“Un triunfo de la democracia”
Sabbatella asegura que el Grupo Clarín “nunca imaginó” que finalmente debería ponerse de acuerdo con la ley. Adelanta que la tarea de la Afsca será buscar que no haya “trampa” cuando presenten a los nuevos dueños.
Por Ailín Bullentini
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-240072-2014-02-18.html
“Clarín nunca se imaginó que como cualquier hijo de vecino iba a tener que cumplir la ley. Todo llega”, advirtió el titular de la Autoridad de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), Martín Sabbatella, ayer, horas después de que el directorio del organismo en pleno y de manera unánime aprobara el plan de adecuación del grupo a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). Tras más de cuatro años de resistencia, el multimedio cuenta ahora con 180 días para desmembrarse y convertirse en seis unidades empresariales, acorde con el organigrama que presentó el noviembre de 2013, luego de la confirmación de la Corte Suprema respecto de la constitucionalidad de la norma.
–¿Por qué es importante la aprobación del plan de adecuación de Clarín?
–La aprobación de su plan es particularmente importante porque se trata del grupo económico que más se resistió a cumplir la ley. El grupo quiso sostener su situación de privilegio sin límites, que construyó con vínculos con la dictadura militar, que engordó en los ’90 fundiendo cableoperadores pyme cuando tenían el monopolio del fútbol y se creía impune. Que después del fallo de la Corte con el que se terminó la discusión sobre la constitucionalidad de la ley empiece a adecuarse le pone fin a esa sensación de impunidad. Además, Clarín es el que más excedido está. Es tal la concentración mediática que protagoniza que se necesitarán seis empresas diferentes para ubicar lo que están obligados a vender. El nivel de posición dominante y de daño que hacen a la democracia es enorme.
–La resolución es entonces el inicio de un camino. Todavía restan más cuestiones antes de poder decir que Clarín cumplió con la ley...
–Como todas las empresas ahora tienen que presentar los nombres de quienes van a comprar cada una de las partes, y la Afsca tiene que autorizar esas compras en función de que no haya incompatibilidades, que los nuevos dueños no compartan sociedades comerciales, que sean miembros de empresas estatales, que no hayan sido funcionarios de la dictadura, y demás requisitos que impone la ley para los tenedores de licencias de medios. Específicamente tenemos que revisar que no haya vinculación societaria entre los futuros nuevos dueños, que no haya trampa allí, que se cumpla el objetivo de la ley y de que no funcionen como grupo. Hoy la Afsca no saben quiénes son, con nombre y apellido, los próximos dueños de las diferentes unidades en las que se deberá descomponer el actual grupo. Cuando lo sepamos, veremos si cumplen o no los requisitos de la ley.
–¿Qué valor le asigna al reconocimiento de Clarín de que debe adecuarse a la ley?
–Es fundamental. El poder monopólico que Clarín tenía en el mundo de la comunicación no sólo lo utilizaron para tener grandes ganancias en ese mundo, sino también para condicionar los poderes públicos, extorsionar la democracia y manipular la opinión pública. Es importante que los argentinos podamos sentir que no hay una corporación, por más poderosa que sea, que pueda decidir si cumple o no con la ley. También que se sepa el camino que recorrió el Estado para que estemos hoy acá. Lo que vivimos hoy, y lo que falta hacer todavía, es el fruto de lo que inauguró Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 y del proceso de transformación que lidera la Presidenta. La recuperación de la política con vocación transformadora, la recuperación del rol del Estado como garante de derechos. Lo que hacemos hoy es eso: ponemos límites a los intereses corporativos para proteger los derechos de las inmensas mayorías. También es reconocimiento a 30 años de lucha de hombres y mujeres que trabajaron por una ley de radiodifusión de la democracia. No es un triunfo del Gobierno, sino de las instituciones de la democracia y del futuro, porque no hay democracia profunda si no se democratiza la palabra.
–¿Cuánto tiempo tiene el Grupo para presentar los nombres y qué pasa si se demoran?
–Tienen 180 días para vender, pero en los primeros 30 deben presentar los nombres de los oferentes para que la Afsca los analice. Están obligados a cumplir con todo el procedimiento de la adecuación voluntaria, porque si no se pasará a la de oficio. Nuestra democracia necesita de la aplicación integral de esta ley. Esperamos que el mundo de la comunicación se democratice rápidamente.
–Para que la aplicación sea integral, faltan más puntos, como los concursos para televisoras comunitarias. ¿En qué estado están?
–Hay muchas cosas que faltan. Se presentaron 40 planes de adecuación: 15 fueron rechazados por innecesarios, 20 fueron aprobados y aún restan tratar los de Telefe, Prisa y Telecentro, entre otros. Todas las empresas deben cumplir integralmente la ley. No sólo eliminar excesos, sino también cumplir con la grilla. Luego quedan más cosas, como los planes técnicos y los concursos, en lo que vamos a seguir avanzando. Estaremos en eso este año.
Dentro de la ley, todo
Por Mario Wainfeld
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-240073-2014-02-18.html
La propuesta de adecuación presentada por el Grupo Clarín fue aceptada por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca). La decisión del directorio, en el que están representados el oficialismo y la oposición, fue unánime, aspecto digno de remarcar.
El multimedios se opuso a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA), la resistió con uñas, dientes y malas artes en Tribunales, valiéndose de la cómplice acogida de demasiados juzgados y cámaras. Cuando la Corte Suprema reconoció la plena constitucionalidad de la norma, Clarín adujo que tenía un año de changüí para adecuarse y amagó con acudir a tribunales internacionales. Las dos bravatas quedaron en eso, hoy día el Grupo está a derecho y acata la ley.
Si quien lee estas líneas fuera un habitante de Marte o un politólogo sueco desinformado, llegado ayer a la Argentina, podría preguntarse qué tiene de llamativo que una empresa poderosa cumpla la ley y que se imponga la autoridad del Estado. Para quienes frecuentan este diario, esas preguntas resultan retóricas o artificiosas: que la mayor corporación se “adecue” a la legalidad es un cambio cualitativo, un avance impensable hace veinte años, o diez u ocho.
En 180 días, Clarín deberá transmitir el patrimonio excedente que lo convertía en un oligopolio. Seguramente el plan de negocios se presentará con celeridad. Cuando se lo vea se tendrá una medida más acabada del impacto de la LdSCA.
Es casi un hecho que el Grupo conservará la unidad más relevante de las seis en que dividió su acervo (ver detalles en notas aparte). Si lo hace, será un potente actor mediático, el mayor de la Argentina. Y seguirá disponiendo de un capital poco usual en el mundo, sobre todo porque es titular de muchos medios de prensa escrita, aspecto no abordado ni regulado por la LdSCA. La magnitud de lo que resta da cuenta del potencial del Grupo, que podía hacer uso y abuso de su posición dominante.
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Definir cómo se adjudicarán los distintos grupos de negocios es, por ahora, pura especulación. Es posible, en el plano de las hipótesis, que socios o accionistas de Clarín trataran de hacerse cargo de los nuevos conglomerados. La LdSCA, norma reformista de un Estado democrático dictada sobre la base de acuerdos transpartidarios, deja una brecha en ese sentido. Claro que esa fragmentación, para ser lícita, debe ser cabal. Los nuevos (llamémolos así) “grupitos” deben tener plena autonomía económica, estructuras sociales distintas, patrimonios distintos, socios no superpuestos y contar con edificios, personal e infraestructura propios. La Afsca y los organismos de control deberán velar para evitar simulaciones o uso de testaferros.
Es aventurado hacer profecías sobre negocios cuyo cierre no se ha divulgado, aunque es verosímil que estén pactados ya. A los efectos de esta columna, baste decir que para que los socios aceptaran diseminar el patrimonio sus relaciones internas deberían ser óptimas, el liderazgo del CEO Héctor Magnetto debería mantenerse invicto y Clarín debería estar exento de deudas que lo incitaran a ir en pos de capitales frescos.
Con la, insuficiente, data actual sólo puede insinuarse que no es para nada imposible que Cablevisión sea transferida a terceros. Y que la armonía interna de socios y grandes directivos del Grupo no atraviesa su mejor momento, como suele pasar en toda estructura colectiva que afronta un enfrentamiento a todo o nada... y mayormente pierde. De nuevo, cuando se devele quiénes son los adquirentes propuestos el escenario será más claro.
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Clarín retiene poder, canales de tevé, radios y diarios. Emitirá mensajes críticos al Gobierno, derrapando con asiduidad a la falacia y hasta el ridículo. Eso sólo puede asombrar a quienes pregonaban que el Gobierno quería clausurar todos los medios opositores y amordazar hasta las menciones del síndrome de Hubris. O los que parangonaban a Martín Sabbatella con Stalin o con Goebbels. Pero hete aquí que Sabbatella es un funcionario con sobrado currículum democrático. Y lo que más relevante: que aun si algún funcionario o militante kirchnerista pensó alguna vez trasgredir los márgenes de la ley, ésta constriñe al Gobierno. Ni Clarín ni el oficialismo pueden hacer lo que quieren: la LdSCA demarcó reglas institucionales que todos deben acatar.
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En las semanas por venir, el directorio de la Afsca analizará las propuestas de Telefe, Telecentro y del Grupo Prisa. Los dueños de Telefe argumentan que Telefónica no es controlante de Telefe. Si así fuera, no debería desprenderse de esa empresa. Las áreas técnicas de la Afsca, según se va sabiendo, piensan distinto: es controlante por lo que ese conglomerado no respeta las restricciones legales. Por lo que parece, ese sensato criterio incidirá en la resolución del directorio.
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Volvamos al principio con otra ilustración amable. ¿Por qué es gran nueva y por ende noticia que Clarín “esté en caja” y se respete la autoridad del Estado? Porque, como propone el consabido ejemplo periodístico, si un perro muerde a un hombre no es noticia, pero sí lo es que un hombre muerda a un perro. Lo que viene pasando (que sumará zigzags y peripecias) podría parangonarse a que Francisco de Asís, el santo que amaba a los animales, mordiera al pobre perro. La diferencia es que el sujeto de la noticia no tiene nada de santo, precisamente.
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