ENTREVISTAS / En pocos días Juan José Campanella estrena su gran apuesta animada, “Metegol”, que le llevó 7 años de trabajo, por la que casi no tuvo vacaciones y hasta lo internaron. Pero el director ya tiene en carpeta múltiples proyectos. Twitter, fútbol y su pasión por los dibujitos.
Por Melisa Miranda Castro - Fotos: Gustavo Pascaner
Si se pudiera elegir la cantidad de horas que tiene un día, Juan José Campanella no sabría cuántos ceros a la derecha agregar. Está al límite del estreno de su primera película animada “Metegol”, que el 18 de julio se verá en los cines, pero todos los detalles de último momento lo apremian. Los últimos días de junio y las vísperas del debut de esta obra monumental que se viene gestando desde 2007, hacen que comer sea una actividad que comparte el tiempo con otras cinco. La clonación sería una opción, pero por el momento no está disponible.
“El otro día me preguntaron qué haría si tuviera 24 horas de impunidad y dije: dormir. No necesito la impunidad, necesito las 24 horas, punto. Necesito 24 horas de gozar, de no tener nada pendiente, porque no es que no me tomé ningún domingo libre, hay algunos que me quedo con mi nene pero sabiendo que el lunes tengo que arrancar de nuevo”, reconoce el director que, en los últimos seis años, sólo se tomó tres vacaciones de quince días y en ninguna pudo estar alejado de Internet y la computadora. “Me mandaban material y tenía que verlo, con ‘Metegol’ no hubo vacaciones, todos teníamos que estar conectados”, asegura.
Tanto trabajo, finalmente, está por ver sus frutos y los ojos están puestos en cómo será su primer filme animado. Promete tanto que hasta el gigante Disney parece que se puso un poco nervioso. “Disney no nos dejó pautar en sus canales, pero la verdad es que me está divirtiendo mucho. Por un lado puse un par de cargadas en Twitter y se armó más barullo que si hubiéramos puesto los avisos, al final nos hicieron un favor tremendo. No estoy para nada indignado, me divierte que realmente hayan sentido que necesitaban hacer eso porque ellos hacen propaganda de otras productoras”, explica.
Aunque se queja del cansancio, Campanella ya tiene la cabeza puesta en múltiples proyectos: por un lado, un nuevo guión con Eduardo Sacheri, un trabajo en cine con Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, y el 12 de agosto estrena la obra “Parque Lezama”, donde debuta como director teatral.
–¿Se banca la inactividad?
–Me gustaría probarlo. Sueño con un año sabático. El año que viene voy a estudiar una maestría de ciencias políticas, pero si veo que no doy abasto, largo, porque eso es como estudiar cerámica, lo hago por gusto. Creo que mucho tiempo de inactividad no me bancaría, pero sí estaría bueno un año sólo de escribir sin fecha de entrega.
–¿“Metegol” fue la película que más energía le consumió?
–Sí, en todo sentido. Es probable que de haber sabido lo que iba a hacer, no me hubiera metido.
–¿Lo repetiría?
–Sí, pero no inmediatamente. Además, todo lo que aprendí a lo largo de esto haría que la próxima vez sea de mucho menos sufrimiento y seríamos más eficientes. Aquí estábamos recorriendo un camino que ni en la Argentina ni en Latinoamérica nunca se corrió. Entonces, ni nosotros estábamos preparados para este cimbronazo ni el país estaba preparado en términos de hardware. Tuvimos que ir armando un estudio que siempre nos pedía más y más, en términos de tecnología. Ahora sería mucho más fácil, pero igual quiero descansar un tiempito.
–Con “Metegol” fue la primera vez que lo internaron durante el proceso de hacer una película, ¿qué pasó?
–Me mandó al hospital. Fue un ataque de todo, una mezcla de lumbalgia y gastritis que traté de cuerpearlo en casa, pero el dolor era tan enorme que fui y me durmieron y me dejaron una noche adentro.
–¿Siempre pone tanto el cuerpo en una película?
–Vas a encontrar mucho que quienes trabajamos en cine, cuando terminamos la filmación, nos enfermamos. A mí me pasa siempre, el cuerpo pide un descanso después de siete u ocho semanas de filmación, y caigo una semana con gripe. Acá fueron tres años, así que no sé qué es lo que me va a pedir el cuerpo. “Metegol” no tiene nada que ver con una película, es incomparable desde todo punto de vista, son ocho semanas versus tres años.
–¿Cómo es su relación con el fútbol?
–Soy cero futbolero, no solamente no me interesa mucho el fútbol, sino que además no le encuentro mucho atractivo. Sí veo los mundiales porque el único atractivo que le encuentro es cuando es emocional. Sólo en los mundiales les creo a los jugadores que les interesa la camiseta. Cuando yo era chico, era de Boca por una cuestión familiar, pero nadie concebiría que Marzolini o Rattín pudiera jugar en River. Hoy en día un jugador de Boca puede pasar a River con toda tranquilidad. Eso hace que me interese menos todavía. Pero la pasión futbolera se sigue viviendo en las hinchadas, a veces demasiado. Con ese espíritu sí que me conecto o cuando uno ve jugar a un artista del fútbol, que es como ver a un bailarín o a un karateka o un gran artista. Pero estar semana a semana sufriendo si pierde mi equipo, eso no me pasa.
–Cuando pasó lo de la pauta de Disney se expresó por Twitter y lo mismo con otros temas, ¿descubrió en esa red social un canal de comunicación con la gente?
–Lo bueno de Twitter es que es el lugar donde me permito hablar de otras cosas que no sea de cine y no invado a nadie porque en cuanto hay alguien a quien le molesta lo que tengo que decir, lo bloqueo y así ni él lee lo que yo escribo ni yo lo que él pone. Entonces, se va convirtiendo en una charla entre amigos, más numerosa, en donde uno puede decir ciertas cosas, porque yo soy director hasta las 5 de la tarde pero argentino full time.
-¿Qué cosas le interesan decir?
-En Twitter no me puede desvirtuar nadie porque lo escribo yo, si alguien lo levanta, genera algún problema y se recibo un llamado puedo decir que se meta en mi línea y lea lo que escribí; y si te gusta bien y si no jorobate, o no lo leas. Me parece que tengo más control sobre lo que digo porque estamos en un momento en donde hay dos posiciones muy tomadas y ambas tratan de sumar gente a su favor; y yo no me considero parte de ninguna. De hecho estaría bueno un final como “Rocky 2” donde los dos se pegan un trompazo al mismo tiempo y se caen los dos juntos. Con Twitter puedo ser verdaderamente independiente.
–De todas maneras, usted nunca dejó de dar su opinión sobre el país.
–Sí, pero no soy ni del Gobierno ni de “Clarín”, para decirlo claramente. De hecho el único juicio que hice en mi vida fue al Grupo Clarín, así que es lo que menos pueden decir y no trabajo con ellos desde “Vientos de agua”. De hecho, ésa es una pelea que me importa tres pepinos, está tan bajo en el índice de prioridades que mi única opinión sobre eso es que es irrelevante.
–Su dupla con Eduardo Sacheri está bastante instalada, pero “Papeles en el viento” lo va a hacer Juan Taratuto, ¿le ganó de mano? ¿Se quedó con las ganas?
–Yo soy fanático de Eduardo antes de conocerlo. Leí “La pregunta de sus ojos”, pero cuando lo llamé para trabajar fue con otro proyecto, pero en la charla él me convenció para hacer “La pregunta…”. No es que yo haya sufrido por eso. Pero ahora nos toca trabajar en el proyecto por el que yo lo había llamado, así que vamos a trabajar en eso. Estamos muy en verde porque no tenemos una novela de la cual partir, intentamos juntarnos el año pasado pero “Metegol” es ultraabsorbente. Creo que Juan Taratuto va a hacer un trabajo bárbaro con “Papeles en el viento”, a mí la novela me encanta, pero ahora a Eduardo le toca trabajar en mi proyecto (risas).
–¿El hacer una película para chicos tuvo influencia de las horas de dibujitos miradas con su hijo Federico?
–Mucho, pero además, yo veo muchos dibujos animados porque me gustan a mí. Para mí la mejor película de los ’90 es “Toy Story 2”. Ahora con mi hijo tengo una gran excusa, pero de todas maneras lo hubiera hecho. Él ya vio algunas tomas sueltas en casa, le gustan los personajes, pero todavía no sabe de qué se trata. Es muy chiquito, tiene seis años, cuando empezamos tenía uno.
–¿Federico se interesa en el mundo del cine y en su trabajo?
–Es raro porque, pobre, a veces no entiende mucho. Si vamos a comer y se me acerca alguien, no entiende por qué se quieren sacar fotos con su papá. Pero le tira, porque quiere actuar en las cosas de la escuela, se ofrece y a otros chicos les da vergüenza, pero es chiquitito.
–¿Le gustaría que siga sus pasos?
–No, que sea lo que a él lo haga feliz. A mí lo que me gustaría es que fuera médico, porque yo creo que toda familia tendría que tener un médico y en la mía no hay ninguno, solo un tío que vive en San Nicolás y que ya se jubiló. Siempre le digo también a Lupe (N. de la R.: Guadalupe es la hija adolescente de su esposa Cecilia Monti) si quiere estudiar medicina, para que haya un médico que nos cuide de viejos (risas). Alguien que llamás a las 3 de la mañana y viene porque sos el hermano, no un cliente.
–¿Se acuerda qué fue lo primero que escribió en su vida?
–Hace unos pocos años, cuando falleció mi papá, tuve que vaciar su departamento porque era alquilado y encontré cuadernos míos de primero, segundo y tercer grado donde ya había cuentitos que decían cosas como “Era una noche tormentosa”. Yo escribí siempre, me regalaron una Letter A22 cuando tenía siete años y a esa edad aprendí a escribir a máquina. Desde entonces escribo pero nunca pensé que iba a vivir de eso.
–¿Cuándo se dio cuenta de que dirigir era lo que quería?
–Ya estaba estudiando cine, cuando vi la película “Qué bello es vivir” dije: “Esto es lo que yo quiero hacer”, fue en febrero del ’80.
Una mente brillante
El secreto de sus ojos 2009
Basada en la novela “La pregunta de sus ojos”, de Eduardo Sacheri. Protagonizada por Ricardo Darín, Soledad Villamil y Pablo Rago, obtuvo un Oscar por “Mejor Película Extranjera”; 9 Premios Clarín, 5 en el Festival de la Habana, 13 Premios Sur y 2 Goya. Tuvo un presupuesto aproximado de 2 millones de dólares, y en la Argentina fue la película más taquillera en 24 años: la vieron 2,5 millones de personas.
Luna de Avellaneda 2004
Con guión de Juan José Campanella, Fernando Castets y Juan Pablo Domenech, cuenta la historia de un club de barrio y un grupo de personas que intentan evitar que se cierre. Protagonizada por Ricardo Darín, Eduardo Blanco, Mercedes Morán y Valeria Bertuccelli. La vieron 1.029.334 espectadores.
El hijo de la novia 2001
Ricardo Darín, Héctor Alterio y Norma Aleandro, son los actores principales de la historia de una familia que se ve afectada por el Alzheimer de la madre. En esta película, al estilo Hitchcock, Campanella tiene una breve actuación como médico. Fue candidata al Oscar pero no lo obtuvo. Fue vista por 1.385.691 espectadores.
El mismo amor la misma lluvia 1999
Es la historia de una pareja, sus rupturas y reencuentros a lo largo de dos décadas, protagonizada por Ricardo Darín y Soledad Villamil. Obtuvo 8 premios de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina y fue vista por 120.741 personas.
Ni el tiro final (“Y llegó el amor”) 1997
Basada en la novela de José Pablo Feinmann, cuenta la historia de un alcohólico que se gana la vida como escritor y también como pianista en un cabaret de Long Island. Su esposa, Vicky Rivas, lo acompaña cantando en el escenario. Pero la vida los pone a prueba cuando deciden entrar en un juego sucio para convertirse en millonarios. Protagonizada por Denis Leary, Terence Stamp y Aitana Sánchez-Gijón.
El niño gritó puta (“The Boy Who Cried Bitch”) 1991
En este filme no participó del guión, sólo fue director. Cuenta la historia de un niño sicótico de 12 años. Es una película independiente estadounidense protagonizada por Harley Cross, Karen Young, Jason Biggs, donde actúa Adrien Brody. Fue exhibido por primera vez en el Boston Film Festival y contenía dos finales alternativos.
Si se pudiera elegir la cantidad de horas que tiene un día, Juan José Campanella no sabría cuántos ceros a la derecha agregar. Está al límite del estreno de su primera película animada “Metegol”, que el 18 de julio se verá en los cines, pero todos los detalles de último momento lo apremian. Los últimos días de junio y las vísperas del debut de esta obra monumental que se viene gestando desde 2007, hacen que comer sea una actividad que comparte el tiempo con otras cinco. La clonación sería una opción, pero por el momento no está disponible.
“El otro día me preguntaron qué haría si tuviera 24 horas de impunidad y dije: dormir. No necesito la impunidad, necesito las 24 horas, punto. Necesito 24 horas de gozar, de no tener nada pendiente, porque no es que no me tomé ningún domingo libre, hay algunos que me quedo con mi nene pero sabiendo que el lunes tengo que arrancar de nuevo”, reconoce el director que, en los últimos seis años, sólo se tomó tres vacaciones de quince días y en ninguna pudo estar alejado de Internet y la computadora. “Me mandaban material y tenía que verlo, con ‘Metegol’ no hubo vacaciones, todos teníamos que estar conectados”, asegura.
Tanto trabajo, finalmente, está por ver sus frutos y los ojos están puestos en cómo será su primer filme animado. Promete tanto que hasta el gigante Disney parece que se puso un poco nervioso. “Disney no nos dejó pautar en sus canales, pero la verdad es que me está divirtiendo mucho. Por un lado puse un par de cargadas en Twitter y se armó más barullo que si hubiéramos puesto los avisos, al final nos hicieron un favor tremendo. No estoy para nada indignado, me divierte que realmente hayan sentido que necesitaban hacer eso porque ellos hacen propaganda de otras productoras”, explica.
Aunque se queja del cansancio, Campanella ya tiene la cabeza puesta en múltiples proyectos: por un lado, un nuevo guión con Eduardo Sacheri, un trabajo en cine con Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, y el 12 de agosto estrena la obra “Parque Lezama”, donde debuta como director teatral.
–¿Se banca la inactividad?
–Me gustaría probarlo. Sueño con un año sabático. El año que viene voy a estudiar una maestría de ciencias políticas, pero si veo que no doy abasto, largo, porque eso es como estudiar cerámica, lo hago por gusto. Creo que mucho tiempo de inactividad no me bancaría, pero sí estaría bueno un año sólo de escribir sin fecha de entrega.
–¿“Metegol” fue la película que más energía le consumió?
–Sí, en todo sentido. Es probable que de haber sabido lo que iba a hacer, no me hubiera metido.
–¿Lo repetiría?
–Sí, pero no inmediatamente. Además, todo lo que aprendí a lo largo de esto haría que la próxima vez sea de mucho menos sufrimiento y seríamos más eficientes. Aquí estábamos recorriendo un camino que ni en la Argentina ni en Latinoamérica nunca se corrió. Entonces, ni nosotros estábamos preparados para este cimbronazo ni el país estaba preparado en términos de hardware. Tuvimos que ir armando un estudio que siempre nos pedía más y más, en términos de tecnología. Ahora sería mucho más fácil, pero igual quiero descansar un tiempito.
–Con “Metegol” fue la primera vez que lo internaron durante el proceso de hacer una película, ¿qué pasó?
–Me mandó al hospital. Fue un ataque de todo, una mezcla de lumbalgia y gastritis que traté de cuerpearlo en casa, pero el dolor era tan enorme que fui y me durmieron y me dejaron una noche adentro.
–¿Siempre pone tanto el cuerpo en una película?
–Vas a encontrar mucho que quienes trabajamos en cine, cuando terminamos la filmación, nos enfermamos. A mí me pasa siempre, el cuerpo pide un descanso después de siete u ocho semanas de filmación, y caigo una semana con gripe. Acá fueron tres años, así que no sé qué es lo que me va a pedir el cuerpo. “Metegol” no tiene nada que ver con una película, es incomparable desde todo punto de vista, son ocho semanas versus tres años.
–¿Cómo es su relación con el fútbol?
–Soy cero futbolero, no solamente no me interesa mucho el fútbol, sino que además no le encuentro mucho atractivo. Sí veo los mundiales porque el único atractivo que le encuentro es cuando es emocional. Sólo en los mundiales les creo a los jugadores que les interesa la camiseta. Cuando yo era chico, era de Boca por una cuestión familiar, pero nadie concebiría que Marzolini o Rattín pudiera jugar en River. Hoy en día un jugador de Boca puede pasar a River con toda tranquilidad. Eso hace que me interese menos todavía. Pero la pasión futbolera se sigue viviendo en las hinchadas, a veces demasiado. Con ese espíritu sí que me conecto o cuando uno ve jugar a un artista del fútbol, que es como ver a un bailarín o a un karateka o un gran artista. Pero estar semana a semana sufriendo si pierde mi equipo, eso no me pasa.
–Cuando pasó lo de la pauta de Disney se expresó por Twitter y lo mismo con otros temas, ¿descubrió en esa red social un canal de comunicación con la gente?
–Lo bueno de Twitter es que es el lugar donde me permito hablar de otras cosas que no sea de cine y no invado a nadie porque en cuanto hay alguien a quien le molesta lo que tengo que decir, lo bloqueo y así ni él lee lo que yo escribo ni yo lo que él pone. Entonces, se va convirtiendo en una charla entre amigos, más numerosa, en donde uno puede decir ciertas cosas, porque yo soy director hasta las 5 de la tarde pero argentino full time.
-¿Qué cosas le interesan decir?
-En Twitter no me puede desvirtuar nadie porque lo escribo yo, si alguien lo levanta, genera algún problema y se recibo un llamado puedo decir que se meta en mi línea y lea lo que escribí; y si te gusta bien y si no jorobate, o no lo leas. Me parece que tengo más control sobre lo que digo porque estamos en un momento en donde hay dos posiciones muy tomadas y ambas tratan de sumar gente a su favor; y yo no me considero parte de ninguna. De hecho estaría bueno un final como “Rocky 2” donde los dos se pegan un trompazo al mismo tiempo y se caen los dos juntos. Con Twitter puedo ser verdaderamente independiente.
–De todas maneras, usted nunca dejó de dar su opinión sobre el país.
–Sí, pero no soy ni del Gobierno ni de “Clarín”, para decirlo claramente. De hecho el único juicio que hice en mi vida fue al Grupo Clarín, así que es lo que menos pueden decir y no trabajo con ellos desde “Vientos de agua”. De hecho, ésa es una pelea que me importa tres pepinos, está tan bajo en el índice de prioridades que mi única opinión sobre eso es que es irrelevante.
–Su dupla con Eduardo Sacheri está bastante instalada, pero “Papeles en el viento” lo va a hacer Juan Taratuto, ¿le ganó de mano? ¿Se quedó con las ganas?
–Yo soy fanático de Eduardo antes de conocerlo. Leí “La pregunta de sus ojos”, pero cuando lo llamé para trabajar fue con otro proyecto, pero en la charla él me convenció para hacer “La pregunta…”. No es que yo haya sufrido por eso. Pero ahora nos toca trabajar en el proyecto por el que yo lo había llamado, así que vamos a trabajar en eso. Estamos muy en verde porque no tenemos una novela de la cual partir, intentamos juntarnos el año pasado pero “Metegol” es ultraabsorbente. Creo que Juan Taratuto va a hacer un trabajo bárbaro con “Papeles en el viento”, a mí la novela me encanta, pero ahora a Eduardo le toca trabajar en mi proyecto (risas).
–¿El hacer una película para chicos tuvo influencia de las horas de dibujitos miradas con su hijo Federico?
–Mucho, pero además, yo veo muchos dibujos animados porque me gustan a mí. Para mí la mejor película de los ’90 es “Toy Story 2”. Ahora con mi hijo tengo una gran excusa, pero de todas maneras lo hubiera hecho. Él ya vio algunas tomas sueltas en casa, le gustan los personajes, pero todavía no sabe de qué se trata. Es muy chiquito, tiene seis años, cuando empezamos tenía uno.
–¿Federico se interesa en el mundo del cine y en su trabajo?
–Es raro porque, pobre, a veces no entiende mucho. Si vamos a comer y se me acerca alguien, no entiende por qué se quieren sacar fotos con su papá. Pero le tira, porque quiere actuar en las cosas de la escuela, se ofrece y a otros chicos les da vergüenza, pero es chiquitito.
–¿Le gustaría que siga sus pasos?
–No, que sea lo que a él lo haga feliz. A mí lo que me gustaría es que fuera médico, porque yo creo que toda familia tendría que tener un médico y en la mía no hay ninguno, solo un tío que vive en San Nicolás y que ya se jubiló. Siempre le digo también a Lupe (N. de la R.: Guadalupe es la hija adolescente de su esposa Cecilia Monti) si quiere estudiar medicina, para que haya un médico que nos cuide de viejos (risas). Alguien que llamás a las 3 de la mañana y viene porque sos el hermano, no un cliente.
–¿Se acuerda qué fue lo primero que escribió en su vida?
–Hace unos pocos años, cuando falleció mi papá, tuve que vaciar su departamento porque era alquilado y encontré cuadernos míos de primero, segundo y tercer grado donde ya había cuentitos que decían cosas como “Era una noche tormentosa”. Yo escribí siempre, me regalaron una Letter A22 cuando tenía siete años y a esa edad aprendí a escribir a máquina. Desde entonces escribo pero nunca pensé que iba a vivir de eso.
–¿Cuándo se dio cuenta de que dirigir era lo que quería?
–Ya estaba estudiando cine, cuando vi la película “Qué bello es vivir” dije: “Esto es lo que yo quiero hacer”, fue en febrero del ’80.
Llega el Metegol de Juan José Campanella
CULTURA / CINE: ADELANTO / Se estrena la primera película de animación del director de El secreto de sus ojos y la emoción es uno de sus elementos primordiales. La cartelera platense la presenta en Cinema City y Cinema Paradiso, y en 3D en Cinema Ocho. Mirá el trailer.
Este jueves se estrena en todo el país Metegol, la nueva película de Juan José Campanella y su primer trabajo de animación, desarrollado desde el inicio para el formato digital 3D.
Los protagonistas son los jugadores de un metegol, que son separados por un desguazador y deben volver a juntar el equipo, con voces de doblaje de David Masajnik, Horacio Fontova, Pablo Rago, Miguel Angel Rodríguez, Fabián Gianola, Osvaldo Príncipi y hasta del mismo Campanella.
Esta película de animación 3D requirió una inversión de Argentina y España que supera los 20 millones de dólares sin incluir la publicidad.
En Metegol, Amadeo es un chico tímido pero virtuoso que deberá enfrentarse al más temible rival sobre una cancha de fútbol: el Crack. En su duelo, el protagonista contará con la inestimable ayuda de unos jugadores de metegol liderados por el Wing, su carismático extremo derecho.
Así, todos los jugadores se embarcarán en una gran aventura, con el fútbol como telón de fondo y con el amor, el respeto, la amistad y la pasión.
La película promete emocionar. Y al respecto, Campanella reflexionó: "¿Qué es lo que más me emociona de la historia? Sin lugar a dudas la relación del padre con el hijo, desde el principio cuando comienza la historia y muy especialmente la escena final, cuando la intensidad emocional es mucho mayor. También los homenajes cinéfilos, como el que tiene que ver con 2001, odisea en el espacio y dos a Ingmar Bergman".
La trama. Amadeo vive en un pueblo pequeño y anónimo. Trabaja en un bar, juega al metegol mejor que nadie y está enamorado de Laura, aunque ella no lo sabe. Su rutina sencilla se desmorona cuando Párpados, un joven del pueblo convertido en el mejor futbolista del mundo, vuelve dispuesto a vengarse de la única derrota que sufrió en su vida. Con el metegol, el bar y hasta su alma destruidas, Amadeo descubre algo mágico: los jugadores de su querido metegol hablan ¡y mucho!. Juntos se embarcarán en un viaje lleno de aventuras para salvar a Laura y al pueblo y en el camino convertirse en un verdadero equipo.
El equipo. Metegol es un film inspirado en un cuento de Roberto Fontanarrosa, en versión del propio Campanella, el periodista y escritor Eduardo Sacheri y Axel Kuschevasky.
Este equipo principal –el mismo de El secreto de sus ojos, el segundo filme argentino ganador del Oscar de Hollywood a la Mejor producción extranjera–, también está integrado por el director de fotografía Félix Monti y el compositor Emilio Kauderer.
Los protagonistas son los jugadores de un metegol, que son separados por un desguazador y deben volver a juntar el equipo, con voces de doblaje de David Masajnik, Horacio Fontova, Pablo Rago, Miguel Angel Rodríguez, Fabián Gianola, Osvaldo Príncipi y hasta del mismo Campanella.
Esta película de animación 3D requirió una inversión de Argentina y España que supera los 20 millones de dólares sin incluir la publicidad.
En Metegol, Amadeo es un chico tímido pero virtuoso que deberá enfrentarse al más temible rival sobre una cancha de fútbol: el Crack. En su duelo, el protagonista contará con la inestimable ayuda de unos jugadores de metegol liderados por el Wing, su carismático extremo derecho.
Así, todos los jugadores se embarcarán en una gran aventura, con el fútbol como telón de fondo y con el amor, el respeto, la amistad y la pasión.
La película promete emocionar. Y al respecto, Campanella reflexionó: "¿Qué es lo que más me emociona de la historia? Sin lugar a dudas la relación del padre con el hijo, desde el principio cuando comienza la historia y muy especialmente la escena final, cuando la intensidad emocional es mucho mayor. También los homenajes cinéfilos, como el que tiene que ver con 2001, odisea en el espacio y dos a Ingmar Bergman".
La trama. Amadeo vive en un pueblo pequeño y anónimo. Trabaja en un bar, juega al metegol mejor que nadie y está enamorado de Laura, aunque ella no lo sabe. Su rutina sencilla se desmorona cuando Párpados, un joven del pueblo convertido en el mejor futbolista del mundo, vuelve dispuesto a vengarse de la única derrota que sufrió en su vida. Con el metegol, el bar y hasta su alma destruidas, Amadeo descubre algo mágico: los jugadores de su querido metegol hablan ¡y mucho!. Juntos se embarcarán en un viaje lleno de aventuras para salvar a Laura y al pueblo y en el camino convertirse en un verdadero equipo.
El equipo. Metegol es un film inspirado en un cuento de Roberto Fontanarrosa, en versión del propio Campanella, el periodista y escritor Eduardo Sacheri y Axel Kuschevasky.
Este equipo principal –el mismo de El secreto de sus ojos, el segundo filme argentino ganador del Oscar de Hollywood a la Mejor producción extranjera–, también está integrado por el director de fotografía Félix Monti y el compositor Emilio Kauderer.
Una mente brillante
El secreto de sus ojos 2009
Basada en la novela “La pregunta de sus ojos”, de Eduardo Sacheri. Protagonizada por Ricardo Darín, Soledad Villamil y Pablo Rago, obtuvo un Oscar por “Mejor Película Extranjera”; 9 Premios Clarín, 5 en el Festival de la Habana, 13 Premios Sur y 2 Goya. Tuvo un presupuesto aproximado de 2 millones de dólares, y en la Argentina fue la película más taquillera en 24 años: la vieron 2,5 millones de personas.
Luna de Avellaneda 2004
Con guión de Juan José Campanella, Fernando Castets y Juan Pablo Domenech, cuenta la historia de un club de barrio y un grupo de personas que intentan evitar que se cierre. Protagonizada por Ricardo Darín, Eduardo Blanco, Mercedes Morán y Valeria Bertuccelli. La vieron 1.029.334 espectadores.
El hijo de la novia 2001
Ricardo Darín, Héctor Alterio y Norma Aleandro, son los actores principales de la historia de una familia que se ve afectada por el Alzheimer de la madre. En esta película, al estilo Hitchcock, Campanella tiene una breve actuación como médico. Fue candidata al Oscar pero no lo obtuvo. Fue vista por 1.385.691 espectadores.
El mismo amor la misma lluvia 1999
Es la historia de una pareja, sus rupturas y reencuentros a lo largo de dos décadas, protagonizada por Ricardo Darín y Soledad Villamil. Obtuvo 8 premios de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina y fue vista por 120.741 personas.
Ni el tiro final (“Y llegó el amor”) 1997
Basada en la novela de José Pablo Feinmann, cuenta la historia de un alcohólico que se gana la vida como escritor y también como pianista en un cabaret de Long Island. Su esposa, Vicky Rivas, lo acompaña cantando en el escenario. Pero la vida los pone a prueba cuando deciden entrar en un juego sucio para convertirse en millonarios. Protagonizada por Denis Leary, Terence Stamp y Aitana Sánchez-Gijón.
El niño gritó puta (“The Boy Who Cried Bitch”) 1991
En este filme no participó del guión, sólo fue director. Cuenta la historia de un niño sicótico de 12 años. Es una película independiente estadounidense protagonizada por Harley Cross, Karen Young, Jason Biggs, donde actúa Adrien Brody. Fue exhibido por primera vez en el Boston Film Festival y contenía dos finales alternativos.
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