martes, 3 de abril de 2012

BAFICI.TRES GRANDES PELÍCULAS QUE SE VERÁN EN EL FESTIVAL: “LOS PASOS DOBLES” Y “EL CUADERNO DE BARRO”, RODADAS POR ISAKI LACUESTA EN MALI, Y “HORS SATAN”, DE BRUNO DUMONT

ISAKI LACUESTA SE FUE A MALI A REGISTRAR UNA ACCIÓN POÉTICO-PICTÓRICA PROTAGONIZADA POR EL PINTOR MIQUEL BARCELÓ Y EL COREÓGRAFO JOSEF NADJ. CON EL PRETEXTO DE IR A TESTIMONIAR FÍLMICAMENTE LA PREPARACIÓN Y REALIZACIÓN DE LA PERFORMANCE, TITULADA EL PASO DOBLE, LACUESTA Y SU EQUIPO DOBLARON LOS PASOS Y AL FINAL ACABARON HACIENDO UNA FICCIÓN Y UN DOCUMENTAL: LOS PASOS DOBLES Y EL CUADERNO DE BARRO.

http://www.gacemail.com.ar/index.php?idgacetilla=406&idnota=19941

BRUNO DUMONT, EL ÚLTIMO DE LOS ENFANTS TERRIBLES DEL CINE GALO, PRESENTA SU ÚLTIMO FILME “HORS SATAN”, QUE COMPITIÓ EN CANNES Y GIJÓN Y FUE EXHIBIDO EN MAR DEL PLATA.
 
“LOS PASOS DOBLES” / “EL CUADERNO DE BARRO”

Como espectadora, no sabría afirmar si la simiente de la ficción es el documental o a la inversa, pero en todo caso se puede decir que, como en las pinturas-espejo de Barceló (en sus cuadernos pinta siempre una página y la aplasta con la que está encima provocando un desdoblamiento de la imagen), las dos obras son parte de un mismo núcleo duro, lo comparten todo: personajes, espacios y tiempos.

EL CUADERNO DE BARRO

 
El cuaderno de barro es un trabajo de amor y respeto cultural en toda regla. Miquel Barceló (que conoce la cultura de Mali de primera mano, puesto que ha vivido muchos años en el país, medio afincado) agrupa a sus amigos y colaboradores para que le ayuden a organizar la performance con Josef Nadj, una actuación que tendrá lugar para toda la gente de la zona. El material de base es el barro, maleable y multiforme, primitivo y austero como lo es la tierra del País Dogón. Barceló y Nadj labran el barro, como los dogones viven de labrar sus áridas tierras, labran construyendo una danza mural y un muro danzante que termina con una metamorfosis de máscaras fangosas que encarnan a dioses más antiguos que los antiguos dioses de las tradiciones occidentales, máscaras más propias del país que de las culturas de origen de los dos artistas. Los niños, hombres y mujeres ríen y aplauden sus gestos en una complicidad total. Los rostros de los niños inundan de bondad y alegría la pantalla, de belleza natural, como la que poblaba el rostro de las mujeres de Burkina Faso en Sans Soleil de Chris Marker o los niños de Herz Frank en Ten minutes older. Filmando la concentrada y maravillada atención de los espectadores, Lacuesta consigue transmitirnos la magia del espectáculo a kilómetros de distancia. Quizás en nuestras casas cerradas llevamos mucho tiempo haciendo de espectadores de demasiado falsos espectáculos y tengamos ya las retinas hipertrofiadas de tanta engañosa representación. En este caso ocurre lo contrario: la mirada de los (algo neófitos) espectadores dogones rebrota ante una representación que da forma a un relato y a una materia poética con la que conviven a diario, pero nadie se la había contado así. Para ver mejor lo que pasa los niños se suben a los árboles, entonces se debió preguntar Lacuesta: ¿por qué no subir también a los árboles a nuestros personajes en la ficción? Los negros albinos posan ante Barceló con gran ternura y fragilidad, ¿por qué no hacerlos partícipes con su idiosincrasia propia también en la ficción? El documental empieza con una historia que cuenta uno de los amigos de Barceló, Amassagou, quien dice que ha escuchado historias de seres medio mujeres, medio peces (una especie de sirenas) que eran comidos por los hombres y, al haberlo escuchado, lo da como real. Ya no es aquello de si non e vero e ben trobato, sino que todo lo “trobato”, “e vero”, sin lugar a dudas. Al ver estos frescos culturales, uno se da cuenta de lo cansada que está nuestra imaginación, nuestra capacidad de fabular, de ahí que tengamos que dar las gracias a Lacuesta y su equipo por llevar esta “pulsión fantástica” a Los pasos dobles.

LOS PASOS DOBLES
 


Estructura
Los pasos dobles es la búsqueda de un tesoro que no existe, que brilla en su propio proceso de caza sin presa, un juego de espejos donde lo que espejea es la fábula, la confabulación de historias que se entrecruzan sin conclusión posible, una verdadera mise en abyme. Algo cercano a las palabras del sabio Rumi: “¿Quién hace estos cambios? Disparo una flecha a la derecha, cae a la izquierda. Cabalgo tras de un venado y me encuentro perseguido por un cerdo. Conspiro para conseguir lo que quiero y termino en la cárcel. Cavo fosas para atrapar a otros y me caigo en ellas. Debo sospechar de lo que quiero”. Pero también cercano a Las mil y una noches donde Sherezade, la cuentacuentos, se convierte en una heroína al salvar a muchas mujeres y a ella misma de la muerte a través de las historias que va contando al sultán Shahriar. ¿De cuántas muertes cotidianas nos habrán salvado tantos libros, dibujos y películas? Uno se tiene que olvidar de la clásica estructura narrativa del planteamiento-nudo-desenlace y su linealidad argumentativa, Los pasos dobles es una urdimbre de historias en fuga, como ocurre en el Así habló Zaratustra de Nietzsche (uno de los indispensables de Augiéras, el protagonista de la historia) donde Zaratustra baja de las montañas para hundirse en su ocaso. Un laberinto de historias protagonizado por dogones anónimos, una comunidad de negros albinos, militares, farsantes, pintores y pintores farsantes, bandoleros, concubinas y pueblos fieles a viejos rituales, cabras y fantasmas, entre otros. Umberto Eco en Lector in fábula, proponía la abducción frente a la inducción y a la deducción como forma básica y necesaria de interpretación de los textos, de ahí que Los pasos dobles la gocen más los lectores-espectadores que pacten amorosamente que los que intenten hacer análisis y juicio a toda costa; la vivirán aquellos que alguna vez han perdido el sueño leyendo a Conrad o Stevenson, los que aún son capaces de recuperar la mirada mágica del niño, el que se sorprende de la existencia de cada cosa, por eso Lacuesta afirma: “Los niños están acostumbrados al estilo que propongo, donde no importa tanto el final del cuento como la siguiente aventura . Con ellos no hay que ser muy específico a la hora de contar lo que pasa entre una aventura y otra”. Los niños más cinéfilos, por otro lado, podrán encontrar el rastro de Jarmusch (el de The Limits of Control), Pasolini (el de la trilogía Las mil y una noches, Los cuentos de Canterbury y El Decamerón), Claire Denis, los Monty Python o Sergio Leone; como decía el crítico Jordi Costa, Los pasos dobles: “un puro western”. En esta tesitura, leer a través de las palabras o de las imágenes, es aventurarse a ilimitados “mundos posibles” con sus múltiples capas de lectura, tantas como lectores.

Personaje e historia
 
Los pasos dobles es también una suerte de heterobiografía del pintor, escritor y bandolero François Augiéras que, como ya hizo Arthur Rimbaud (una de sus influencias) se irá a viajar por Grecia y África a la aventura. Comenta Lacuesta en su diario de rodaje: “Sin duda, el joven Augiéras se veía a sí mismo como una mezcla imposible de fauno, poeta maldito, beduino, santo y pistolero, y siempre procuró vivir acorde con esos modelos extremos”. Augiéras era uno de esos personajes que cautivan a Lacuesta por ser capaces de ser muchas cosas a la vez, seres inapresables cuya vida cae en una perpétua ronda de ambiguedades, basculando constantemente entre el mito y la realidad, individuos fantasmáticos cuya leyenda puebla los anales de la historia por encima de los hechos. Por eso no en vano que Lacuesta empezó su carrera cinematográfica encarándose a Cravan, poeta y boxeador la muerte del cual aún es un misterio (Cravan vs. Cravan) o al espectro de Camaron en La leyenda del tiempo. Ciertamente, si algo nos deja el tiempo, esa termita imparable, es la leyenda y esa fue la que le llegó a Lacuesta cuando Miquel Barceló le explicó que Augiéras había pintado una especie de Capilla Sixtina en un búnker militar “para que lo descubriera el hombre del siglo XXI”; entonces decidió ir a encontrarlo en el País Dogon y hacer de esta búsqueda el argumento de la película y hacer del pintor mallorquín una especie de narrador omnisciente y mudo que va hilando el relato a través de las pinturas en paralelo a las andanzas de los personajes.

En el principio fue la risa
 
Los pasos dobles también es un golpe de estado a la gravedad inherente de toda una retahíla de películas de cine europeo (exceptuando Nani Moretti y algunos otros), siendo el tono humorístico una constante. Como comentábamos antes, y como también Jordi Costa se encargó de recordar, hay una huella de los Monty Python inevitable. Neil Postman en Divirtámonos hasta morir, decía que la parodia –y ponía de ejemplo a los Python- era una de las dos vías para evitar la muerte de la cultura, siendo la educación la otra. Lacuesta ya los referenció en una “acción de pedagogía anti-pedagógica” –por poco ortodoxa- en el Museo Picasso. A partir de la selección de una serie de videos Lacuesta inventaba el “otro Picasso”, y uno de los vídeos precisamente era un gag de los Monty Python en el que buscaban al pintor en medio de una carrera de ciclismo por la que pasaban todos los “grandes” pintores de la historia. Esta capacidad de desmitificar los forjados mitos (hallando en La vida de Brian su máximo apogeo) a partir de reficcionarlos es algo que Lacuesta hace con maestría. Los personajes de Los pasos dobles también predican o ejecutan en el desierto otra versión de la historia. Es curioso ver cómo en el desierto, donde los elementos en escena se reducen al mínimo, pueden surgir momentos de gran comicidad: pienso en una escena de Gerry en la que uno de los personaje se queda atrapado encima de una roca en el Cañón del Colorado, en La vida de Brian (indiscutiblemente) o en la escenografía principal de Los días felices de Beckett (la protagonista femenina enterrada en un montículo de arena). Una de las escenas de más comicidad es la que está inspirada en El barón rampante de Italo Calvino a la vez que en las prácticas de la gente del lugar: Augiéras se hace pasar por un ancestro de un muerto resucitado y decide vivir en un árbol (un baobab) mientras los habitantes de la zona le van llevando ofrendas. El personaje acaba balbuceando palabras incomprensibles y abrazado a los animales como un San Antonio del absurdo. El despliegue de todos estos mundos posibles a partir de poco o casi nada, resulta una refinada obra de ingeniería narrativa. Cuando el espectador intenta preguntarse el “por qué” de todo eso, es cuando la magia se rompe y la posibilidad de un mundo otro (base de la fábula) desaparece y la película se hunde bajo la dictadura del empirismo, la razón y la verosimilitud. Que la endémica falta de imaginación a la que nos ha llevado la sobrerepresentación en imágenes de nuestra sociedad no nos vuelva ciegos a aquellas obras que abordan historias y culturas sin moralismos, más allá de los tópicos, los prejuicios y lo políticamente correcto. Los caminos de la ficción son, o tendrían que ser, inescrutables.

Por Ingrid Guardiola
Fuente: Blogs & Docs
Más información: www.blogsandocs.com
------------------------------------------------------------------
HORS SATAN


Bruno Dumont continúa en Hors Satan su peculiar exploración de la condición humana. Como en Hadewijch (2009), aquí también sobrevuelan como temas el bien y el mal, la fe y la religión. 

Pero el cine de Dumont -a pesar de que aquí podemos encontrar algunas referencias a episodios bíblicos, y establecer alguna que otra asociación con Dreyer, por ejemplo- se diferencia claramente del trabajo de otros cineastas que han abordado problemáticas similares. Sus películas no trabajan en el plano del espíritu; en Dumont todo es de una materialidad cruda. Hors Satan no alude a un Más Allá etéreo sino a un mundo tangible y concreto, frío e indiferente. La película es de un realismo violento, aunque argumentalmente decida trascenderlo y rozar el terreno de lo fantástico. Aquí no parece existir nada más que el hombre y la naturaleza (o quizás, para ser más precisos, su naturaleza). En este universo no hay lecciones ni restricciones morales, y nada de lo que vemos tiene una interpretación únivoca y tranquilizadora.

Dumont abandona en este film el espacio urbano de su última película y vuelve a un mundo más cercano al de sus films anteriores, situando la acción en una Francia rural que parece estar más allá del tiempo; un universo supendido que priva al espectador de toda referencia. El protagonista es un misterioso clochard que vaga aparentemente sin rumbo por los campos salvajes, con la única compañía de una adolescente de pueblo que lo adora (en el sentido casi literal de la palabra). Con la misma naturalidad directa con que retrata sus paseos por el campo y sus oraciones (nunca sabremos a quién o a qué), Dumont narra su transformación en asesino, justiciero y hacedor de milagros. La película no brinda muchas explicaciones, pero por contradictorio que suene lo anterior, estos giros no atentan contra la coherencia del personaje, sino que van añadiendo diversas capas a su construcción, abriendo cada vez nuevas hipótesis que dialogan con las anteriores.

Las preguntas que plantea Hors Satan no son simples ni directas. Su indagación sobre el bien y el mal no es maniquea ni moralista sino todo lo contrario: aquí, el bien y el mal parecen ser tanto reversibles como indeterminables.

La puesta en escena es despojada y prescinde de todo artificio visual: la luz natural, los cielos siempre nublados, la inmensidad del paisaje, los rostros sin maquillaje de los actores, explorados a través de primeros planos; todo contribuye a construir un clima a la vez hiperrealista y extrañado. En cuanto a la banda sonora, no hay música pero sí un complejo trabajo expresivo del sonido, que se vuelve plenamente significante: los ruidos de la naturaleza, o la respiración de los protagonistas, por ejemplo, funcionan en una escala que contrasta con la de la de la imagen, creando un contrapunto entre los primeros planos sonoros y la inmensidad de los planos generales de la naturaleza, recurso que desencadena asociaciones y percepciones diferentes. Aunque Dumont suela negarlo en las entrevistas, es imposible no pensar en Bresson.

El bien y el mal, la culpa y el castigo (o la falta de ellos), el horror y el milagro, la fe y la redención; todos estos términos van adoptando distintas caras a lo largo del metraje, sin dejarnos llegar a una conclusión definitiva. En Hors Satan el misterio surge de lo real, se revela como parte de la materia, y aun así sigue conservando su enigma.

Por Griselda Soriano
Fuente: El ángel exterminador
Más información: www.elangelexterminador.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario