Visión 7: 28 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
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Festival de Mar del Plata: “El Perro Molina”, otro crudo retrato de la marginalidad de Campusano
El realizador José Celestino Campusano presentó “El Perro Molina”, que integra la Competencia Internacional en el 29no Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Sexta película del realizador de "Vil romance" y "Vikingo", "El perro Molina" confirma un modo de hacer, pensar, construir y producir el cine, que Campusano ha dado en llamar cine bruto, y al mismo tiempo incorpora novedades respecto de filmes anteriores.
Por un lado, la película expresa una construcción técnica y artística más refinada, con planos más abiertos y una interesante visión fotográfica exterior y, por otro, el planteo narrativo parece más convencional, apostando a un género que podría situarse entre el folletín y la fotonovela, donde el deseo, el amor, los hombres fuertes y la violencia se chocan como estrellas que no pueden orbitar en un espacio común.
A la decisión de hacer un cine que expresa a unas gentes y unos lugares, preferentemente del Conurbano profundo (esta película transcurre en Marcos Paz), actuada por los mismos o cercanos protagonistas de los hechos reales que la ficción cuenta, fabula o recrea, Campusano vuelve a poner en juego su manifiesta debilidad por los hombres rudos y con calle que arreglan las cosas con pocas palabras, con códigos y decisiones inquebrantables.
En un relato que cuenta la historia de un amor vengativo que puede transformar todo en un infierno de muerte y donde aparecen un comisario corrupto y su bella esposa despechada, un asaltante con códigos y venerado por muchos, un pibe chorro entre idiota y esquizofrénico y el regente de un prostíbulo de dureza incorruptible que se desintegra emocionalmente ante la aparición del amor.
Sexta película del realizador de "Vil romance" y "Vikingo", "El perro Molina" confirma un modo de hacer, pensar, construir y producir el cine, que Campusano ha dado en llamar cine bruto, y al mismo tiempo incorpora novedades respecto de filmes anteriores.
Por un lado, la película expresa una construcción técnica y artística más refinada, con planos más abiertos y una interesante visión fotográfica exterior y, por otro, el planteo narrativo parece más convencional, apostando a un género que podría situarse entre el folletín y la fotonovela, donde el deseo, el amor, los hombres fuertes y la violencia se chocan como estrellas que no pueden orbitar en un espacio común.
A la decisión de hacer un cine que expresa a unas gentes y unos lugares, preferentemente del Conurbano profundo (esta película transcurre en Marcos Paz), actuada por los mismos o cercanos protagonistas de los hechos reales que la ficción cuenta, fabula o recrea, Campusano vuelve a poner en juego su manifiesta debilidad por los hombres rudos y con calle que arreglan las cosas con pocas palabras, con códigos y decisiones inquebrantables.
En un relato que cuenta la historia de un amor vengativo que puede transformar todo en un infierno de muerte y donde aparecen un comisario corrupto y su bella esposa despechada, un asaltante con códigos y venerado por muchos, un pibe chorro entre idiota y esquizofrénico y el regente de un prostíbulo de dureza incorruptible que se desintegra emocionalmente ante la aparición del amor.
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