El cine que no llega a las salas
La película peruana Climas, el documental ecuatoriano Alfaro vive carajo y los films argentinos La Salada, Mika, mi guerra de España y La ventana abierta fueron los máximos ganadores de la muestra que en algo más de una semana presentó casi un centenar de producciones.
Por Horacio Bernades
Desde San Salvador de Jujuy
El film peruano Climas, el documental ecuatoriano Alfaro vive carajo (sobre el grupo armado del mismo nombre) y las producciones argentinas La Salada, de Juan Martín Hsu, Mika, mi guerra de España y el cortometraje La ventana abierta, de la realizadora Lucila Las Heras, fueron los máximos ganadores de la segunda edición de Ventana Andina, festival de cine regional que se llevó a cabo del viernes 3 al sábado 11 de julio, en la provincia de Jujuy.
Climas fue elegido Mejor Film de Ficción de la Competencia Internacional, mientras que Alfaro vive carajo recibió el premio a Mejor Documental en la misma sección. La Salada –estrenada en Buenos Aires unas semanas atrás– se impuso en la categoría ficción de la Competencia Nacional, y a Mika, mi guerra de España (codirigida por Javier Olivera y Fito Pochat) se la distinguió como mejor documental en esa sección, mientras que La ventana abierta se impuso en la de cortometrajes. Por su parte, La mujer de los perros, codirigida por Laura Citarella y Verónica Llinás y presentada también en Competencia Internacional, se llevó dos premios (Mejor Dirección y Mejor Fotografía), mientras que a El patrón, radiografía de un crimen, de Sebastián Schindel, el jurado respectivo le otorgó el premio a Mejor Dirección de Arte en la misma sección.
Con casi un centenar de películas proyectadas en algo más de una semana (entre largos, medios y cortometrajes), el festival organizado por la Secretaria de Cultura de la Provincia –con apoyo del Incaa, el Ministerio de Cultura de la Nación y la Secretaría de Turismo provincial– apunta a exhibir y desarrollar el cine de la región. Más allá de las películas argentinas, repartidas entre una competencia íntegramente dedicada al cine local y dos apuntadas al cine regional (una de largos y otra de cortos), en sus tres secciones principales Ventana Andina desplegó buena cantidad de films bolivianos, chilenos, peruanos y ecuatorianos. Que es la clase de cine que raramente llega a las salas, porteñas o de cualquier otro punto del país.
Además de sus secciones competitivas, la segunda edición de Ventana Andina presentó, entre otras muestras paralelas, sendas retrospectivas dedicadas a Pablo Trapero y el legendario realizador boliviano Jorge Sanjinés, así como una cuidada selección de cine para niños y adolescentes, programado por los responsables de la Asociación Civil Nueva Mirada. Según el informe enviado a los medios por el director del festival, el secretario de Cultura, Gonzalo Morales, y el director artístico, el realizador Rolando Pardo, la concurrencia total fue de casi veinte mil espectadores en las distintas sedes del festival. Lo cual representa nada menos que una cuadruplicación en relación con la primera edición, que había contado con cinco mil concurrentes. El éxito de la convocatoria pudo constatarse en todas las funciones, que presentaron salas semicolmadas, tanto para ver films tan conocidos como Carancho o Elefante blanco como otros de los que ni el cinéfilo más acérrimo tenía noticias.
Lo interesante es que Ventana Andina no limita sus exhibiciones a la capital de la provincia. Las mismas películas que se vieron allí llegaron hasta localidades tan distantes como Tilcara, San Pedro o la mismísima La Quiaca, allí en el punto más septentrional del país. Localidades que no cuentan con exhibiciones cinematográficas regulares a lo largo del año, y cuyo acceso permitió a los visitantes toparse con esos paisajes espectaculares, de cerros, cañadones y quebradas, que caracterizan a la zona de la Puna jujeña. “Llevar las actividades del festival a toda la provincia es también una cuestión de soberanía cultural”, destacó, a la finalización del evento, Gonzalo Morales, que encarna en sí mismo una parte de la historia cinematográfica de las últimas décadas. En efecto, el actual Secretario de Cultura de la Provincia de Jujuy es la misma persona que tres décadas atrás dio vida a Verónico Cruz, recordado protagonista de La deuda interna, icono del cine regional.
A la manera de lo que sucede en el Festival de Mar del Plata o el Bafici, los realizadores presentes en Ventana Andina (la mayoría de los que presentaron películas en las secciones competitivas) tuvieron ocasión de entablar charlas con el público una vez finalizadas las proyecciones, quedando muy entusiasmados con la participación de la audiencia.
Con el actor Nicolás Pauls como “padrino” del festival, a él se sumaron, entre los invitados especiales del festival, Luis Puenzo, el legendario director de fotografía Chango Monti (que es nativo de Jujuy), los actores Gustavo Garzón y Juan Palomino y los realizadores Fernando Spiner y Juan B. Stagnaro (este último vino para un homenaje a su película Casas de fuego, que transcurre en la zona).
Además de las exhibiciones, Ventana Andina hizo lugar a mesas redondas, disertaciones, talleres y master classes, varias de ellas brindadas por docentes de la representación local de la Enerc. Como se sabe, la Enerc es la escuela de cine que depende del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, y que hasta ahora ostentaba una única sede, ubicada en Buenos Aires.
Parte de un programa de desarrollo educativo federal emprendido por las autoridades de la escuela y el Instituto, el NOA cuenta desde comienzos del año con una sede jujeña, inaugurada casi al mismo tiempo que la sede del noreste, ubicada en Formosa. Se prevé inaugurar otras sedes en las regiones cuyana y patagónica, colaborando de este modo con el aprendizaje cinematográfico de norte a sur del país. Al desarrollo del cine de los países de la región andina apuntaron también las rondas de negocios que se celebraron, a lo largo de una semana, entre representantes de empresas del rubro, productores, distribuidores y realizadores, plantando las bases para futuros acuerdos de producción. La idea subyacente es que en próximas ediciones, Ventana Andina pueda comenzar a estrenar producciones surgidas por iniciativa del propio festival, como sucede en eventos similares del mundo entero. Esa sería la confirmación definitiva de que este festival tiene tanta proyección de futuro como razón de ser.
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