La conductora sorprendió a sus comensales al relatar que su sobrina María Fernanda Martínez Suárez fue víctima de la dictadura y que ella intercedió ante Albano Harguindeguy para liberarla · Julio Enzo Panebianco, en cambio, fue asesinado.
“Al muchacho lo torturaron muchísimo. Julio se llamaba, nunca más supimos de él”, dijo Legrand.
La animadora Mirtha Legrand contó ayer durante su tradicional almuerzo en cámara que gracias a su fama y a sus gestiones ante el ministro del Interior de la dictadura, general Albano Harguindeguy, logró la aparición con vida de una sobrina desaparecida en 1977. “Mi sobrina cree que estuvo en Palermo”, arriesgó la conductora, y agregó que “gracias a que yo era conocida y famosa pude salvarla”. Luego aseguró que no corrió la misma suerte el marido de su sobrina. “Nunca más supimos de él, nunca”, dijo. En realidad, su sobrina que el año pasado declaró como testigo del juicio que culminó con la condena del general Carlos Olivera Róvere, estuvo en el centro clandestino Club Atlético. El marido, militante de la Juventud Peronista, fue asesinado en un enfrentamiento fraguado y enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita, de donde lo exhumó el Equipo Argentino de Antropología Forense.
“Es la primera vez que lo cuento”, apuntó Legrand para referirse al secuestro de sus familiares, ocurrido hace un tercio de siglo. En realidad no se refirió a las vivencias de su sobrina, sino a sus propias gestiones para encontrarla. “Yo pedí ayuda a quien era interventor de Canal 13 en ese momento, y no me brindó ayuda por temor, porque todo el mundo tenía miedo de comprometerse”, relató ante la mirada pétrea de los actores Arnaldo André y Gino Renni.
“El Canal 13 estaba en manos de la Marina, y entonces recurrí a un general de la Nación (sic) a quien circunstancialmente habíamos conocido. Lo llamé al general Harguindeguy, conseguí el teléfono y lo llamé, le expliqué de qué se trataba”, dijo Legrand. La respuesta del ministro del Interior del dictador Videla, según la animadora, no generó demasiadas expectativas. “Bueno, deme un tiempo, Mirtha, lo voy a averiguar, es muy difícil, muy difícil el caso”, dice que le respondió.
Peor parece haber sido la primera respuesta, de un marino a quien no identificó. “El marino me había dicho ‘ni te metas, ni te metas por favor, esto es peligrosísimo’”, recordó. (El sobreviviente de la ESMA Marcelo Hernández declaró que, en el marco del “plan de recuperación” ideado por el almirante Emilio Massera, los secuestradores lo llevaron a trabajar como mano de obra esclava a una fiesta en la casa de Legrand. “Me vistieron bien y me mandaron a sacar fotos. Massera quería regalarle un book para quedar bien con ella”, le contó al periodista Horacio Verbitsky, quien publicó el dato en su libro El Silencio. Consultada para el libro, “la actriz explicó que sólo vio una vez en su vida a Massera y no recordó el episodio de las fotos”, escribió Verbitsky.)
Luego de enumerar sus gestiones, Legrand contó que “finalmente a mi sobrina la liberaron. Al marido no. Nunca más supimos de él, nunca más. Mi sobrina cree que estuvo en Palermo, porque escuchaba pasar los trenes, y la liberaron cerca de la General Paz, por ahí”. “Al muchacho lo torturaron muchísimo. Julio se llamaba, nunca más supimos de él”, aseguró, y ante el silencio de los contertulios explicó que “nunca lo he contado, es la primera vez que lo cuento. Pero gracias a que yo era conocida y famosa pude salvarla, porque cuando la liberaron te dijeron: ‘Te salvaste porque sos la sobrina de Mirtha’”.
Julio Enzo Panebianco y María Fernanda Martínez Suárez, hija del hermano de la actriz, fueron secuestrados el 2 de marzo de 1977 a la noche en el domicilio de Malabia 2591, piso 1, por un grupo de tareas del Ejército. Eran siete personas armadas y de civil, que dijeron ser policías. Mientras esperaban el retorno de Julio desvalijaron la casa. Cuando llegó le inyectaron una droga. Encapucharon y ataron a la pareja, y los llevaron al Club Atlético, donde Julio fue visto con vida por última vez. María Fernanda fue liberada el 4 de marzo, luego de 48 horas en cautiverio, y ya en 1984 contó ante la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) que había estado en una dependencia militar. Volvió a declarar el 9 de junio pasado, en el juicio a Olivera Róvere y los ex jefes de áreas militares porteños. Panebianco, empleado de la DGI de 23 años, fue asesinado en un enfrentamiento fraguado, el 18 de marzo de 1977, en Parque Patricios.
La animadora Mirtha Legrand contó ayer durante su tradicional almuerzo en cámara que gracias a su fama y a sus gestiones ante el ministro del Interior de la dictadura, general Albano Harguindeguy, logró la aparición con vida de una sobrina desaparecida en 1977. “Mi sobrina cree que estuvo en Palermo”, arriesgó la conductora, y agregó que “gracias a que yo era conocida y famosa pude salvarla”. Luego aseguró que no corrió la misma suerte el marido de su sobrina. “Nunca más supimos de él, nunca”, dijo. En realidad, su sobrina que el año pasado declaró como testigo del juicio que culminó con la condena del general Carlos Olivera Róvere, estuvo en el centro clandestino Club Atlético. El marido, militante de la Juventud Peronista, fue asesinado en un enfrentamiento fraguado y enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita, de donde lo exhumó el Equipo Argentino de Antropología Forense.
“Es la primera vez que lo cuento”, apuntó Legrand para referirse al secuestro de sus familiares, ocurrido hace un tercio de siglo. En realidad no se refirió a las vivencias de su sobrina, sino a sus propias gestiones para encontrarla. “Yo pedí ayuda a quien era interventor de Canal 13 en ese momento, y no me brindó ayuda por temor, porque todo el mundo tenía miedo de comprometerse”, relató ante la mirada pétrea de los actores Arnaldo André y Gino Renni.
“El Canal 13 estaba en manos de la Marina, y entonces recurrí a un general de la Nación (sic) a quien circunstancialmente habíamos conocido. Lo llamé al general Harguindeguy, conseguí el teléfono y lo llamé, le expliqué de qué se trataba”, dijo Legrand. La respuesta del ministro del Interior del dictador Videla, según la animadora, no generó demasiadas expectativas. “Bueno, deme un tiempo, Mirtha, lo voy a averiguar, es muy difícil, muy difícil el caso”, dice que le respondió.
Peor parece haber sido la primera respuesta, de un marino a quien no identificó. “El marino me había dicho ‘ni te metas, ni te metas por favor, esto es peligrosísimo’”, recordó. (El sobreviviente de la ESMA Marcelo Hernández declaró que, en el marco del “plan de recuperación” ideado por el almirante Emilio Massera, los secuestradores lo llevaron a trabajar como mano de obra esclava a una fiesta en la casa de Legrand. “Me vistieron bien y me mandaron a sacar fotos. Massera quería regalarle un book para quedar bien con ella”, le contó al periodista Horacio Verbitsky, quien publicó el dato en su libro El Silencio. Consultada para el libro, “la actriz explicó que sólo vio una vez en su vida a Massera y no recordó el episodio de las fotos”, escribió Verbitsky.)
Luego de enumerar sus gestiones, Legrand contó que “finalmente a mi sobrina la liberaron. Al marido no. Nunca más supimos de él, nunca más. Mi sobrina cree que estuvo en Palermo, porque escuchaba pasar los trenes, y la liberaron cerca de la General Paz, por ahí”. “Al muchacho lo torturaron muchísimo. Julio se llamaba, nunca más supimos de él”, aseguró, y ante el silencio de los contertulios explicó que “nunca lo he contado, es la primera vez que lo cuento. Pero gracias a que yo era conocida y famosa pude salvarla, porque cuando la liberaron te dijeron: ‘Te salvaste porque sos la sobrina de Mirtha’”.
Julio Enzo Panebianco y María Fernanda Martínez Suárez, hija del hermano de la actriz, fueron secuestrados el 2 de marzo de 1977 a la noche en el domicilio de Malabia 2591, piso 1, por un grupo de tareas del Ejército. Eran siete personas armadas y de civil, que dijeron ser policías. Mientras esperaban el retorno de Julio desvalijaron la casa. Cuando llegó le inyectaron una droga. Encapucharon y ataron a la pareja, y los llevaron al Club Atlético, donde Julio fue visto con vida por última vez. María Fernanda fue liberada el 4 de marzo, luego de 48 horas en cautiverio, y ya en 1984 contó ante la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) que había estado en una dependencia militar. Volvió a declarar el 9 de junio pasado, en el juicio a Olivera Róvere y los ex jefes de áreas militares porteños. Panebianco, empleado de la DGI de 23 años, fue asesinado en un enfrentamiento fraguado, el 18 de marzo de 1977, en Parque Patricios.
16 de junio de 2009 (Pagina 12 DERF)
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