Celebración o censura
Fieles a sus malas costumbres, la mayoría de los medios gráficos optó por negar o minimizar algo que deberían celebrar: acaba de publicarse otro libro extraordinario, otra vez con la participación del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Pero si molesta la presencia del organismo oficial, al menos se debería respetar la memoria de su autor, al cual muchos periodistas le deben bastante.
Porque el uruguayo Homero Alsina Thevenet (1922-2005) fue el crítico de cine más importante de (y aquí ponga lo que usted crea más meritorio) Río de la Plata, Cono Sur, Mercosur, habla hispana. Sin dudas, fue el más importante y, además, un gran maestro. En algún momento, escribir sobre cine era tratar de escribir como él.
H.A.T. (así firmaba) publicó alrededor de 20 libros: Después del cine, Cine sonoro americano, Una enciclopedia de datos inútiles, El libro de la censura cinematográfica, entre ellos. Escribía todo el tiempo en toda clase de medios: El País, Marcha, La Razón, El Porteño, Primera Plana, Panorama, Página 12, Sur…
La recopilación de esa enorme masa de textos sobre cine y cultura escritos por H.A.T. era una tarea pendiente y necesaria. Álvaro Buela, Elvio Gandolfo y Fernando Peña encararon la odisea de recopilar algo que parecía imposible: la obra incompleta del maestro.
Presentaron las 200 páginas del primer tomo en diciembre de 2009. Durante el último festival de cine de Mar del Plata presentaron el tomo III: más de 900 páginas, que volvieron a ser presentadas hace 15 días en el Malba. Decir “tomo III” no es un error: el tomo II resultó ser tan corpulento que debieron postergar su edición para publicarlo en dos volúmenes (tomo II A y tomo II B) que presentarán cuando aparezca quien lo financie.
Este hermoso tomo III, de buen papel y diseño, lleno de fotos, afiches y reproducciones (y hasta con un dibujo especial de Sábat en la contratapa) presenta en perfecto orden sus artículos y ensayos breves desde 1965 hasta su muerte.
Llevar esta proeza bibliográfica a las librerías resultó ser un problema. Según los entendidos, o sea, quienes se dedican al comercio del libro, podría o debería venderse a más de 200 pesos (es decir, un artículo suntuario).
Los responsables de la edición decidieron que era mejor venderlo a unos 50 pesos, pero sólo en dos lugares: en el Incaa, que es uno de los financistas del proyecto (Lima 319, Tesorería, 5º piso) o en el Malba, que no financió pero que aceptó venderlo al costo (Av. Figueroa Alcorta 3415).
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