Terror llegado desde la otra orilla
Por Diego Brodersen
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-20603-2011-01-27.htmlEvitando las mutilaciones y los chorros de plasma hemoglobínico para concentrarse en la fabricación de climas y el trabajo con el fuera de campo, La casa muda se suma a una lista de películas contemporáneas que incluye títulos como El proyecto Blair Witch, las dos partes de Actividad paranormal y la española (Rec), entre otras. Si bien la originalidad no debería ser una virtud necesaria a la hora de elaborar un trabajo de género –al fin y al cabo, los géneros cinematográficos pueden definirse por sus cualidades derivativas, el horror particularmente–, sí resultan relevantes la pertinencia en el uso de los recursos estilísticos y la potencia final de los resultados. Generar miedo en la platea no es moco de pavo y no hay nada más perezoso que despachar un film con un comentario del tipo “para los fanáticos del género”, frase que detrás de su aspecto democrático esconde un profundo menosprecio.
No hay mucho más en términos argumentales, pero en La casa muda el estilo lo es (casi) todo. Autopromocionada como una película rodada en un solo plano, en realidad el film está compuesto por varios planos-secuencia (este cronista contabilizó al menos tres) de extensa duración, donde la cámara adquiere un rol primero ubicuo e impersonal, para transpirar luego características más subjetivas. Verdadero tour de force técnico, máxime si se tiene en cuenta el bajísimo presupuesto con el cual fue rodado, que no necesariamente aporta nada demasiado significativo a nivel creativo.
Nobleza obliga, en la primera media hora de sus 78 minutos La casa muda logra construir un clima ominoso que les escapa, en la medida de las posibilidades, a golpes de efecto y sustos de repertorio, haciendo de la falta de información sobre las ocurrencias, aparentemente paranormales, una usina generadora de suspenso y angustia. No es menor el aporte de la actriz Florencia Colucci, sobre cuyos hombros se apoya prácticamente la totalidad del metraje.
Pero a poco de andar esos pasillos y cuartos repletos de fotografías y objetos ajados, el film del debutante Gustavo Hernández empieza a explicar con lujo de detalles el origen del desacato de la casa, vuelta de tuerca mediante. De allí en más, la historia se desbarranca vertiginosamente y lo que era atrayente e incluso divertido empieza a ser rutina. La arbitrariedad con la cual la cámara adopta uno u otro punto de vista y la forma mentirosa en la cual la película resignifica todas y cada una de las escenas anteriormente vistas, terminan haciendo de La casa muda un ejercicio esforzado (¿la primera película de terror uruguaya?) pero no tan noble sobre el miedo cinematográfico.
LA CASA MUDA (SITGES 2010)
Óscar Estévez
Florencia Colucci, Abel Tripaldi, Gustavo Alonso, María Salazar
Pedro Luque
Gustavo Hernández
Hernán González
Federico Capra
Gustavo Rojo
Gustavo Rojo
Tokio Films Gustavo Hernández
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