domingo, 3 de marzo de 2013

Distintos caminos para acceder al conocimiento en la era digital


Lo que mcluhan no predijo. Coordina: Eduarzo Vizer. La Crujía Ediciones. Sociedad hipermediatizada. Hay un nuevo modelo vigente del ser humano como sujeto móvil e itinerante de una nueva “aldea global”./Silvia Lago Martínez. Socióloga, experta en ciencia y tecnología.




http://sur.infonews.com/notas/distintos-caminos-para-acceder-al-conocimiento-en-la-era-digital

Adelanto de libro. Lo que McLuhan no predijo (La Crujía Ediciones), coordinado por el doctor en sociología Eduardo Vizer, reúne trabajos de 19 investigadores de América y Europa sobre las consecuencias de la revolución tecnológica del siglo XXI.
Scott Lash, en su libro Crítica de la información (2005) señale que el concepto de “información” explica a la vez el (nuevo) orden y desorden que experimenta la sociedad contemporánea. Sus cualidades primarias son el flujo, el desarraigo, la comprensión espacial y temporal y las relaciones en tiempo real, de manera que se comprende el mundo por medio de sistemas tecnológicas. 
En consecuencia, afirma el autor, se trata de la información como característica primera y de lo digital como condición de tal información. Agrega que, en la era de las manufacturas, el poder se asociaba a la propiedad como medio mecánico de producción, mientras que en la era de la información se asocia a la propiedad intelectual, de forma que en el capitalismo tecnológico la propiedad de los medios de producción trae aparejado el derecho a explotar y la propiedad intelectual a excluir (copyright).

Acompañando las nociones expresadas por Lash nos introducimos en nuevas (y no tan nuevas) controversias que se suscitan en el escenario de la sociedad de la información. Una de ellas es el antagonismo que se produce entre el marco regulatorio de Derechos de Autor y Copyright y las licencias de uso libre (copyleft) que plantean una transformación en el esquema de poder de las empresas e industrias culturales. 
En la misma dirección, Hardt (2010) avanza aún más planteando que hoy la lucha se libra entre la propiedad material y la inmaterial. Añade que, si bien es posible privatizar como propiedad la producción inmaterial por medio de patentes y derechos de autor, se hace mucho más difícil vigilar esa propiedad, puesto que con las tecnologías digitales es muy sencillo compartirla y reproducirla. Estos bienes ejercen una presión constante por escapar a los límites de la propiedad y hacerse comunes.

Por su parte, Enzo Rullani (2004) aporta que los procesos de virtualización separan el conocimiento de su soporte material y lo vuelven (re)producible, cambiable, utilizable de manera distinta, tanto como capital, como el trabajo que se ha empleado para producirlo.

Presentado el tema, advertimos que el objetivo del presente artículo es problematizar en torno de las tensiones que se producen entre las nuevas formas de generar contenidos, producir conocimiento y compartir obras y las presiones de los gobiernos y de las empresas para limitar el flujo libre de información y la circulación de la producción artística e intelectual en la Era Digital. Observaremos cómo nuevas formas colaborativas de grupos y colectivos sociales se enfrentan a principios de propiedad privada del conocimimento y de la producción artística y cultural, y proponen nuevas estrategias políticas. Éstos representan una alternativa al sistema tradicional de derechos de autor por parte de discográficas, cinematográficas, editoriales y abren la puerta a la experimentación en la creación y distribución de bienes culturales. 
Su accionar propone la construcción de un nuevo espacio público, desde donde otorgar visibilidad a su lucha contrahegemónica. Como dice MacLuhan, ¿el medio es el mensaje?, ¿o los mensajes se imbrican en los medios en un lenguaje convergente que integran las fotos, la música, los videos y las artes visuales en general en una relación entre oralidad y escritura?
Sobre la producción intelectual. 
Uno de los mayores problemas en el debate entre los derechos públicos y privados de la propiedad intelectual es que la discusión tiende a asumir un carácter ideológico. Los que tienden a tratar la creación en una suerte de igualación entre bienes intangibles y tangibles (materiales o inmateriales) y del otro lado, los que defienden los intereses públicos y que entienden que deben prevalecer los derechos de acceso libre a la cultura y a la educación.

El sector editorial privado afirma que la escasez, traducida por la restricción al acceso, puede aumentar el valor del producto. De esta forma, se criminaliza la reproducción aún cuando es motivada por fines científicos y educativos y no comerciales. La propiedad de la información, aún en contradicción evidente con el contexto tecnológico, es legítimamente monopolista dentro del marco jurídico vigente.

En consecuencia, aunque las investigaciones sean financiadas directa e indirectamente por la sociedad, el control de la obra en la mayoría de los casos pasa a ser de la editora. Siendo que en América latina es el Estado el mayor productor de contenidos educativos y científicos, esta producción de interés público no está disponible de forma libre. Esto no sólo sucede con la producción científica y educativa, sino también con archivos, museos, obras de arte, audiovisuales, música, cine, etc.

Un hecho muy reciente colocó la discusión sobre los bienes culturales de la Era Digital en todos los medios de comunicación de la Argentina. Nos referimos al procesamiento de los responsables de Taringa!, una de las comunidades online más populares de nuestro país. Los propietarios del sitio fueron procesados como “partícipes necesarios” de delito de violación a la propiedad intelectual por permitir que en Taringa! se comparta (en forma de link) material protegido por el artículo 72 de la ley 11.723. Fueron varias las editoriales que promovieron la demanda (año 2009); en su defensa, los acusados alegaron que les resultaba imposible comprobar si los contendidos que posteaban los usuarios violaban derechos de autor dada la magnitud del tráfico (veinte mil post diarios) y porque tampoco contaban con los registros de propiedad intelectual para cotejar los datos (revista de cultura Ñ, Diario Clarín, 2/2/2011). 
Cabe aclarar que Taringa! no alberga físicamente en sus servidores los contenidos supuestamente ilegales (como ocurrió con Napster hace 10 años), sino que se informa a través de hipervínculos sobre los sitios dónde están alojados determinados materiales. El proceso continúa, al tiempo que internet propicia una circulación de la información diferente de la habitual, entre otras razones, por la participación social de la elaboración de la información y la pérdida del control de las emisoras sobre su propia creación y/o información a partir del momento en que se distribuye. Este último fenómeno tiende a ser reivindicado por algunos sectores sociales como derecho básicos, coincidiendo con la toma de conciencia de que los derechos de información y el conocimiento son parte de los derechos humanos. Es decir, se produce una paradoja: cuanto más restrictivo se torna el acceso a la producción intelectual, más resistencia genera y, con ello, emergen estrategias para escapar de las limitaciones.
Sobre el copyleft. 
El proyecto GNU creó una nueva manera de utilizar y distribuir los programas (software) a la que R. Stallman llamó licencias copyleft. El software construido en colaboración no podía estar librado al dominio público, ya que las empresas solían apropiarse de los programas realizados sin copyright. De esta manera, el copyleft surgió como una estrategia para licenciar programas de acuerdo con el tiempo de distribución que se esperaba realizar; dando lugar al software libre. Stallman señalaba:

“(…) En inglés diría hold this free. Necesito decir algo más específico, un programa de software libre sitúa al usuario, tiene las cuatro libertades esenciales. La libertad cero es la libertad de ejecutar el programa como quieras, la libertar uno es la libertad de estudiar el código fuente del programa y cambiarlo para que el programa haga lo que quieras, la libertad dos es la libertad de ayudar a los demás, la de redistribuir copias exactas del programa cuando quieras, y la libertad tres es la libertad de contribuir a tu comunidad, de distribuir copias de tus versiones cambiadas cuando quieras. Si el programa viene con esas cuatro libertades, es software libre porque es un sistema social de distribución y de uso, es un sistema ético que respeta la libertad de la solidaridad social (Stallman, conferencia dictada en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, abril 2010)

Posteriormente, Lawrence Lessig (profesor de Derecho de la Universidad de Stanford) creó la ONG Creative Commons (CC) y, con ella, las licencias homónimas inspiradas en la GPL (General Public License) de la Free Software Foundation. El propósito principal era ofrecer un modelo legal para facilitar la distribución y el uso de contenidos. 
Las “Creative Commons” adquieren diversas configuraciones o principios, entre ellos, el derecho del autor original a dar libertad para citar su obra, de reproducirla, de crear obras derivadas y de ofrecerla públicamente, al mismo tiempo que coloca diferentes restricciones, como no permitir el uso comercial o respetar la autoría original. Las licencias CC, aunque no son homologables al copyleft, emergen para dar respuesta a la cuestión de brindar un marco legal para “abrir” los contenidos y poner los límites a “gusto” del autor.

A partir de estas propuestas, el concepto copyleft fue reapropiado por intelectuales, editores, científicos, músicos, videoactivistas, fotógrafos, artistas visuales y usuarios en diversas áreas de la producción cultural. La idea es liberar los contenidos y trasladar el concepto de software libre al amplio campo de la cultura, radicalizando el concepto y trasladándolo a otros planos, a otras luchas, a otras resistencias.
Un ejemplo es el grupo Compartiendo Capital.

“(…) Compartiendo Capital, que es una especie de plataforma para compartir procesos de obra. Empezamos a preguntarnos cuál sería el paralelo con respecto a la construcción del software libre en el campo de las artes visuales, ¿cuál es el código fuente de las artes visuales? ¿Cuál es? ¿Qué es? ¿Compartir herramientas, compartir conocimientos, procesos, conceptos? Porque muchas de las propuestas de arte contemporáneo no son objetuales, también son procesuales, son ideas…” (Entrevista a F., abril 2010)
Sobre la cultura en la Era Digital. 
Rullani (2004) y Lazzarato (2006) aportan la idea de una nueva condición de la cultura en el capitalismo contemporáneo llamado cognitivo, donde cultura y economía no son campos aislados, sino que, por el contrario, se reconfiguran con la presencia de las tecnologías de la información y comunicación (TICs). Los autores asumen que la cultura se ha integrado a los procesos de producción y valoración económicas en las sociedades contemporáneas como la fuerza vital del capitalismo.

Por otra parte, otros autores (Levy: 2007; Barbero: 2005; Rueda: 2008) agregan que el cambio tecnosocial de las sociedad contemporáneas está ligado no sólo a las formas dominantes de información, comunicación y conocimiento, sino también a las transformaciones en la sensibilidad, la ritualidad, las relaciones sociales, las narrativas culturales y las instituciones políticas. 
En consecuencia, existe un cierto consenso en la necesidad de comprender la/s cultura/s propia/s de nuestras sociedades como una realidad en construcción que se sitúa en el centro de nuestra propia experiencia de transformación. En esta dirección se acuña el concepto cibercultura, expresión (ciber) que proviene originalmente de la palabra cibernética. La mayoría de las definiciones de cultura digital (o cibercultura) tienen como denominador común el hecho de referirse a la cultura generada en torno de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, y más concretamente a internet y a la vida en el ciberespacio (Levy, 2007). Sin embargo, en nuestra investigación (Lago Martínez, 2008; 2010) entendemos que la cultura digital no se agota en el ciberespacio (cultura online), sino que se agrega la hipertextualidad entre los distintos medios de comunicación social e industrias culturales (prensa, radio, cine, televisión) y los procesos de interacción social en el contexto cultural más amplio, en los significados compartidos que se dan dentro y fuera de internet y cómo ambos espacios se combinan y potencian en la vida cotidiana.

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