribu realizado el año pasado en la Facultad de Derecho de la UBA, conjugado con los testimonios de algunos de los invitados a la emisora en sus veinte años de existencia.

Por Juan Martín Bregazzi
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-19105-2010-08-28.html




Las voces del Subcomandante Marcos, Manu Chao y dieciocho personas más se escuchan sobre una base musical compuesta por violoncelos y contrabajos, entre muchos otros instrumentos. Los directores de la orquesta –Ariel Hagman, de 30 años, y Julián Galay, de 21– dirigen y al mismo tiempo se emocionan, mueven sus brazos y miran a los ojos de los músicos, que están ubicados en un escenario ante más de ochocientas personas. Lo descripto ocurrió en noviembre del año pasado, dentro del ciclo “Grandes Conciertos” de la Facultad de Derecho de la UBA. Lo que se escuchó fue la obra El Fin de la Radio, interpretada por la Orquesta de Cámara de la radio La Tribu (FM 88.7). Y aquello que una vez fue un concierto ahora es una película, un concierto-film en donde se puede apreciar lo que el director de La Tribu, Rodrigo Tornero, define como “radio-arte”: música contemporánea orquestal conjugada con los testimonios de algunos de los invitados de La Tribu en sus veinte años de existencia.
Que una radio tenga su propia orquesta era una situación habitual en la Argentina de los ’40. “Las radios antiguas tenían su orquesta, y nos atraía recuperar eso que sentíamos que se había perdido”, afirma Julián Galay, quien es además compositor de “Ensamble chancho a cuerda”. Y agrega que el proyecto surgió con el fin de armar la orquesta y tocar, “como si fuera un grupo de rock con su garaje, pero con lo que hacemos nosotros”. El espíritu rockero en la conformación del grupo se fue consolidando por el carácter colectivo predominante en la toma de decisiones. El papel del “director” se difumina ya que, debajo de la estructura tradicional que posee la música de cámara, se encuentra un estilo fundamentalmente distinto. “El proyecto es colectivo, el rol de director, también. Nos juntamos y entre todos vamos viendo cuál será nuestro próximo paso, nuestra próxima obra”, comenta Ariel Hagman, quien lleva muchos años trabajando como director y compositor.
El Fin de la Radio se ideó como una forma de celebrar el vigésimo aniversario de La Tribu; se presentó en más de cinco oportunidades, en la calle y en diversas facultades. El objetivo de los directores era, además, crear un producto que vinculara arte con política, de manera clara. Así, la selección de los testimonios no fue azarosa, sino que se buscó construir un sentido común que los englobara. “Nosotros vemos la radio como una herramienta de lucha”, dice Rodrigo. Y agrega que “la idea de trabajar con la orquesta es buscar una forma más de desafiarnos ante la cotidianidad de un mundo que nos aplasta y que sólo descubrimos que es posible modificar desde el arte y la política. Este tipo de actos, además de tener un impacto simbólico, tienen un impacto en cada uno de nosotros. Emocionan, nos dicen algo.”
Los testimonios seleccionados describen este mundo, lo analizan, lo ponen en cuestión. En una parte del concierto se escucha un fragmento de lo dicho por Darío Santillán, quien, desde su tono calmo y tranquilo, logra apaciguar la tensión que en otros momentos la orquesta genera. Ante una frase de Eduardo Galeano, los instrumentos quedan en suspenso y dejan lugar a su voz. La música, de esta forma, fue elaborada con el objetivo de interpelar al público, de acercarlo, no de posicionarlo en el rol de un oyente pasivo. “Desde el aspecto técnico, nosotros no somos conservadores ni estamos tampoco ubicados en una vanguardia megaintelectual, como la de la escuela alemana de posguerra, que es muy hermética. Buscamos interpelar al público, lograr que se involucre con lo que ve y oye”, subraya Ariel. Así es como los testimonios elegidos no sólo impactan por su contenido, sino también por su “forma”; por el tono de las voces y por su lírica propia. Los directores de la orquesta explican que a partir de las voces trabajaron “desgrabándolas rítmicamente”, buscando las notas que se adecuen a cada expresión. “Cuando nos dijeron que estaban desgrabando los testimonios para hacer la rítmica fue algo que no podíamos creer”, comenta Tornero. “Porque en la radio siempre jugamos con las palabras a través de la edición, pero nunca nos salió algo parecido a esto.”
La Orquesta de Cámara de La Tribu, así como apuesta a la libertad en la instancia de creación de sus obras, también lo hace en relación con sus trabajos terminados. Sus composiciones están registradas bajo la licencia Creative Commons, lo que implica que pueden ser libremente interpretadas y transformadas. “Me parece muy importante el tema de la liberación de las partituras”, dice Ariel. “Tiene una carga ideológica muy fuerte. Además no es un formato que se acostumbre a ‘liberar’. En general se libera un disco, un libro. Nosotros queríamos soltar lo que compusimos, dejar que circule.”
La película sobre El Fin de la Radio fue filmada el día en que la orquesta se presentó en la Facultad de Derecho. Se la podrá ver, por última vez, mañana en Artecinema, a las 20.30 (Salta 160, entrada $6). Por ser la última fecha, la orquesta hará un concierto breve, previo a la proyección. En los 60 minutos de película podrá verse lo que pasó aquel día en la Facultad, en donde, como relató Rodrigo, “ocurrió el error más fantástico del universo. En un momento, una camarógrafa pateó sin querer un tacho de luz mientras estaba filmando, lo que provocó que la luz apuntara en forma directa al director y proyectara en la pared una sombra gigante de él danzando con sus manos. Eso fue un error, y quedó alucinante. Era como si todo hubiera tenido que ocurrir tal como ocurrió”.

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