viernes, 15 de julio de 2011

SIGUEN LAS REPERCUSIONES POR LO QUE ESCRIBIO FITO PAEZ EN PAGINA/12 SOBRE EL VOTO AL MACRISMO

Carta Abierta a Fito Páez 

Por Norberto Galasso 

Secretaría de Prensa Corriente Política Enrique Santos Discépolo http://discepolo.org.ar/node

Estimado Fito:
Comprendo tu reacción, tu bronca, tu explosión en caliente, propia de un artista. Pero así como la comprendo no la comparto. No me da ese asco ese 47% de votos macristas. Me da pena.

En todas las grandes ciudades de América Latina y de cualquier otro país dependiente, las minorías privilegiadas utilizan todo su poder para dominar a los sectores medios, para ponerlos de su lado, para infundirle falsedades. Jauretche lo llamaba la “colonización pedagógica”. Igual que a vos le provocaba grandes broncas, pero distinguió entre los promotores de la mentira y los engañados. Quizás los primeros le dieron asco igual que a vos, los otros le daban pena y trataba de desazonzarlos.

El fenómeno es semejante en Buenos Aires, como en Lima o Guayaquil y otras grandes ciudades. Hay que disputar la influencia sobre los sectores medios y destruir los mitos con los que quieren dominarlos.
Desde los letreros de las calles y los nombres de los negocios (bastar darse una vuelta por la Av. Santa Fe), desde los cartelitos de las plazas y las estatuas de los supuestos próceres, desde las grandes editoriales y los “libros de moda”, convertidos en best sellers por los comentarios pagos, desde la prédica liberal en economía y la prédica mitrista en Historia, desde las geografías exóticas y los literatos que cultivan la evasión y lo fantástico, desde la TV farandulizada y superficial, con mesas redondas de bajísimo nivel político alentada por los dueños del privilegio, desde gran parte de los periodistas vendidos al mejor postor, y académicos y catedráticos tramposos, todo ese mundo domina el cerebro de amplios sectores medios que se suponen cultos, se suponen radicalmente superiores a los “oscuramente pigmentados”, se suponen ejemplo de moral (aunque evaden impuestos, se roban ceniceros de los bares y toallas de los hoteles). Sobre ellos recae también la literatura que Franz Fannon llamaba de “los maestros desorientadores”. Vos los conocés, los Marcos Aguinis, los Asís, los Kovaddloff, y las peroratas con latines de aquel viejo comando civil que se llama Mariano Grondona y tantos otros.
Pobre gente, Fito. Con todo eso que le tiran encima a la clase media, una buena parte de ella termina votando a Macri. Están presos de un engaño enorme: creen que Macri gestiona (cosa que hace mal o simplemente no hace) y que Macri no tiene ideología (la tiene y bien de derecha). Por otra parte fue el responsable del contrabando de autos cuando dirigía empresas de su padre, además de las escuchas telefónicas, eliminación de becas y subsidios escolares, negociados con empresas constructoras (única explicación de las bicisendas), lo mismo que su molestia porque los hospitales de la ciudad atiendan a gente “morocha” del conurbano.
Se trata además, que cierta parte de la clase media vive su pequeña vida: asegurarse las vacaciones para el verano, lavar el auto los domingos con más ternura que la que le dedica a la esposa, han mejorado su nivel de vida con los Kirchner y no quieren olas, que nada cambie y creen que algo habrá hecho Macri para esa mejoría que tuvieron. No les importa que el hospital público no funcione porque tienen medicina prepaga y han sido formados en el individualismo 
No les importa que en el Borda se mueran de frío porque tienen estufas de tiro balanceado, no les importa que en las escuelas públicas falten materiales porque sus hijos van a escuelas privadas donde, como “el cliente siempre tiene razón”, aprueban. Además, creen en el dios Mercado – no obstante que el mercado libre del menemismo a muchos los dejó deteriorados o fundidos- pero no comprenden a los sindicalistas y les eriza la piel cuando lo ven a Moyano. Y bueno, son así, Fito. ¿Qué le vas a hacer? Lo que no justifica su asco sino en un momento de bronca.

En la vida es necesario a veces tener asco y tener odio también. Eso me lo enseñó el confesor de Eva Perón, el sacerdote Hernán Benítez. Me decía: Mire m’hijo. Hay que odiar. Hay que odiar a todos los que frustraron el país, lo entregaron, provocaron miseria y represión. Yo, todas las mañanas, me doy un baño, me tomo una taza de café caliente y después me siento en mi sillón y odio... Yo me asombraba y le decía: Pero, Padre, usted es un cristiano... Y el seguía: Sí, odio, (no asco, Fito). Odio a la oligarquía (ya lo dijo también ese talento que es Leonardo Favio en una canción), odio a Bernardo Neustadt, odio al almirante Rojas... Sabe después que bien me siento para el resto del día. Así hablaba un cristiano de la Teología de la Liberación.
Por eso no hay que confundir al enemigo, Fito. Si hay que tener asco, tengámoslos a los responsables del aparato mediático y cultural, los que tergiversaron la Historia y la economía, los que robaron la capacidad de razonar a muchos compatriotas, no a éstos. A estos hay que convencerlos. Con la modestia que usaba Jauretche: Usted tiene que avivarse (vea 6,7,8, escuche a Víctor Hugo). Se lo aconsejo yo -decía-, que no me creo un vivo, sino apenas “un gil avivado”.
Hay que ganarlos, Fito. No ratificarles que pertenecen al bando del privilegio donde está la Sociedad Rural (¿cuando vieron una vaca esos que votaron a Macri?, ¿qué saben de la renta agraria diferencial?), y decirles como operan las grandes multinacionales y ciertas embajadas y las corporaciones mediáticas.
Los necesitamos, Fito. Comprendo tu bronca, la de un artista, Comprendéme a mí, desde la historia y la política.

Te mando un fuerte abrazo. Y te digo: en octubre, ganamos lejos.




¿Si matamos a Fito y a Borges?
Por Marcelo Simón *
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-172294-2011-07-15.html
Es curioso el efecto reaccionario que ha provocado el ¿exabrupto? de Fito Páez, un artista admirable.

Para entrar en tema: como provinciano, crecí en el cuasi odio a los porteños que, luego de mi mudanza a la que ahora llamamos CABA, vi desaparecer, evaporado por la calidez de sus habitantes que, como dice Luis Landriscina, a lo mejor no ayudan, pero seguro que no obstaculizan.

¿Por qué nosotros, los que nacimos y crecimos en el país interior hemos detestado más o menos veladamente a Buenos Aires? Quien sabe, por la temprana lectura de Juvenilia, donde se dice que a los provincianos nos falta esa arenillla dorada que abunda en la Capital; o porque el modelo nacional fue el del puerto, la Argentina triangular denunciada por Scalabrini; o porque en la radio nos obligaban a hablar como porteños... Como quiera que sea, parecen desmesurados y sospechosos los rechazos a la posición de Fito después del último domingo en el que Filmus ayunó y los del PRO comieron, parafraseando al escritor que citaré líneas después.

¿Es tan espantoso que un artista admirado y querido, creador extraordinario como el que nos ocupa, haya dicho que la mitad del electorado carece de swing y es egoísta? ¿Se trata de un caso único, de un ciudadano desagradecido, que hay que mandar al paredón? ¿No se le puede hacer ninguna crítica a esta orbe entrañable, frente a un episodio que nos conturba? ¿Fito Páez merece nuestro desprecio porque se pronuncia contra la ciudad o parte de ella? ¿Debemos asaetarlo como hicimos con Georgie, mal argentino, que eligió irse a morir a Ginebra, pudiendo haberlo hecho aquí? ¿Y qué hubiera dicho hoy el poeta que en las viejas casas atisbó golosamente patios y muros, el que denunció la falta de la vereda de enfrente en la incipiente Gran Aldea, si ve que Jacinto Chiclana debe caminar ahora por Palermo Hollywood? En fin, igual que a Páez, ¿deberíamos hacer morir de nuevo a Jorge Luis porque confesó que a su ciudad no lo une el amor sino el espanto?

Desde el nacimiento de la cultura de Occidente viene ocurriendo que los hombres y las mujeres de la democracia critican a mamá ciudad, lo cual no sólo no está mal, sino que francamente luce muy bien: la política comenzó en las polis, con sus habitantes manifestándose y no siempre a favor, desde la alborada helénica hasta el pedemonte cuyano. Jorge Marziali, cantor y periodista mendocino, describió alguna vez a su ciudad como “Individual, moderna aldea, fina y sensual y a veces fea, (que) camina lento con un lastre de moral de otros momentos”.
Mujica Lainez contó –seguramente en base a las crónicas de Ulrico Schmidell– que en la naciente Buenos Aires sus fundadores incurrieron en episodios de canibalismo.
Así es que déjense en joder estos más o menos espontáneos custodios de la moral pública persiguiendo a artistas que ejercen el derecho a la puteada. Miguel Cantilo canta: “Yo adoro a mi ciudad aunque su gente no me corresponda cuando condena mi aspecto y mis ondas con un insulto al pasar”.

Da un poco de vergüenza ver tanta mojigatería. En este caso, los indignados parecen señoritas antañosas cuidando una virginidad apolillada que ojalá puedan entregar de manera más divertida.

* Periodista especializado en música popular. Director de Radio Nacional Folklórica.

1 comentario:

  1. cuando fito paez hizo estas declaraciones yo estaba parando en un hotel en buenos aires, fue muy fuerte lo que dijo! creo que se fue de boca.

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