miércoles, 22 de agosto de 2012

PRIMER ENCUENTRO DE NARRADORES LATINOAMERICANOS

Hora de debatir las letras

 

En el décimo aniversario del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
22 al 24 de agosto de 2012

Av. Corrientes 1543 (C1042AAB) Ciudad de Buenos Aires - Argentina. [54 11] 5077-8000

Durante tres días y en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, autores argentinos y latinoamericanos pondrán el foco en las tradiciones literarias, la regionalización, la integración y los cambios que imponen nuevos formatos.
 
Por Silvina Friera
 
 
Como ventanas que se abren a un paisaje imprevisible, siempre en movimiento. Los festivales literarios alientan la ilusión o la esperanza de una proximidad extrema: cuerpos y voces adquieren una familiaridad que esfuma la distancia óptica del retrato fotográfico en las solapas de los libros –en el caso de que lleguen antes que sus autores, una excepción a la regla–, en los blogs y en las redes sociales. Y buscan huir de la peste de recitar un lánguido soliloquio para la tribu. Intentan, o al menos proclaman, abrir el juego al diálogo.
 
En esta línea se inscribe el Primer Encuentro de Narradores Latinoamericanos, que empieza hoy a las 19 en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, como parte de las actividades programadas para festejar los diez años de vida de la institución.
 
En esta primera edición, que se propone durante tres días debatir sobre las tradiciones literarias, la regionalización y la integración, participarán Luisa Valenzuela, Perla Suez, Jorge Consiglio, Liliana Heer, Oliverio Coelho, Ana María Shua, Tununa Mercado, Vicente Battista y Ana Quiroga, además del cubano Jesús David Curbelo, el venezolano Raúl Cazal y los ecuatorianos Abdón Ubidia y Silvia Stornaiolo.
 
“No creo que las literaturas latinoamericanas estén más conectadas ahora que lo que lo estaban en la época del boom”, dice Jorge Consiglio, que participará de la mesa de apertura, “Lengua, literatura e integración latinoamericana”. “Me parece que, en las décadas del ’60 y ’70, la situación era diferente de la actual, sobre todo en dos sentidos. Por una parte, la realidad política impregnaba los proyectos más experimentales cargándolos de sentido, revistiéndolos de identidad propia; los imaginarios de los autores del boom tienen escenarios y características muy singulares que se relacionan directamente con el escenario latinoamericano. Por otro, se produjo un efecto especular de las obras a partir de la publicación y del éxito masivo en Europa. Estos factores favorecieron la cohesión de la producción que recorrió las diferentes corrientes estéticas y que promovió una integración que trascendió el mero clima de época. Si se confronta esto con la situación del siglo XXI, se advierte que quizá ahora la producción de textos sea más masiva, o la percibamos como tal, debido a la facilidad que existe para hacer circular los textos, la autoedición, el mundo virtual en todo su despliegue y posibilidades. No obstante, se vincula menos entre sí”, compara el autor de Pequeñas intenciones. “En mi opinión, esta situación se debe a la dificultad de acceso al libro físico más la falta de traspaso todavía al mundo electrónico, y a un individualismo muy marcado, que se profundizó luego de la experiencia neoliberal de la última década del siglo XX.”

Además de leer sus textos, los narradores convocados analizarán las escrituras regionales y la narrativa latinoamericana en el siglo XXI. “La verdad es que ni ahora ni durante el boom nuestras literaturas estuvieron del todo integradas”, plantea Oliverio Coelho. “Durante el boom había polos editoriales comunicados, una gran ebullición, circulaban autores fogoneados primero desde Francia y luego desde España, de manera que si un escritor participaba de esa mise en scène, estaba integrado a un clima y a un mercado que entonces sí era real. Pero era una integración coyuntural. De manera que una época no es antítesis de la otra, sino que sentó los cimientos de un modo de circular del escritor latinoamericano en el mundo, hoy expresado en la figura mutante del escritor opinólogo, cronista y hasta panelista de TV.” Esa espectacularización de la figura del escritor”, opina el autor de Un hombre llamado Lobo, se encauzó, “para bien”, en festivales de literatura, donde el escritor encontró un ecosistema para el debate. “No creo que necesariamente los festivales conduzcan a una integración cultural equivalente a la integración política que sí atraviesa el continente, pero son valiosos cuando funcionan como epicentro de diálogo; y que los escritores a veces viajen antes que sus propios libros es una marca de época. Lo verdaderamente diferente entre el contexto literario latinoamericano del siglo XXI y de la segunda mitad del siglo XX reside en el volumen de lectores y en las tiradas. Hoy en día, nuestras literaturas están articuladas a través de nuevas tecnologías, revistas online, libros digitales y, sobre todo, por una circulación de ejemplares en papel que pasan fronteras gracias al esfuerzo de las editoriales chicas y medianas y de distribuidoras ingeniosas.”

El paraguas “latinoamericano” –cierta empatía lingüística, cultural y política– no entraña sucumbir al imperio de lo idéntico. ¿Hay zonas temáticas, confluencias, modos de escritura, diálogos imaginados o “reales”, que puedan dar cuenta de cierto horizonte de intereses compartidos? ¿O prevalece una caótica y vigorosa diversidad? “En una primera mirada, la impresión es que prevalece una saludable diversidad entre los escritores de ficción en Latinoamérica”, responde Consiglio. “Sin embargo, después de una observación más detenida, se los puede dividir, a grandes rasgos, en dos grandes grupos con características diferenciadas. Están los autores de entre veinte y cuarenta años, cuya relación con la tecnología y la dinámica que de ésta se deriva los lleva a producir textos con sintaxis simplificadas, incorporando nuevos géneros populares –repudiados, en muchos casos, por la ‘alta cultura’–, con abordaje inmediato de los temas y estructuras narrativas fraccionadas o divididas en bloques breves y autosuficientes. Por otra parte, están los autores de más de cuarenta, cuyas ficciones prosa e imaginario también son tocadas por la lógica y la nueva noción del tiempo que deriva de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación), pero que conservan una relación más estrecha con los géneros y con la tradición de la que son deudores o que se han inventado.”

Una caracterización de las literaturas latinoamericanas –apunta Coelho– implicaría una generalización. Amén de odiosas, las generalizaciones simplifican el panorama sin pestañear. “No creo que en lo que leí recientemente haya confluencias formales sino una saludable diversidad: Joao Gilberto Noll, Sérgio Sant’Anna, David Toscana, Ercole Lissardi, Antonio José Ponte. Puede haber, en el peor de los casos, estrategias comunes de publicidad, la generación del crack mexicana, por ejemplo. Pero no hay acá un diálogo imaginado con tradiciones literarias o tentativas de innovación literaria, sino una representación paródica del latinoamericanismo profesional, un estereotipo que quedó en pie después del boom. Muchas veces los diálogos reales o imaginados se dan en el interior de una literatura nacional. Sería fantástico que pudieran detectarse asociaciones o confluencias durante el encuentro.”

* Se puede consultar la programación completa en www.encuentrodenarradoresenelcentro .blogspot.com.ar/

 

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