En la ceremonia de apertura se proyectó Juntos para siempre, ópera prima de Pablo Solarz, muy celebrada en la sala Bahía, que estuvo colmada por un público compuesto por invitados, vecinos y turistas. Una comedia oscura, con mucho humor.
Desde Pinamar
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Hasta el próximo sábado se exhibirán setenta largometrajes nacionales y del viejo continente y se podrán conocer trece preestrenos argentinos. Uno de ellos se proyectó en la ceremonia de apertura: Juntos para siempre, ópera prima de Pablo Solarz, que fue muy celebrada en la sala Bahía, que estuvo colmada por un público expectante, compuesto por invitados, vecinos y turistas. Habrá que ver, entonces, cómo será la recepción a la hora del estreno programado para el mes de mayo.
Solarz es conocido en el mundo del cine como el guionista de Un novio para mi mujer (que resultó un éxito de taquilla en su momento) y de ¿Quién dice que es fácil?, ambas películas dirigidas por Juan Taratuto. En su debut como director, Solarz propone una comedia, pero no del estilo romántico de las mencionadas: Juntos para siempre se podría definir como una comedia oscura en la que a partir de situaciones graciosas se va desarrollando una trama que llega a tener aspectos siniestros. Sin embargo, es el propio director el que se encarga de señalar que no ve a su ópera prima como la antítesis de las comedias de las que fue guionista. “Quizá más que el otro lado de esas comedias, lo que ocurre es que Juntos para siempre tiene espacio para otros tonos. En las películas que intentan ser comedias más puras, como Un novio para mi mujer y ¿Quién dice que es fácil?, no hubo espacio para que hubiera una dimensión de mayor oscuridad. Y acá lo hay. No la pensaría como la antítesis, sino que es distinta. Es una comedia muy ácida”, reflexiona Solarz en diálogo con Página/12.
Trailer "Juntos para Siempre"
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Juntos para siempre arranca con la obsesión de Javier Gross (interpretado por Peto Menahem), un guionista experimentado que está tan pendiente de su próximo proyecto que descuida de manera alarmante su relación afectiva con su pareja, Lucía (Malena Solda). Javier se desconecta prácticamente de la realidad y ante cada pregunta o comentario de Lucía retoma el tema de su guión. Su novia decide entonces contarle sobre una aventura sexual que tuvo con un vecino. Lo hace para despertar algún sentimiento en Javier, pero éste sigue en su nube creativa. Como nada cambia, Lucía decide abandonarlo. Javier encuentra una reemplazante, Laura (una notable Florencia Peña), pero siempre se confunde su nombre y la llama Lucía. Javier se analiza y también en la terapia suele hablar de... su próximo guión. Muy graciosa por momentos, Juntos para siempre es, sin embargo, una historia que no apunta a lo desopilante, sino a cómo el humor puede servir para contar los dramas más escabrosos. “El humor, la comicidad permiten llegar a determinados lugares donde llega la película. Llegan a pasar cosas oscuras sabiendo que te vas a reír y que después te vas a volver a reír. Eso le da oxígeno, un airecito para respirar y da la oportunidad de meterse en cosas con más profundidad que no son graciosas”, subraya el director.
Solarz sostiene que su película “es un ensayo sobre la desconexión, con humor, pero de lo que estamos hablando es de la desconexión”. Y lo ve como algo universal porque “en mayor o en menor medida, todos la necesitamos, y hasta cierto punto es sano, pero la película muestra qué pasa cuando ésta crece al punto tal de no saber ya uno mismo lo que siente, y reemplaza los sentimientos con pensamientos”. ¿Javier habla lo que piensa pero no dice lo que siente? “Ni sabe. No conoce. Es un tipo que tiene un objetivo, algo que quiere conseguir y va para ahí. Cualquier cosa que intente detenerlo, desviarlo o demorarlo, la va a saltear”, señala Solarz. Puede resultar gracioso y, a la vez, patético, que haya gente como Javier, un hombre que tiene tanta creatividad para el arte pero tan poca para la vida. Antes que reflexionar sobre este punto, Solarz manifiesta que se dedicó a observarlo: “Conozco gente así, capaz de unir muchas voluntades y hacer grandes cosas, pero en sus vidas reales no tienen ninguna cintura, ninguna capacidad, ni amigos”.
Teniendo en cuenta que el protagonista es un guionista es de suponer que haya en la película elementos autobiográficos. Solarz comenta que tiene en común la profesión con el personaje de su ficción y en ese punto “se vuelve muy literal: los dos nos dedicamos a lo mismo”. Pero también observa que a él no le sucedieron las cosas que le pasan al personaje. “Yo me siento reflejado casi como siempre. Para alguien que escribe, los personajes son siempre partes de uno. De alguna manera, salieron de uno, aunque sea de la observación de otros, pero eso es lo que uno está eligiendo observar y por algo debe ser que uno se colgó meses desarrollando tal personaje”, comenta. También reconoce que no se siente identificado solamente con el protagonista porque es guionista sino también con los otros.
Solarz confiesa que la experiencia como guionista le aportó mucho. “Es maravilloso. A los 41 años soy alguien que está empezando algo nuevo y que tiene todo el entusiasmo y las ganas de seguir, que encuentra una cosa que le gusta hacer y que quiere dedicarse a eso. Me aportó conocer cómo se narra una película. Me sirvió porque son muchos años de reescribir, de reencajar las piezas. Creo que llegué al set sabiendo que uno tiene que estar rehaciendo y armando piezas de un rompecabezas que después debés volver a armar para que funcione. Y, sobre todo, al escribir películas que después se filmaron, tuve la oportunidad de ir a los sets y ver trabajar a los directores muy de cerca.” En ese sentido, Solarz afirma que siempre consideró a Juntos para siempre como “una película de actores”. Y como el realizador viene del mundo del teatro, señala que consideró a su primer largometraje “como un desafío de actuación. La película tiene grandes actores”.
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