El desierto de Atacama, en Chile, se parece, en principio, a cualquier otro desierto. Pero no es tan así. En este lugar situado a tres mil metros de altura hay yacimientos arqueológicos, momias, fusiles y cañones enterrados de la Guerra del Pacífico, restos de ciudades de la época del salitre edificadas por los ingleses, múltiples vías férreas por donde los trenes transportaban minerales... Pero eso no es todo. En Atacama está uno de los mayores observatorios astronómicos del mundo, donde los científicos que miran el cielo pisan el suelo que, a escasos kilómetros, esconde los restos de los desaparecidos por la dictadura de Augusto Pinochet y que las mujeres de Calama buscan con un esfuerzo extremo desde hace muchos años para poder darles sepultura a sus seres queridos. Esta combinación casi poética entre el estudio científico del pasado más remoto, como es el origen del Universo, con la necesidad de conocer el pasado más reciente, como es el caso de los cuerpos de los desaparecidos, es el eje de Nostalgia de la luz, el más reciente documental del notable cineasta chileno Patricio Guzmán, que viajó a la Argentina para presentarlo personalmente en el 13º Bafici.
–¿La idea fue mostrar que conociendo el origen de las cosas también se puede esclarecer aquello que se ocultó?
–La motivación es más amplia. Yo quería demostrar con varios ejemplos la importancia que el pasado tiene en la historia del ser humano. Quería demostrar que, por muchas razones, el pasado es un territorio muy digno de estudio. Esa era mi principal motivación. Y decir también que el pasado es muy importante no solamente para la historia humana, sino para la historia de la Vía Láctea y del Cosmos. Y también busqué establecer una relación entre el ser humano y las estrellas, en el sentido de que lo que a la galaxia le pase (me refiero a la vía láctea) le va a pasar a la Tierra. Todo lo que pasa en nuestro barrio galáctico tiene consecuencias en nosotros. Y yo pienso que es bueno empezar a pensar también en esos términos.
–Un astrónomo señala que prácticamente todo es pasado y que el presente es muy frágil, ya que tanto la luz como el sonido tardan en llegar de un lugar a otro. Este señalamiento amplía, entonces, la importancia del pasado en la vida humana. ¿Cómo observa usted, a partir de este concepto, la relación entre pasado y presente en la sociedad chilena?
–En Chile, el 40 por ciento de los casos de violaciones a los derechos humanos ha sido resuelto. Falta el 60 por ciento. Uno se pregunta por qué razón durante años los jueces no han avanzado más rápido. Yo creo que hay una falta de voluntad política de continuar adelante. Creo que hay un pacto de silencio entre los militares y la clase política y que ningún gobierno de la transición concedió a esta búsqueda el interés suficiente. Abandonó a los familiares. ¿Y cómo es que los familiares han llegado a resolver el 40 por ciento? Con la ayuda de periodistas y jueces honestos, con la ayuda del mundo de los derechos humanos, de las ONG y con la ayuda de sus familias. Pero no con la ayuda de diputados ni de senadores. Por lo tanto, Chile es un país donde Pinochet muere sin ser juzgado, con 20 millones en cuentas bancarias en Estados Unidos, que no se han investigado. Gran parte de la población todavía sigue pensando que evitó una guerra civil y que, por lo tanto, es una especie de prócer. Y todavía hoy no sabemos qué textos de estudio utilizan los militares para la formación de los cadetes. Ni el Poder Judicial, el Ejecutivo ni el Parlamentario saben cómo se reclutan los profesores de los institutos militares. Por lo tanto, no sabemos si en estos años ha nacido un ejército republicano o continúa el mismo ejército troglodita de los tiempos de Pinochet.
–¿Y por qué cree que si buena parte de la sociedad chilena tal vez se interese en el pasado más remoto, como es el origen del Universo, no sucede lo mismo con el pasado más cercano, como fueron los asesinados y desaparecidos por la dictadura?
–Ahí está la contradicción. Esa es la contradicción principal que señala el arqueólogo Lautaro Núñez en la película. El dice: “Somos capaces de mirar a millones de años luz y, sin embargo, no sabemos qué pasó durante la dictadura”. Pero él va más lejos y se pregunta qué pasó con los indígenas chilenos. ¿Quién los mató? Fue el pueblo chileno. Yo creo que podemos llegar a la conclusión de que los chilenos mataron más indígenas que los españoles. Y ese importante descubrimiento no se analiza en los textos escolares. Junto con Nostalgia de la luz hice cinco cortometrajes anexos que podrán verse cuando se venda el DVD en Buenos Aires. En uno, yo les pregunté a historiadores, filósofos, abogados y profesores universitarios cuál es el estado de la memoria. Y ellos dicen que se ha producido una completa parálisis de los gobiernos de la Concertación con respecto al análisis histórico. Y también señalan que se han politizado los textos. Cuando un profesor habla del golpe de Estado y de la dictadura, inmediatamente el curso se divide. Y al otro día llegan los padres y apoderados y dicen: “Yo no quiero que adoctrinen a mis hijos”. Por lo tanto, a un profesor de secundaria o de primaria le es muy difícil introducir el tema cuando disiente del texto.
–¿Cree que Nostalgia de la luz es una película poética y metafórica en la manera de abordar la temática de los desaparecidos?
–Sí. Yo siempre quise desarrollar un tema poético, un lenguaje indirecto, un lenguaje de belleza. Aunque el texto es simple, son palabras de belleza. Para hablar de derechos humanos, lo importante es desarrollar películas que tengan estructura dramática. La mayor parte de los documentales son una entrevista, un paisaje, una entrevista, un paisaje. Son como trenes: está la máquina y está el último carro. No hay curva dramática. Por lo tanto, el espectador nunca sube una escalera dramática para emocionarse y caer después hacia un final, un epílogo. Y lo que yo intento siempre es dotar al documental de estructura dramática, de manera que el espectador me siga, suba a una montaña dramática, llegue al clímax y luego haya una conclusión. Pero en esta película, además, incrusto el tema de los derechos humanos en un tema más amplio: la materia entera del Universo es la misma materia de nuestro cuerpo. Cuando yo estaba en París estudiando el guión, tenía el temor de que lo que me estaba imaginando fuera solo imaginario. Pero la verificación de que mis intuiciones eran correctas se produjo cuando un prestigioso astrónomo norteamericano me dijo que estudiaba una constelación donde hay calcio. Y yo le pregunté de qué calcio se trataba: “¿Hay un calcio interplanetario?”. Y me dijo: “No, es el mismo calcio que tiene usted en los dedos y en la columna vertebral”. Entonces yo pensé: él busca el calcio a millones de años luz durante treinta años, y a veinte kilómetros las mujeres buscan el calcio de sus familiares. Y yo pensé que no es casual.
–Tanto en Nostalgia de la luz como en otros documentales, usted realizó una reconstrucción, a diferencia de La Batalla de Chile, que la filmó en el mismo momento en que iban sucediendo los hechos. ¿Cuáles son las principales diferencias?
–Uno aplica métodos diferentes según el tema. Yo creo que en el documental no es tanto el estilo lo que prima, sino que es el tema el que define el estilo. La Batalla de Chile es una película de cine directo. Se ha verificado que el cine directo es lo más eficaz para retratar lo que está pasando en el mismo instante. Es decir, se usa una cámara al hombro y un grabador como el mejor sistema para verificar lo que pasa hoy en la calle. Pero al trabajar la memoria hay otros recursos narrativos que priman. Por ejemplo, la voz en off juega un papel mucho más importante. En el caso de La Batalla de Chile la voz en off es informativa. Es un texto directo que guía al espectador para que no se pierda porque hay demasiada diversidad temática. En el caso de Nostalgia de la luz, no es una voz informativa sino metafórica. Es una voz que amplía el horizonte de lo que estamos viendo. Y cuando uno habla de la memoria, del pasado, describe más que en el caso de La Batalla de Chile. Esta es una película de acción y Nostalgia de la luz es una película de descripción.
–Siguiendo con La Batalla de Chile, ¿cómo ve a la distancia aquel feroz boicot de la derecha contra el gobierno constitucional de Salvador Allende? ¿Ha cambiado esa manera salvaje de hacer política en el Chile de hoy?
–La derecha chilena es una de las mejor organizadas, más inteligentes y más crueles de América latina. No digo toda, pero creo que hay un sector importante de la derecha chilena que no ha perdonado ni siquiera a los muertos. Tú escarbas un poco en algunos sectores sociales y sale una señora o un señor mayor y te dice: “Mire, fue una época atroz, no había qué comer, era una época violenta, estábamos a punto de caer en manos de Cuba, iban a llevar a los niños a Rusia”. Es decir, la propaganda anticomunista que implementó Estados Unidos en toda América latina se la creyeron a pie juntillas. Hay pocos hombres de derecha que han hecho el razonamiento de decir: “Mira, ciertamente hubo muchos problemas, pero Allende tuvo un respeto por la constitucionalidad, quizá llegó más lejos de lo que debía haber llegado pero fue un republicano”. Eso lo dice una minoría que puedes contar con los dedos de las dos manos. La derecha no ha evolucionado lo suficiente. Y no ha evolucionado porque tiene un gran cargo de conciencia, porque saben que la represión fue desmesurada con respecto al hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario