domingo, 5 de junio de 2011

“El futuro del género en la Argentina depende de superar prejuicios”

Por qué, en Argentina, no hay cine de terror?. Los americanos lo tienen, los ingleses lo tienen... hasta los españoles, japoneses y mexicanos. Pero aquí los ejemplos son realmente contados.
Contenido de la edición impresa del Diario Tiempo Argentino del Domingo 5 de Junio de 2011.

Quizás tenga que ver con dos factores: uno, el prejuicio hacia el género (tachándolo de descerebrado y comercial), y la otra, el temor a un suicidio artístico. Un director puede manejar drama o comedia dentro de cierto margen de seguridad, pero filmar una película de horror es una aventura sin red. 

El maquillaje y los efectos especiales pueden no quedar convincentes; los libretos originales pueden dejar que desear; y los actores de carrera esquivan estas obras, a menos que se trate de clásicos reconocidos como Bram Stoker o Edgar Allan Poe.

Este escenario puede cambiar, gracias a la masificación de los medios digitales. En un principio surgieron las fan films, en donde legiones de fanáticos “homenajeaban” a sus películas y héroes favoritos, y montaban cuidados rodajes caseros. Esas películas se subían a Internet, y más de un director terminó capturado por los productores de Hollywood, ávidos de talento fresco. El paso siguiente fue preguntarse: ¿por qué imitar algo que no se puede vender (por falta de derechos, como los homenajes a Alien, Predator, Freddy Krueger, etcétera), si se puede crear algo original que puede dar ganancias?.

Los medios digitales permiten crear films de guerrilla con muy poco dinero. Basta una cámara digital, un software de efectos especiales, una conexión a Internet y una gran dosis de audacia. En los Estados Unidos abundan los ejemplos.

Aquí surgieron pioneros criollos como la gente de Farsa Producciones –responsable de Plaga Zombie (1997), y Nunca Asistas a Este Tipo de Fiestas (2000) -, quienes llegaron a hacer pie en Hollywood con el rodaje de Jennifer´s Shadow (2004), con Faye Dunaway y Gina Phillips. Y hasta los uruguayos se han animado a la movida, despachándose con la excelente La Casa Muda (2010), rodada con dos mangos y mucho talento, y que ya obtuvo su remake hollywoodense.

La oportunidad es patrimonio de los audaces; y ahora ha surgido una generación de cineastas amateurs argentinos, que gustan del cine de género y se animan a rodarlo sin prejuicios. Simplemente porque, para ellos, el cine es un trabajo de amor.

Sagas remasterizadas

Cuando una fórmula demuestra ser exitosa, se exprime hasta el cansancio y Hollywood sabe de sobra cómo hacerlo, por eso, entre fines de este año y el próximo veremos desfilar por la pantalla grande secuelas de primeras partes que fueron tan baratas de hacer como exitosas. La más cercana en el tiempo será la tercera parte de Actividad Paranormal, anunciada para fines de noviembre, de la cual se anunció que volverá a estar presente su protagonista Katie Featherston, aterradora y aterrada por igual. 

Tampoco se hicieron esperar las secuelas de la española Rec. Rec 3 génesis y Rec 4 Apocalipsis, precuela y secuela respectivamente del film original de zombies, tomarán la delantera el próximo año y el siguiente. Y continuando con el auge que está teniendo el cine español, también Almodóvar decidió probar suerte en el género con la recientemente estrenada en Cannes La piel que habito, que tiene como principal protagonista a Antonio Banderas.


También tendremos variedad de remakes para elegir: la uruguaya La casa muda en su nueva versión será The silent house, Martyrs, probablemente resulte suavizada en su remake que verá la luz recién en 2013,  y también una nueva versión de El Orfanato que difícilmente supere a la original, figuran en el menú de los sustos. 


Además, a pocas semanas de su estreno, el director James Wan, el mismo de la saga del Juego de Miedo y creador del inefable Jigsaw, no descartó la posibilidad de que haya una segunda parte de Insidious (La Noche del Demonio) dada su buena aceptación en público y taquilla.


Un negocio que mete mucho miedo y oculta su rentabilidad a los gritos



Es un rubro de la actividad en el que, invirtiendo poco, se recaudan millones. Un recorrido por clásicos hechos “por dos pesos” a partir del fenómeno de la bruja de Blair, que luego dieron paso a sagas tan exitosas como Actividad Paranormal.

  El cine de terror crece exponencialmente a nivel mundial y la Argentina no está exenta del fenómeno, mas bien todo lo contrario, ya que cada vez que una película de este tipo se estrena, la taquilla explota. Sin embargo, la particularidad que se da en el terror, a diferencia de, por ejemplo, la ciencia ficción o el cine catástrofe, que cuestan millones a los estudios y que usan y abusan de la tecnología 3D, es que aquí no son las grandes producciones las que triunfan y, por ende, las que más recaudan, sino aquellas hechas con un presupuesto ínfimo, haciendo honor a una conocida expresión criolla: las que fueron hechas por dos pesos.

La movida la instauró el Proyecto Blair Witch en el ’99, filmada con un presupuesto de apenas  22.000 dólares se convirtió en la cinta independiente más rentable de la historia, ya que terminó recaudando más de $ 248.639.000 millones en todo el mundo. La particularidad está en el modo en que fue filmada, sólo con una video cámara, algo totalmente inédito y que generaba una sensación por igual de terror como de claustrofobia, y hacía sufrir al espectador a la par de los protagonistas. Además, Blair Witch usó por primera vez Internet para divulgar el rumor de que todo lo que sucedía en la película era cierto y los tres protagonistas habían desaparecido de verdad en el bosque mientras investigaban la leyenda de la bruja. Esto, junto al boca a boca, consiguió que la gente acudiese en masa a verla.




Luego, el género tomó nuevos rumbos, o no tan nuevos. La novedad residió en que otros países como España se le  animaron siguiendo la premisa que ya había dado resultado una vez: cuanto menos se gaste y más casero parezca el filme, más dinero recauda.   
Rec vino a ocupar un espacio vacío hasta el momento y cambió el terror psicológico y opresivo de los bosques, por un terror más visceral situado dentro de un edificio al que asisten, respondiendo una llamada de emergencia, una periodista y su camarógrafo acompañando a un escuadrón de bomberos. Lo que se encuentran dentro es  una epidemia viral descontrolada que convierte a las personas en zombies hambrientos.


La taquilla explotó.
Valiéndose también del formato cámara en mano, el presupuesto con el que contó fue de 1,5 millones de euros y consiguió situarse entre las 100 películas más taquilleras fuera de los Estados Unidos. Como no podía ser de otra forma, el año siguiente encontró en cartelera una segunda parte, con un  presupuesto algo mayor y efectos especiales que la acercaban más a un juego de videojuegos tipo shooter, que al primer filme. Los fanáticos se pronunciaron enseguida a favor de la original eligiéndola por sobre la segunda.  Entre las dos recaudaron alrededor de 30 millones de dólares.

A partir del fenómeno Rec, se abrieron nuevas posibilidades para la industria y, además del género gore, el cine español fue tomando una identidad propia volcada hacia el género de lo sobrenatural que lo definiría en los próximos años. El Orfanato se convirtió en la segunda película más taquillera de la historia del cine español. En los Estados Unidos se estrenó, de manera limitada, recaudando 23.323 dólares en su primer fin de semana y por su abrumador éxito, fue reestrenada luego de forma masiva en  707 salas recaudando finalmente 2.015.605 dólares.

En un artículo escrito por Jorge Carrasco sobre ¿por qué no gusta el cine estadounidense? el autor sostiene al respecto de este film que “fue la película más taquillera del año (2007) superando a megaproducciones como Piratas del Caribe. No “una de las diez primeras”, sino la primera, lo cual es un enorme éxito, sobre todo si hablamos de la rentabilidad o relación costo/recaudación: el presupuesto de El Orfanato fue más de 100 veces inferior al de un megaproducción yankee.”

Gracias a la agitación de las aguas cinematográficas del horror, también el cine francés se decidió a tomar la delantera para construir una identidad que lo diferencie de las producciones de otros países y así conquistar su propio mercado. De este modo, terminó volcándose no tanto al género de fantasmas como al del terror más visceral. De ahí surgieron apuestas extremas como L’Intérieur que involucra el ataque de una psicópata a una embarazada en los días anteriores al parto. Pero también vino Martyrs, en la línea de Hostel, que contó con un presupuesto de 2,8 millones de dólares y que pasó a convertirse, gracias al boca a boca, en una cinta de culto.


En Latinoamerica, hasta México y  Uruguay se le animaron al género, el primero con una cinta que aún no se estrenó comercialmente, Somos lo que hay y el segundo con La casa Muda que se vio durante el verano en las salas porteñas y por la que apostaron más de 50 mil espectadores. Su mayor mérito es el de haber sido filmada en una sola toma con una cámara de fotos, con un presupuesto mínimo de 8000 dólares.  Por su parte, Somos lo que hay, resultó en una apuesta insólita sobre unos jóvenes caníbales que tienen que salir a cazar para mantener viva la tradición de su clan.



Lo cierto es que para que el cine yankee siga los pasos del cine menos comercial, parece necesitar reinventarse, volver a sus orígenes, abandonando los anteojitos 3D y recuperando la atmósfera de filmes clásicos como Poltergeist o Halloween. Esta última se rodó en 1978 con un presupuesto de 325 mil dólares y recaudó alrededor de 70 millones de dólares.

El terror yankee recién recuperó su momento de plenitud en 2007 luego del estreno de Actividad Paranormal, que costó sólo 15 mil dólares y terminó recaudando 197 millones.
Pero en 2011, el público volvió a pronunciarse a favor de lo que espera del cine estadounidense llevando a la cima de la taquilla al film Insidious (aquí estrenado bajo el título: La noche del demonio). El mismo ya lleva recaudado en todo el mundo 90 millones de dólares cuando rodarlo costó sólo 1,5 millones, es decir, recaudó 60 veces lo que inicialmente se invirtió.  Mediante la entrada que paga a la hora de elegir ver una película u otra, el público que es a su vez, juez y testigo, se pronuncia acerca de qué quiere ver y posiciona en la cima a filmes como Insidious o mira con indiferencia a películas como Scream 4 o El Juego del Miedo 3D, desdeñando el terror más costoso y elaborado.

Pareciera que hoy el éxito de un film de terror pasa más por la creatividad y el ingenio de lo que sus productores pueden hacer con unos pocos pesos que por unos cuantos millones.

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